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miércoles, 1 de octubre de 2014

Lecturas del Santos Ángeles Custodios



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Jueves, 2 de octubre de 2014

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (23,20-23a):

Así dice el Señor: «Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. Respétalo y obedécelo. No te rebeles, porque lleva mi nombre y no perdonará tus rebeliones. Si lo obedeces fielmente y haces lo que yo digo, tus enemigos serán mis enemigos, y tus adversarios serán mis adversarios. Mi ángel irá por delante.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 90,1-2.3-4.5-6.10-11 

R/.
 A los ángeles ha dado órdenes 
para que te guarden en tus caminos


Tú que habitas al amparo del Altísimo, 
que vives a la sombra del Omnipotente, 
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, 
Dios mío, confío en ti.» R/. 

Él te librará de la red del cazador, 
de la peste funesta. 
Te cubrirá con sus plumas, 
bajo sus alas te refugiarás. R/. 

Su brazo es escudo y armadura. 
No temerás el espanto nocturno, 
ni la flecha que vuela de día, 
ni la peste que se desliza en las tinieblas, 
ni la epidemia que devasta a mediodía. R/. 

No se te acercará la desgracia, 
ni la plaga llegará hasta tu tienda, 
porque a sus ángeles ha dado órdenes 
para que te guarden en tus caminos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,1-5.10):

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?» 
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del jueves, 2 de octubre de 2014

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Fernando Torres Pérez, cmf

      La necesidad de ser amado es una de las necesidades básicas de la persona humana. Lo dicen hasta los estudios de psicología infantil sobre el desarrollo de los niños recién nacidos. No son capaces de hablar ni de elaborar ideas. Mucho menos de entenderlas y comprenderlas. Pero ciertamente son capaces de percibir el cariño. Al calor del cuerpo de la madre o del padre se sienten seguros y tranquilos. Cuando crecemos, no cambiamos demasiado por más que nos hagamos ilusiones. Seguimos necesitando el cariño, el amor, el vivir rodeados de afecto. 
      Pasa que el niño recibe todo eso gratis. No se le pide nada. A lo más una sonrisa o un beso. Y algunos llegan o llegamos a mayores pensando que nos lo tienen que seguir dando sin dar nosotros nada a cambio. Somos como una especie de agujero negro que lo pretende absorber todo. Al final, terminamos conociendo la mayor de las soledades. 
      Diría que la propuesta de Jesús es que en el reino hay que hacerse como niños. Ellos, los pequeños, los débiles, son los más fuertes en el reino de los cielos. Pero, y aquí viene lo interesante, siendo mayores. Es decir, reconociendo que todos somos niños, que todos somos débiles, que todos somos pequeños. Y que tenemos que caminar juntos. Y que el amor está para compartirse. 
      Así que... los ángeles somos nosotros mismos. Somos, debemos ser, ángeles y niños a la vez. Protectores y protegidos en torno a la mesa de la fraternidad donde se sientan los hijos e hijas del Padre-Dios. Haciendo camino juntos, sin dejar nunca a nadie marginado o abandonado. Dando la mano para levantar al que cae y recibiendo con agradecimiento la mano que nos tienden cuando los caídos somos nosotros (el que diga que no ha caído nunca, que no es débil, frágil y pequeño, miente como un bellaco). 
      Si así hacemos, veremos muchos más ángeles a nuestro alrededor. Incluso, hasta cuando nos miremos al espejo, terminaremos viendo uno. 

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