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sábado, 4 de agosto de 2012

El Antiguo Testamento SALMOS 57


SALMO 57


1 Del maestro de coro. «No destruyas». De David. Mictán. Cuando huyendo de Saúl, se escondió en la cueva.


2 Ten piedad de mí, Dios mío, ten piedad,


porque mi alma se refugia en ti;


yo me refugio a la sombra de tus alas


hasta que pase la desgracia.


3 Invocaré a Dios, el Altísimo,


al Dios que lo hace todo por mí:


4 él me enviará la salvación desde el cielo


y humillará a los que me atacan.


¡Que Dios envíe su amor y su fidelidad!


5 Yo estoy tendido en medio de leones


que devoran con avidez a los hombres;


sus dientes son lanzas y flechas,


su lengua, una espada afilada.


6 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,


y que tu gloria cubra toda la tierra!


7 Ellos tendieron una red a mi paso,


para que yo sucumbiera;


cavaron una fosa ante mí,


pero cayeron en ella.


8 Mi corazón está firme.


Dios mío, mi corazón está firme.


Voy a cantar al son de instrumentos:


9 ¡despierta, alma mía!


¡Despierten, arpa y cítara,


para que yo despierte a la aurora!


10 Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,


te cantaré entre las naciones,


11 porque tu misericordia se eleva hasta el cielo,


y tu fidelidad hasta las nubes.


12 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,


y que tu gloria cubra toda la tierra!

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