Parábola del juez y la viuda.
«Escuchad esta parábola, que os expresa el valor de la oración constante.
Conocéis lo que dice el Deuteronomio* sobre los jueces y magistrados. Deberían ser justos y misericordiosos, escuchando con ecuanimidad a quien a ellos recurriera, pensando siempre en juzgar como si el caso que deben juzgar fuera suyo personal, sin tener en cuenta donativos o amenazas, sin deferencia hacia los amigos culpables y sin dureza hacia aquellos que estuvieran enemistados con los amigos del juez. Pero, si son justas las palabras de la Ley, no son igualmente justos los hombres, ni saben obedecer a la Ley. Así, se ve que la justicia humana es frecuentemente imperfecta, porque raros son los jueces que saben conservarse puros de corrupción, misericordiosos, pacientes tanto con los ricos como con los pobres; tanto con las viudas y los huérfanos como con aquellos que no lo son.
En una ciudad había un juez muy indigno de su oficio, obtenido por medio de poderosos parentescos. Era sobremanera desigual al juzgar, propendiendo siempre a dar la razón al rico y al poderoso, o a quien tenía recomendación de ricos y poderosos; o hacia el que le comprase con grandes donativos. No temía a Dios y se burlaba de las quejas del pobre y del que era débil por estar sólo y carecer de fuertes defensas. Cuando no quería escuchar a quien tenía tan claras razones de victoria contra un rico, que no se le podía contradecir en manera alguna, él hacía que le alejaran de su presencia y le amenazaba con arrojarle a la cárcel. La mayoría sufrían sus violencias y se retiraban vencidos, resignados a la derrota aun antes de tramitar la causa.
Pero en aquella ciudad había también una viuda cargada de hijos. Debía recibir una fuerte suma de un hombre poderoso por unos trabajos que su difunto esposo
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* dice el Deuteronomio, en Deuteronomio 16, 18 20.
había llevado a cabo para él. Ella, movida por la necesidad y el amor materno, había tratado de que el rico le diera esa suma que le habría permitido saciar el hambre de sus hijos y vestirlos durante el invierno que se acercaba. Pero, habiéndose hecho vanas todas las presiones y súplicas dirigidas al rico, fue al juez.
El juez era amigo del rico, el cual le había dicho: "Si me das la razón, un tercio de la suma es tuyo". Por tanto, se mostró sordo a las palabras de la viuda, que le rogaba: "Ríndeme justicia respecto a mi adversario. Tú ves que lo necesito. Todos pueden decir si tengo derecho a esa suma". Permaneció sordo y mandó a sus ayudantes que la alejaran de su presencia.
Pero la mujer volvió: una, dos, diez veces; por la mañana, a la hora sexta, a la hora nona, al atardecer... incansable. Y le seguía por la calle gritando: "Hazme justicia. Mis hijos tienen hambre y frío y no tengo dinero para comprar harina y vestidos". Allí estaba, en la puerta de la casa del juez cuando éste regresaba para sentarse a la mesa con sus hijos. Y el grito de la viuda "hazme justicia con mi adversario, que tengo hambre y frío, yo y mis criaturas" penetraba hasta dentro de la casa, hasta el comedor, hasta el dormitorio por la noche, insistente como el grito de una upupa: "¡Hazme justicia, si no quieres que Dios te castigue! Hazme justicia. Recuerda que la viuda y los huérfanos son sagrados para Dios, y ¡ay de quien los pisotee! Hazme justicia si no quieres un día sufrir lo que nosotros sufrimos. ¡Nuestra hambre! Nuestro frío te lo encontrarás en la otra vida, si no haces justicia. ¡Pobre de ti!".
El juez no temía a Dios ni tampoco al prójimo. Pero estaba cansado de ser molestado siempre; de ver que era objeto de risas por parte de toda la ciudad por la persecución de la viuda, y también objeto de crítica. Por eso, un día se dijo a sí mismo: "Aunque no tema a Dios ni tema las amenazas de la mujer ni lo que piense la gente de la ciudad, a pesar de ello y para poner fin a tanta molestia, voy a escuchar a la viuda y le haré justicia obligando al rico a pagar. Me basta con que me deje de perseguir y se me quite de en medio". Y, convocado el amigo rico, dijo: "Amigo mío, no puedo seguir complaciéndote. Cumple con lo deber y paga, porque ya no soporto ser molestado por causa tuya. He dicho". Y el rico tuvo que desembolsar la suma según justicia.
6Ésta es la parábola. Ahora os toca a vosotros aplicarla.
Habéis oído las palabras de un hombre inicuo: "Para poner fin a tanta molestia voy a escuchar a la mujer". Y era un inicuo. ¿Y Dios, el Padre lleno de bondad, va a ser inferior al juez malo? ¿No hará justicia a aquellos hijos suyos que saben invocarle día y noche? ¿Les hará esperar tanto el don, que su alma abatida deje de orar? Os digo que prontamente les hará justicia, para que su alma no pierda la fe. Pero antes hay que saber orar, sin cansarse después de las primeras oraciones, y saber pedir cosas buenas. Y también fiarse de Dios diciendo: "Pero hágase lo que tu Sabiduría ve más útil para nosotros".
Tened fe. Sabed orar con fe en la oración y con fe en Dios vuestro Padre. Y Él os hará justicia contra lo que os oprime, sean hombres o demonios, sean enfermedades a otras desventuras. La oración perseverante abre el Cielo, y la fe salva al alma, cualquiera que sea el modo en que la oración sea escuchada y exaudida. Vamos».
Y se encamina hacia la salida. Ya está casi fuera de la muralla cuando, alzando la cabeza para observar a los pocos que le siguen y a los muchos indiferentes u hostiles que le miran de lejos, exclama con tristeza: «¿Pero cuando vuelva el Hijo del Hombre encontrará en la Tierra todavía fe?» y, suspirando, se ciñe más estrechamente su manto y camina a grandes pasos hacia el arrabal de Ofel.
Parábola de los hijos lejanos
Escuchad. Un padre tenía muchos hijos. Algunos habían vivido siempre en estrecho contacto con él; otros, por distintas razones, habían estado relativamente más lejos del padre. No obstante, conociendo los deseos paternos a pesar de estar lejos del padre, podían actuar como si éste estuviera presente. Otros, por estar aún más lejos, y haber sido educados, desde el primer día después de nacer, por servidores que hablaban otras lenguas y tenían otras costumbres, se esforzaban en servir a su padre según eso poco que, más por instinto que por conocimiento, sabían que a él le agradaba. Un día, el padre que no ignoraba que, contrariamente a sus órdenes, sus servidores se habían abstenido de dar a conocer sus pensamientos a esos hijos lejanos, porque en su orgullo consideraban a éstos inferiores, desestimados por el solo hecho de no vivir con su padre quiso reunir a toda su prole. Y la llamó a su presencia. Pues bien, ¿creéis que juzgó según la línea del derecho humano, y que dio la posesión de los bienes sólo a los que habían estado siempre en su casa, o, cuanto menos, no tan lejanos como para impedirles conocer sus órdenes y deseos? No, él siguió un concepto completamente distinto: observando las obras de los que habían sido justos por amor al padre, al que habían conocido sólo de nombre y habían honrado con todas sus obras, los llamó junto a sí y dijo: "Doble vuestro mérito de haber sido justos, porque lo fuisteis sólo por vuestra voluntad y sin ayudas. Venid en torno a mí. ¡Bien tenéis derecho a ello! Los primeros me han tenido siempre, y cada obra suya estaba reglada por mi consejo y era premiada con mi sonrisa. Vosotros habéis tenido que actuar sólo por fe y amor. Venid. Porque en mi casa está preparado vuestro lugar, está preparado desde hace tiempo, y ante mis ojos no constituye una diferencia el haber estado siempre en casa o el haber estado lejos; lo que tienen diferencia son las acciones, que, cerca o lejos de mí, mis hijos han llevado a cabo".
Ésta es la parábola. Y su explicación es ésta: que escribas o fariseos, que viven en torno al Templo, pueden no estar en el Día eterno en la Casa de Dios, y que muchos que han estado muy lejos de saber siquiera sucintamente las cosas de Dios, podrán estar entonces en su seno. Porque lo que da el Reino es la voluntad del hombre tendida a la obediencia a Dios, y no el cúmulo de prácticas y ciencia.
VOLUMEN SEXTO
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos.
Jesús dice:
«En verdad, en verdad os digo que los que parecen ilegítimos son hijos verdaderos, y que los que son hijos verdaderos se hacen ilegítimos. Escuchad todos una parábola.
Hubo una vez un hombre que, debido a algunas ocupaciones, tuvo que ausentarse durante largo tiempo de casa, dejando en ella a algunos hijos que todavía eran poco mas que unos niños. Desde el lugar en que se hallaba, escribía cartas a sus hijos mayores para mantener siempre en ellos el respeto hacia el padre lejano y para recordarles sus enseñanzas. El último, nacido después de su partida, se estaba criando todavía con una mujer que vivía lejos de allí, de la región de la esposa, que no era de su raza. Y la esposa murió, siendo pequeño y viviendo lejos de casa todavía este hijo. Los hermanos dijeron: "Dejémosle allí, donde está, con los parientes de nuestra madre. Quizás nuestro padre se olvida de él. Saldremos ganando porque tendremos que repartir con uno menos, cuando nuestro padre muera". Y así lo hicieron. De esta forma, el niño lejano creció con los parientes maternos, ignorando las enseñanzas de su padre, ignorando que tenía un padre y unos hermanos, o, peor, conociendo la amargura de esta reflexión: "Todos ellos me han desechado como si fuera ilegítimo", y tanto se sentía repudiado por su padre, que llegó incluso a creer que ello fuera verdad.
Siendo ya un hombre y habiéndose puesto a trabajar porque, agriado como estaba por los pensamientos mencionados, aborrecía también a la familia de su madre, a quien consideraba culpable de adulterio , quiso el azar que este joven fuera a la ciudad donde estaba su padre. Y entró en contacto con él, aunque no sabía quién era, y tuvo la ocasión de oírle hablar. El hombre era un sabio. No teniendo la satisfacción de los hijos, que estaban lejos a esas alturas ya vivían por su cuenta y mantenían con su padre lejano sólo unas relaciones convencionales... bueno, para recordarle que eran "sus" hijos y que, como consecuencia, se acordara de ellos en el testamento , se ocupaba mucho en dar rectos consejos a los jóvenes a quienes tenía ocasión de conocer en esa tierra en que estaba. El joven se sintió atraído por esa rectitud, que era paterna hacia muchos jóvenes; no sólo se acercó a él, sino que atesoró todas sus palabras, y vino a hacer bueno su agriado ánimo. El hombre enfermó. Tuvo que decidir regresar a su patria. El joven le dijo: "Señor, eres la única persona que me ha hablado con justicia y me ha elevado el corazón. Deja que te siga como siervo. No quiero volver a caer en el mal de antes". "Ven conmigo. Ocuparás el puesto de un hijo del que no he podido volver a tener noticias". Y regresaron juntos a la casa paterna.
Ni el padre ni los hermanos ni el propio joven intuyeron que el Señor hubiera congregado de nuevo a los de una única sangre bajo un único techo.
Mas el padre hubo de llorar mucho por sus hijos conocidos, porque los encontró olvidados de sus enseñanzas, codiciosos, duros de corazón, con muchas idolatrías en sus corazones en vez de creyentes en Dios: la soberbia, la avaricia y la lujuria eran sus dioses, y no querían oír hablar de nada que no fuera ganancia humana. El extranjero, sin embargo, cada vez se acercaba más a Dios; se hacía cada vez más justo, bueno, amoroso, obediente. Los hermanos le odiaban porque el padre quería a ese extranjero. Él perdonaba y amaba porque había comprendido que en el amor estaba la paz.
El padre, un día, disgustado con la conducta de sus hijos, dijo: "Vosotros os habéis desinteresado de los parientes de vuestra madre, y hasta de vuestro hermano. Me recordáis la conducta de los hijos de Jacob hacia su hermano José*. Quiero ir a esas tierras para tener noticias de él. Quizás le encuentro para consuelo mío". Y se despidió, tanto de los hijos conocidos como del joven desconocido, dando a este último una reserva de dinero para que pudiera volver al lugar de donde había venido y montar allí un pequeño comercio.
Llegado a la región de su difunta esposa, los familiares de ella le contaron que el hijo abandonado había pasado a llamarse Manasés**, de Moisés que se llamaba, porque realmente con su nacimiento había hecho olvidar al padre que era justo, pues lo había abandonado.
"¡No me ofendáis! Me habían referido que se había perdido el rastro del niño. Y no esperaba siquiera encontrar aquí a ninguno de vosotros. Pero habladme de él. ¿Cómo es? ¿Ha crecido robusto? ¿Se parece a mi amada esposa que se consumió dándomele? ¿Es bueno? ¿Me ama?".
"Robusto, es robusto, y guapo como su madre, aparte de tener los ojos de un color negro intenso. De su madre tiene hasta la mancha de forma de algarroba en la cadera, y de ti ese estorbo ligero de la pronunciación. Cuando se hizo hombre, se marchó, agriado por su sino, con dudas sobre la honestidad de su madre, y sintiendo rencor hacia ti. Habría sido bueno, si no hubiera tenido este rencor en el alma. Se marchó más allá de los montes y de los ríos. Llegó a Trapecius para..."
"¿Decís Trapecius? ¿En Sinopio? Seguid, seguid, que yo estaba allí, y vi a un joven con este ligero estorbo en la pronunciación, solo y triste, y muy bueno por debajo de su costra de dureza. ¿Es él? ¡Hablad!".
«Quizás es. Búscale. En la cadera derecha tiene la algarroba saliente y obscura como la tenía tu mujer".
El hombre se marchó a toda velocidad, con la esperanza de encontrar todavía al extranjero en su casa. Había partido ya para regresar a la colonia de Sinopio. El hombre fue detrás... Le encontró. Le hizo acercarse para descubrirle la cadera. Le reconoció. Cayó de rodillas alabando a Dios por haberle devuelto el hijo, y más bueno que los otros, que cada vez se hacían más animales, mientras que éste, en estos meses que habían pasado, se había hecho cada vez más santo. Y dijo al hijo bueno: "Recibirás la parte de tus hermanos, porque, sin ser amado por nadie, te has hecho más justo que todos los demás".
¿No era, acaso, justicia? Lo era. En verdad os digo que son verdaderos hijos del Bien aquellos que, rechazados por el mundo y despreciados, odiados, vilipendiados, abandonados como ilegítimos, considerados oprobio y muerte, saben superar a los hijos crecidos en la casa pero rebeldes a las leyes de ésta. No es el hecho de ser de Israel lo que da derecho al Cielo; ni asegura el destino el ser fariseos, escribas o doctores. La cosa es tener buena voluntad y acercarse generosamente a la Doctrina de amor, hacerse nuevos en ella, hacerse por ella hijos de Dios en espíritu y verdad.
Sabed todos los que me escucháis que muchos, que se creen seguros en Israel, serán substituidos por los que para ellos son publicanos, meretrices, gentiles, paganos y galeotes. El Reino de los Cielos es de quien sabe renovarse acogiendo la Verdad y el Amor».
parábola de la madera barnizada.
Jesús señala la escalera de hortelano: «Pásale el barniz a ésa. El barniz hace impenetrable la madera y la conserva más, además de hacerla más bonita. Es como la defensa y embellecimiento de las virtudes en el corazón humano. Puede ser agreste, tosco... Pero, en cuanto las virtudes le visten, se hace hermoso, agradable. Mira, para obtener una tinta bonita y un servicio real de ella, es necesario tener en cuenta muchas cosas. La primera: tomar con atención lo que se necesita para hacerla. O sea, un recipiente que no tenga tierra o residuos de otras tintas anteriores, aceites buenos y buenos colores, y, con paciencia, mezclar, trabajar, hacer un líquido que no sea ni demasiado denso ni demasiado líquido. No cansarse de trabajar mientras no esté disuelto hasta el más pequeño grumo. Una vez hecho esto, hay que coger un pincel que no pierda las cerdas, que no las tenga ni excesivamente duras ni excesivamente blandas, que esté bien limpio de cualquier tinte precedente. Antes de aplicar el barniz, hay que quitar las asperezas de la madera y los viejos barnices descascarillados y el barro y todo. Luego, así, con orden, hay que tener mano segura en ir siempre en una dirección, extender con paciencia, mucha paciencia, el barniz. Porque en una misma tabla hay distintas resistencias. En los nudos, por ejemplo, el barniz queda más liso, es verdad, pero en ellos la tintura se fija mal, como si la materia leñosa la rechazara. Al contrario, en las partes blandas de la madera el barniz se fija enseguida, pero las partes blandas generalmente son poco lisas, y entonces pueden formarse pequeñas bolsas, o estrías... Estos casos se deben solucionar extendiendo el color con mano constante. Luego hay, en los muebles viejos, partes nuevas, como este peldaño, por ejemplo. Y, para que no se vea que la pobre escalera está apañada pero que es muy vieja, hay que arreglárselas para que tanto el peldaño nuevo como los viejos resulten iguales... ¡Mira, así!».
Y Jesús, elevados los brazos, barniza ahora la parte alza de la escalera. Y sigue hablando.
«Así se hace con las almas. He dicho al principio que el barniz es como el embellecimiento de las virtudes en los corazones humanos. Embellecimiento y preservación de la madera contra la carcoma, las lluvias y el sol intenso. ¡Mal le irá al amo de casa que no tenga cuidado de las cosas barnizadas y las deje deteriorarse! Cuando se ve que la madera pierde su barniz, sin perder tiempo, hay que poner barniz nuevo. Refrescar la pintura... También las virtudes, puestas en un primer momento de impulso hacia la justicia, pueden deteriorarse o desaparecer del todo, si el amo de la casa no vigila; y la carne y el espíritu, desnudos, a merced de la intemperie y de los parásitos, o sea, de las pasiones y de las disipaciones, pueden sufrir el asalto de estos elementos, perder la túnica que los embellece, terminar siendo... válidos sólo para el fuego. Por tanto, bien sea en nosotros, bien sea en aquellos a quienes amamos como discípulos nuestros, cuando se notan agrietamientos, decoloraciones, en las virtudes colocadas como defensa en nuestro yo, es necesario, en seguida, poner remedio con un trabajo asiduo, paciente, hasta el final de la vida, para que uno pueda dormirse en la muerte con una carne y un espíritu dignos de la resurrección gloriosa. Y para que las virtudes sean verdaderas, buenas, hay que empezarlas con una intención pura, valiente, que elimina todo detrito, todo resto de tierra, y trabajar para no dejar imperfecciones en la formación virtuosa, y luego tomar una actitud ni demasiado dura ni demasiado indulgente, porque tanto la intransigencia como la excesiva indulgencia perjudican. Y el pincel, la voluntad, debe estar limpio de las preexistentes tendencias humanas, que podrían hacer vetas en la tintura espiritual con rayas materiales; y uno se debe preparar a sí mismo o preparar a otros, con oportunas operaciones, trabajosas, es verdad, pero necesarias para limpiar al viejo yo de toda vieja lepra, para tenerle limpio en orden a recibir la virtud. Porque no se puede mezclar lo viejo con lo nuevo.
Luego empezar el trabajo, con orden, con reflexión. No saltar acá o allá sin un serio motivo. No ir un poco en un sentido y un poco en el otro. Uno se cansaría menos, es verdad. Pero el barniz quedaría irregular. Como sucede en las almas desordenadas. Presentan lugares perfectos, pero al lado de éstos se ven errores, color distinto... Insistir en los puntos resistentes a la tinta, en los nudos, maraña de la materia o de pasiones desordenadas, que están mortificados, sí, por la voluntad (la cual, como un cepillo, los ha alisado fatigosamente), pero que siguen oponiendo resistencia como un nudo tajado pero no destruido. Y a veces engañan, porque parecen ya bien revestidos de virtud, cuando en realidad tienen sólo un velo ligero que cae inmediatamente. Estar atentos a los nudos de las concupiscencias. Haced que encima de ellos, una y otra vez, sea puesta la virtud, para que no reemerjan y afeen el yo nuevo. Y en las partes blandas, en las partes tendentes a deformarse que reciben con demasiada facilidad el barniz, pero que lo reciben según su tendencia, con bolsas y rayas, insistir en lijar con la piel de pescado, lijar, lijar, para dar una o más manos de barniz, para que esas partes queden lisas como un esmalte compacto. Y atentos a no sobrecargar. Pretender excesivamente en las virtudes hace que la persona se rebele, se agite y salte al primer choque. No. Ni demasiado ni demasiado poco. Justicia en el trabajo con uno mismo y con las criaturas hechas de carne y alma.
5Y si, como en la mayor parte de los casos porque las personas como Áurea son excepciones y no regla hay partes nuevas mezcladas con las viejas y las tienen los israelitas, que de Moisés pasan al Cristo, y los paganos con su mosaico de creencias, que no podrán ser anuladas de repente y emergerán con nostalgias y recuerdos, al menos en las cosas más puras , entonces son necesarios todavía más ojo y tacto, e insistir hasta que lo viejo se homogeneíce con lo nuevo, haciendo uso de las cosas preexistentes para completar las nuevas virtudes. Por ejemplo, en los romanos hay mucho espíritu de Patria y valor viril. Estas dos cosas son casi mitos. Pues bien, no tratéis de destruirlas, sino inculcad un espíritu nuevo al espíritu patrio: el espíritu de hacer grande también espiritualmente a Roma como centro de cristiandad; y usad la virilidad romana para hacer fuertes en la fe a quienes son fuertes en la batalla. Otro ejemplo: Áurea. El asco de una revelación brutal la impulsa a amar lo puro y a odiar lo impuro. Pues bien, usad estas dos cosas para conducirla a una perfecta pureza, odiando la corrupción como si fuera el romano brutal.
¿Me entendéis? Y haced de las costumbres medios para entrar. No destruyáis brutalmente. No tendríais a mano inmediatamente con qué edificar; substituid, más bien, poco a poco, lo que no debeseguir existiendo en un convertido, con caridad, paciencia, tenacidad. Y, puesto que la materia, especialmente en los paganos, predomina, y ellos, aunque estén convertidos, estarán siempre apoyados en el mundo pagano, pues en él viven, insistid mucho en que se preserven de la carnalidad. Detrás de la sensualidad entra todo lo demás. Vigilad en los paganos la exasperación de la sensualidad, la cual, confesémoslo, también está vivísima entre nosotros; y, cuando veáis que el contacto con el mundo abre el barniz que preserva, no sigáis dando pinceladas en lo alto, sino volved a la parte de abajo, manteniendo en equilibrio el espíritu y la carne, lo alto y lo bajo. Pero empezad siempre por la carne, por el vicio material, para preparar a recibir al Huésped que no inhabita en cuerpos impuros con espíritus malolientes por corrupciones carnales... ¿Me entendéis?
Y no temáis corromperos tocando con vuestra túnica lo bajo, lo material, de aquellos cuyo espíritu cuidáis. Con prudencia, para no ser causa de ruina en vez de causa de edificación. Vivid recogidos en vuestro yo nutrido de Dios, envuelto en virtud; moveos con delicadeza, especialmente cuando tengáis que ocuparos del sensibilísimo yo espiritual de los demás: ciertamente lograréis hacer seres dignos del Cielo incluso de los seres más despreciables».
PARABOLAS DE JESÙS DE NAZARETH
“…Aquel día, saliendo Jesús de casa, fue y se sentó a la orilla del mar. Y se junto a su alrededor un concurso tan grande de gente, que le fue preciso entrar en una barca, y tomar asiento en ella; y todo el pueblo estaba en la ribera; al cual habló muchas cosas por medio de parábolas…”
“…PALABRAS Y Enseñanzas Espirituales…”
Texto Completo Tomado De La Biblia.
Antología
Lic. ALEKXSANDER GUZMANN
EL SEMBRADOR
I
“-Aquel día saliendo Jesús de casa, fue y se sentó a la orilla del mar.
Y se juntó a su alrededor un concurso tan grande de gente, que le fue preciso entrar en una barca, y tomar asiento en ella; y todo el mundo estaba a la ribera; al cual habló muchas cosas por medio de parábolas, diciendo: salió una vez cierto sembrador a sembrar; y al esparcir los granos, algunos cayeron cerca del camino; y vinieron las aves y se los comieron.
Otros cayeron en pedregales, donde había poca tierra, y luego brotaron, por estar muy someros en la tierra, mas nacido el sol se quemaron y se secaron, porque casi no tenían raíces. Otros granos cayeron entre espinas, y crecieron las espinas y los sofocaron. Otros en fin, cayeron en buena tierra, y dieron fruto, donde ciento por uno, donde sesenta, y donde treinta. Quien tenga oídos para entender, entienda.”
San Mateo 13/ 1-9
*
“-Escuchad ahora la parábola del sembrador. Cualquiera que oye la palabra del reino de Dios y no para en ella su atención, viene el mal espíritu y le arrebata aquello que se había sembrado en su corazón; este es el sembrado junto al camino.
El sembrado en tierra pedregosa es aquel que oye la palabra de Dios y por el momento la recibe con gozo. Más no tiene interiormente raíz, sino que dura poco; y sobreviniendo la tribulación y persecución por causa de la palabra, luego le sirve ésta de escándalo.
El sembrado entre espinas es el que oye la palabra de Dios, mas los cuidados de este siglo y el embeleso de las riquezas lo sofocan y queda infructuosa. Al contrario, el sembrado en buena tierra es el que oye la palabra de Dios y la medita, y produce fruto, parte ciento por uno, parte sesenta, y parte treinta”.
San Mateo 13/ 18-23
II
“-Otra vez se puso a enseñar cerca del mar; y acudió tanta gente, que le fue preciso subir en una barca, y sentarse en ella dentro del mar, estando toda la gente en tierra a la orilla. Y les enseñaba muchas cosas, usando parábolas, y les decía así conforme a su manera de enseñar: Escuchad: Haced cuenta que salió un sembrador a sembrar; y al esparcir el grano, parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y lo comieron. Parte cayó sobre pedregales, donde había poca tierra, y luego nació por no poder profundizar en ella; mas calentando el sol, se marchitó; y como no tenía raíces, se secó. Otra parte cayó entre espinas, y las espinas crecieron y lo ahogaron, y así no dio fruto. Finalmente, parte cayó en buena tierra, y dio fruto erguido y abultado, cuál a treinta por uno, cuál a sesenta, y cuál a ciento. Y les decía: Quién tiene oídos para oír, escuche y reflexione”.
San Marcos 4/ 1-9
-“-Escuchad: El sembrador es el que siembra la palabra. Los sembrados junto al camino, son aquellos hombres en que se siembra la palabra, y luego que la han oído, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en sus corazones.
De ese modo los sembrados en pedregales, son aquellos que, oían la palabra, desde luego la reciben con gozo; mas no echa raíces en ellos, y así dura muy poco, y luego viene alguna tribulación o persecución por causa de la palabra, al instante se rinden. Los otros sembrados entre espinas son los que oyen la palabra; pero los afanes del siglo, y la ilusión de las riquezas, y los demás apetitos desordenados a que se dan entrada, ahogan la palabra divina, y viene a quedar infructuosa.
Los sembrados, en fin, en buena tierra, son los que oyen la palabra y la reciben y conservan en su seno, y dan fruto, quién a treinta por uno, quién a sesenta, y quien a ciento.
San Marcos 4/14-20
III
“-En ocasión de un grandísimo concurso de gentes, que de las ciudades acudían presurosas a él, dijo esta parábola: Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al esparcirla, parte cayó a lo largo del camino, donde fue pisoteada, y las comieron las aves del cielo. Parte cayó en un pedregal, y luego que nació, se secó por la falta de humedad. Parte cayó entre espinas, y creciendo al mismo tiempo las espinas con ella, la sofocaron. Parte dio fruto a ciento por uno. Dicho esto exclamó en alta voz: El que tenga oídos para escuchar atienda bien a lo que digo.”
San Lucas 8/ 4-8
-
“-Ahora bien el sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios; los granos sembrados a lo largo del camino, significa aquellos que la escuchan, sí; pero viene el diablo, y se la saca del corazón, para que no crean y se salven; los sembrados en un pedregal, son aquellos que, oída la palabra, la reciben, sí, con gozo, pero no echa raíces en ellos; y así creen por una temporada, y al tiempo de la tentación vuelven atrás; la semilla caída entre espinas, son los cuidados, y las riquezas y delicias de la vida, al cabo la sofocan, y nunca llega a dar fruto.
En fin, la que cae en buena tierra, denota aquellos que con un corazón bueno y muy sano oyen la palabra de Dios, y la conservan con cuidado, y mediante la paciencia dan fruto sazonado.”
San Lucas 8/ 11-15
EL HIJO PRODIGO
“-Añadió también: Un hombre tenía dos hijos, de los cuales el más mozo dijo a su padre: padre, dame la parte de la herencia que me toca. Y el padre repartió entre los dos la hacienda. No pasaron muchos días cuando aquel hijo más mozo, recogidas todas sus cosas, se marchó a un país muy remoto, y allí malbarato todo su caudal, viviendo disolutamente. Después que lo gastó todo, sobrevino una gran hambre en aquel país, y comenzó a padecer necesidad. De resultas se puso a servir a un morador de aquella tierra, el cual envió a su granja a guardar cerdos. Allí deseaba con ansia henchir su vientre de las algarrobas y mondaduras que comían los cerdos; y nadie se las daba.
Y volviendo en sí, dijo: ¡Ay, cuántos jornaleros en casa de mi padre tiene pan en abundancia, mientras yo estoy aquí padeciendo hambre! No, yo iré a mi padre y le diré: Padre mío, pequé contra el cielo, y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; Trátame como a uno de tus jornaleros. Con esta resolución se puso en camino para la casa de su padre. Estando todavía lejos, le avisó a su padre, y se le enternecieron las entrañas, y corriendo a su encuentro, le echó los brazos al cuello, y le dio mil besos.
Le dijo el hijo: Padre mío, yo he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Más el padre, por respuesta dijo a sus criados: Pronto traed aquí luego el vestido más precioso que hay en la casa, y ponédselo, ponedle un anillo en el dedo, y calzadle las sandalias; y traed un ternero cebado, matadlo, y comamos, y celebremos un banquete; pues este hijo estaba muerto, y ha resucitado; se había perdido, y ha sido hallado. Y con esto dieron principio al banquete. Estaba a la sazón el hijo mayor en el campo; y a la vuelta, estando ya cerca de su casa, oyó el concierto de música y el baile; y llamó a uno de sus criados, y le preguntó qué venía a ser aquello. El cual le respondió: ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mando matar un becerro cebado, por haberle recobrado en buena salud. Al oír esto se indignó, y no quería entrar. Salió, pues, su padre afuera y empezó a instarle con ruegos. Pero él le replico diciendo: Es bueno que hace te sirvo, sin haberte jamás desobedecido en cosa alguna que me hallas mandado, y nunca me has dado cabrito para merendar con mis amigos; y ahora que ha venido este hijo tuyo, el cual ha consumido su hacienda con meretrices, has hecho matar para él un becerro cebado. Hijo mío, respondió el padre, tú siempre estás conmigo y todos los bienes míos son tuyos; mas ya ves que era muy justo el tener un banquete y regocijarnos, por cuanto tu hermano había muerto, y ha resucitado; estaba perdido, y se ha hallado.”
San Lucas15/ 11-32
LOS INVITADOS A LAS BODAS
Entretanto Jesús les hablo de nuevo por parábolas, diciendo: En el reino de los cielos acontece lo que a cierto rey le celebró las bodas de su hijo. _Y envió a los criados a llamar los convidados a las bodas, mas éstos no quisieron venir.
Por segunda vez despachó nuevos criados con orden de decir de su parte a los convidados: Tengo dispuesto el banquete; he hecho matar mis terneros y demás animales gordos, y todo está a punto; venid, pues a las bodas.
Mas ellos no hicieron caso; antes bien se marcharon, quien a su granja, y quien a su tráfico ordinario, los demás cogieron a sus criados, y después de haberlos llenado de ultrajes los mataron. Lo cual oído por el rey, montó en cólera, y enviando sus tropas acabó con aquellos homicidas, y abrazó su ciudad. Entonces dijo a sus criados: Las prevenciones a la hora de la boda están hechas, mas los convidados no eran dignos de asistir a ellas. Id, pues, a las salidas de los caminos, y a todos cuantos encontréis convidadlos a las bodas. Al punto los criados, saliendo a los caminos, reunieron a cuanto hallaron, malos y buenos, de suerte que la sala de las bodas se llenó de gentes, que se pusieron a la mesa.
Entrando después el rey a ver los convidados, reparó allí en un hombre que no iba con vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado tú sin vestido de boda? Pero él enmudeció. Entonces dijo el rey a sus ministros de justicia: Atado de pies y manos, arrojadle fuera a las tinieblas; donde no había sino llanto y crujir de dientes. Tan cierto es que muchos son los llamados y pocos los escogidos.
San Mateo 22/ 1-14
LAOVEJA DESCARRIADA
I
“-Solían los publicanos y pecadores acercarse a Jesús para oírle. Y los fariseos y escribas murmuraban de eso diciendo: mirad cómo se familiariza con los pecadores, y come con ellos. Entonces les propuso ésta parábola:
-¿quién de vosotros que teniendo cien ovejas, y habiendo perdido una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y no va en busca de la que se perdió hasta encontrarla? -Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozosos; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido, os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
San Lucas 15/ 4 -7
II
“-Porque el hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se descarría una de ellas ¿no deja las noventa y nueve y va a los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija mas por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.”
San Mateo 18/ 12-13
EL AMIGO NECESITADO
“-les dijo también: Si alguno de vosotros tuviere un amigo y fuese a estar con él a media noche, y a decirle: Amigo mío préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada para darle; aunque aquel este adentro le responda: no me molestes, la puerta ya está cerrada, y mis criados están como yo acostados, no puedo levantarme a dártelos; si el otro porfía en llamar y más llamar; yo os aseguro que cuando se levantare a dárselos por razón de su amistad, a lo menos por librarse de su impertinencia se levantará al fin, y le dará cuantos necesite. Así os digo yo: Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis llamad y se os abrirá.”
San Lucas 11/ 5-9
LOS DOS HIJOS
-¿y qué os parece lo que voy a decir? Un hombre tenía dos hijos, y llamando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña; y él respondió: no quiero. Pero después arrepentido fue. Llamando al segundo, le dijo lo mismo, y aunque él respondió: voy, señor, no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? El primero dijeron ellos. Y Jesús prosiguió:
-En verdad os digo, que los republicanos y las rameras os precederán y entrarán en el reino de Dios: Por cuanto vino Juan a vosotros por las sendas de la justicia, y no le creísteis, al mismo tiempo que los publicanos y las rameras le creyeron. Más vosotros no con ver esto os movisteis después a penitencia para creer en él-.
San Mateo 21/ 28-32
EL SIERVO CRUEL
“-En esta sazón, arrimándosele Pedro le dijo: -Señor, ¿Cuántas veces deberé perdonar a mi hermano cuando pecare contra mi?, ¿hasta siete veces? Le respondió Jesús: No te digo yo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete, o cuantas te ofendiere. Por esto el reino de los cielos viene a ser semejante a un rey que quiso tomar cuentas a sus criados. Y habiendo empezado a tomarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Y como éste no tuviera con que pagar, mandó su señor que fuesen vendidos él y su mujer y sus hijos con toda su hacienda, y se pagase así la deuda. Entonces el criado, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia, que yo te pagaré todo. –Movido el señor en compasión de aquel criado, le dio por libre, y aun le perdono la deuda. Más apenas salió éste criado de su presencia, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y agarrándole por la garganta le ahogaba, diciéndole: paga lo que me debes.
–EL compañero arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten un poco de paciencia conmigo, que yo te pagaré todo. Él no quiso escucharle, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagare todo lo que debía. Al ver los otros criados sus compañeros lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Entonces le llamó su señor y le dijo:¡Oh criado inicuo! Yo te perdoné toda la deuda porque me lo suplicaste. ¿No era, pues, justo que tú también tuvieses compasión de tu compañero, como yo, la tuve de ti? E irritado el señor, le entregó en manos de los verdugos, para ser atormentado hasta cuando satisficiere la deuda por entero. Así de esta manera se portará mi padre celestial con vosotros, si cada uno no perdonare de corazón a su hermano.”
San Mateo 18/ 21-35
EL GRAN BANQUETE
“-Más Jesús respondió: Un hombre dispuso una gran cena, y convidó a mucha gente. A la hora de cenar envió a un criado a decir a los convidados a que viniesen, pues ya todo estaba dispuesto. Y empezaron todos como de concierto a excusarse. El primero le dijo: He comprado una granja, y necesito salir a verla, te ruego que me des por excusado. El segundo le dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas; dame te ruego, por excusado.
Otro dijo: Acabo de casarme, y así no puedo ir allá. Habiendo vuelto el criado refirió todo esto a su amo. Irritado entonces el padre de familia, dijo a su criado: sal luego a las plazas y barrios de la ciudad; y tráeme acá cuantos pobres, y lisiados, y ciegos, y cojos, hallares. Dijo después el criado: Señor, se ha hecho lo que mandaste, y aun sobra lugar. Respondió el amo: sal a los caminos y cercados; y llama a los que halles a que vengan, para que se llene mi casa. Pues os digo que ninguno de los que antes fueron convidados probará mi cena.”
San Lucas 14/ 16-24
CALCULO DE LOS GASTOS
“-Y el que no carga con su cruz, y me sigue, tampoco puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros queriendo edificar una torre, no echa primero despacio las cuentas, para ver si tiene el caudal necesario para acabarla; no le suceda que, después de haber echado los cimientos, y no pudiendo concluirla, todos los que lo vean, comiencen a burlarse de él. Diciendo: ved ahí un hombre que comenzó a edificar, y ¿no pudo rematar? O ¿cuál es el rey, que habiendo de hacer guerra contra otro rey, no considera primero despacio si podrá con diez mil hombres hacer frente al que con veinte mil viene contra él? Que si no puede, despachando una embajada, cuando está el otro todavía lejos, le ruega con paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”
San Lucas 14/ 27-33
LOS TALENTOS
I
“-Mientras escuchaban estas cosas los presentes, añadió una parábola, atento a que se hallaba vecino a Jerusalén, y las gentes creían que luego se había de manifestar el reino de Dios. Dijo, pues: Un hombre de ilustre nacimiento se marchó a una región remota para recibir el reino, y volver con ella. Con este motivo, convocados diez de sus criados. Les dio diez minas o marcos de plata, diciéndoles negociad con ellos hasta mi vuelta.
Es de saber que sus naturales le aborrecían; y así despacharon tras él embajadores, diciendo: No queremos a éste por nuestro rey. Pero habiendo vuelto, recibido el reino, mandó luego a los criados, a quienes había dado su dinero, para informarle de lo que había negociado cada uno. Vino, pues, el primero, y dijo: Señor, tu marco ha rendido diez marcos. Le respondió: bien está, buen criado, ya que esto poco has sido fiel, tendrás mando sobre diez ciudades. Llegó el segundo, y dijo: Señor, tu marco ha dado ganancia de cinco marcos.
Dijo asimismo a éste: tú tendrás también el gobierno de cinco ciudades. Vino otro, y dijo: Señor, aquí tienes tu marco de plata, el cual he guardado envuelto en un pañuelo; porque tuve miedo de ti por cuanto eres hombre de un natural austero; tomas lo que no has depositado, y siegas lo que no has sembrado. Le dijo el amo: ¡Oh mal siervo!, por tu propia boca te condeno; sabías que yo un hombre duro y austero, que llevo lo que no deposité y siego lo que no he sembrado; ¿púes cómo no pusiste mi dinero en el banco, para que yo volviendo lo recobrase con los intereses? Por lo que dijo a los asistentes: Quitadle el marco, y dáselo al que tiene diez marcos. Yo os declaro que aquel que tiene, se le dará, y se hará rico; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Pero en orden de aquellos enemigos míos, que no me han querido por rey, conducidlos acá, y quitadles la vida en mi presencia”.
San Lucas 19/ 11-17
II
“-Así que velad vosotros, ya que no sabéis ni el día ni la hora. Porque el señor obrará como un hombre que, yéndose a lejanas tierras, convocó a sus criados y les entregó sus bienes. Dando al uno cinco talentos, a otro dos, y uno solo a otro, a cada uno según su capacidad, y se marchó inmediatamente.
El que recibió cinco talentos fue, y negociando con ellos, sacó ganancia de otros cinco. De la misma suerte aquel que había recibido dos, ganó otros dos.
Más el que recibió uno, fue e hizo un hoyo en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Pasado mucho tiempo, volvió el amo de dichos criados, y los llamó a cuentas. Llegando el que había recibido cinco talentos, le presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; he aquí otros cinco más que he ganado con ellos.
Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno, siervo diligente y leal, ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho; ven a tomar parte en el gozo de tu señor.
Se acercó después el que había recibido dos talentos y dijo: Señor dos talentos me diste; aquí te traigo otros dos que he ganado con ellos. Le dijo su amo: ¡muy bien, siervo bueno y fiel! Pues has sido fiel en pocas cosas, yo te confiaré muchas más; ven a participar del gozo de tu señor.
Por último llegando el que había recibido un talento, dijo: -Señor, yo se que eres un hombre de recia condición, que siegas donde no has sembrado, y recoges donde no has esparcido, y así temeros de perderle, me fui y escondí tu talento en tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
Pero su amo le replicó y le dijo: ¡Oh siervo malo y perezoso! Tú sabías que siego donde no siembro, y recojo donde nada he esparcido. Pues por eso mismo debías haber dado a los banqueros mi dinero, para que yo a la vuelta recobrase mi caudal con los intereses. Ea, pues, quitadle, y dáselo al que tiene diez talentos. Porque a quien tiene, se le dará, y estará abundante o sobrado; más a quien no tiene, se le quitará aquello que parece que tiene. Ahora bien, a ese siervo inútil arrojado a las tinieblas de afuera; allí será el llorar y el crujir de dientes.”
San Mateo 25/ 13-30
LA PERLA VALIOSA
“-El reino de los cielos es asimismo semejante a un mercader que trata en perlas finas. Y viniéndole a las manos una de gran valor, va y vende todo cuanto tiene, y la compra.”
San Mateo 13/ 45-46
EL SEÑOR Y SU SIERVO
“-Entonces los apóstoles dijeron al señor: Auméntanos la fe. Y el señor les dijo: Sí tuviereis fe tan grande como un granito de mostaza, diréis a ese moral: Arráncate de raíz, y trasplántate en el mar, y os obedecerá. ¿Quién hay entre vosotros que teniendo un criado de labranza, o pastor, luego que vuelve al campo le diga: Ven, ponte a la mesa, y que al contrario no le diga: Disponme la cena, cíñete, y sírveme, mientras yo como y bebo, que después comerás tú y beberás? ¿Por ventura el amo se tendrá por obligado al criado, que hizo lo que le mando? No por cierto. Así también vosotros, después que hubiereis hecho todas las cosas que se os han mandado, habéis de decir: Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que lo que ya teníamos obligación de hacer.”
San Lucas 17/ 5-10
LA RED DEL PESCADOR
“-Así mismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces. Y una vez llena, la sacan a la orilla y sentados recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan afuera. Así será al fin del siglo: Saldrán los ángeles y apartaran a los malos de entre los justos.”
San Mateo 13/ 47-49
CASA SOBRE ROCA Y ARENA
I
“-Quiero mostraros a quién es semejante cualquiera que viene a mí, escucha mis palabras y las practica: Es semejante a un hombre que construyendo una casa, cavó muy hondo, y puso los cimientos sobre peña; venida después la inundación, el río descargó todo el golpe contra la casa, y no pudo derribarla, porque estaba fundada sobre peña. Pero aquel que escucha mis palabras, y no las practica, es semejante a un hombre que construyó su casa sobre tierra sin poner cimiento, contra la cual descargó su ímpetu el río; y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.”
San Lucas 47-49
II
“-Por lo tanto, cualquiera que escucha mis instrucciones y las practica, será semejante a un hombre cuerdo que fundó su casa sobre piedra; y cayeron las lluvias, y los ríos salieron de madre, y soplaron los vientos y dieron con ímpetu contra la casa, más no fue destruida, porque estaba fundada sobre piedra. –Pero cualquiera que oye éstas instrucciones que doy y no las pone por obra, será semejante a un hombre insensato que construyó su casa sobre arena; y cayeron las lluvias y los ríos salieron de madre, y soplaron los vientos con ímpetu contra aquella casa, la cual se desplomó, y su ruina fue grande.”
San Mateo 7/ 24-27
EL ADMINISTRADOR FIEL
“-Respondió el señor: ¿Quién piensas que es aquel administrador fiel y prudente, a quien su amo constituyó mayordomo de su familia, para distribuir a cada uno a su tiempo la medida de trigo correspondiente? Dichoso tal siervo, si su amo a la vuelta lo halla ejecutando así su deber.
En verdad os digo que se le dará la superintendencia de todos sus bienes. Más si dicho criado dijere en su corazón: mi amo no piensa venir tan presto, y empezare a maltratar a los criados, criadas, y a comer, y a beber, y a embriagarse, vendrá el amo del siervo el día que menos le espera, y a la hora que él no sabe, y le echará, le dará el pago debido a los infieles.
Así es que aquel siervo que, habiendo conocido a la voluntad de su amo, no obstante ni puso en orden las cosas, ni se comportó conforme quería su señor, recibirá muchos azotes; más el que sin conocerla hizo cosas que de suyo merecen castigo, recibirá menos. Porque se pedirá cuenta de mucho a aquel a quien mucho se le entregó; y a quien se le ha confiado muchas otras cosas, más cuenta se le pedirá.”
San Lucas 12/ 42-48
EL MAYORDOMO TRAMPOSO
“-Decía también Jesús a sus discípulos; había un hombre rico, que tenía un mayordomo, del cual por la voz común vino a entender, que le había disipado sus bienes. Le llamó, pues, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque no quiero que en adelante cuides de mi hacienda. Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré, pues mi amo me quita la administración de sus bienes? Yo no soy bueno para cavar, y para mendigar no tengo cara.
Pero ya se lo que he de hacer, para que, cuando sea removido de mi mayordomía, halle yo personas que me reciban en su casa. Llamando, pues, a los deudores de su amo a cada uno de por sí, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Respondió: Cien barriles de aceite. Le dijo: Toma tu obligación, siéntate y haz al instante otra de cincuenta. Dijo después a otro: ¿Y tú cuanto le debes? Respondió. Cien coros o cargas de trigo. Le dijo: Toma tu obligación, escribe otra de ochenta. El amo, alabó a este mayordomo infiel, de que hubiese sabido portarse sagazmente, porque los hijos de este siglo, son en sus negocios más sagaces que los hijos de la luz.”
San Lucas 16/ 1-8
LA SEMILLA QUE CRECE SOLA
“-Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa una semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo . Parte de lo suyo lleva fruto a la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano, lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida mete la hoz, porque la siega ha llegado.”
San Marcos 4/ 26-29
EL FARISEO Y EL PUBLICANO
“-Dijo así mismo a ciertos hombres que presumían de justos y despreciaban a los demás, esta parábola:
-Dos hombres subieron al templo a orar, el uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba en su interior de esta manera: ¡Oh Dios! Yo te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces a la semana; pago los diezmos de todo lo que poseo.
-El publicano, al contrario, puesto allá lejos, ni aun los ojos osaba levantar al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo: Dios mío ten misericordia de mi, que soy un pecador.
-Os declaro, pues, que éste volvió a su casa, justificado, mas no el otro; porque todo aquel que se glorifica será humillado; y aquel que se humilla, será glorificado.”
San Lucas 18/10-14
LA VIUDA Y EL JUEZ INJUSTO
“-Les propuso también esta parábola, para hacer ver conviene orar perseveradamente y no desfallecer. Diciendo: En cierta ciudad había un juez, que ni tenía temor de Dios, ni respeto a hombre alguno. Vivía en la misma ciudad una viuda, la cual solía ir a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
Y él no quiso por algún tiempo, pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque yo no temo a Dios, ni respeto a hombre alguno, con todo para que me deje en paz esta vida, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el señor: Oíd lo que dijo el juez injusto ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el hijo del hombre ¿Os parece que hallará fe sobre la tierra?”
San Lucas 18/ 1-8
EL GRANO DE MOSTAZA
I
“-Les propuso otra parábola diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que tomo en su mano un hombre, y lo sembró en su campo. El cual es a la vista menudísimo entre las semillas; mas creciendo viene a ser mayor que todas las legumbres, y se hace el árbol; de forma que las aves del cielo bajan y se posan en sus ramas.”
San Mateo 13/ 31-32
II
“-Y proseguía, diciendo: ¿A qué cosa compararemos el reino de Dios? ¿O con qué parábola le representaremos? Es como el granito de mostaza, que cuando se siembra en la tierra es la más pequeña entre las simientes que hay en ella. Mas después de sembrado, sube y se hace mayor que todas las legumbres, y echa ramas tan grandes, que las aves del cielo pueden reposar debajo de su sombra.”
San Marcos 4/ 30-32
III
“-Decía también Jesús: ¿A qué cosa es semejante el reino de Dios, o con qué podré compararlo? Es semejante a un grano de mostaza que tomo un hombre y lo sembró en su huerta; el cual fue creciendo hasta llegar a ser un árbol tan grande, de suerte que las aves del cielo posaban en sus ramas.”
San Lucas 13/ 18-1
LAS DIEZ VIRGENES
“-Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas salieron a recibir al esposo y a la esposa; de las cuales cinco eran necias y cinco prudentes.
Pero las cinco necias, al coger sus lámparas no se proveyeron de aceite; al contrario las prudentes con las lámparas llevaran aceite en sus vasijas. Como el esposo tardase en venir, se adormecieron todas, y al fin se quedaron dormidas. Mas llegada la media noche, se oyó una voz que gritaba: mirad que viene el esposo, salidle al encuentro.
Al punto se levantaron todas aquellas vírgenes, y aderezaron sus lámparas. Entonces las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagaron. Respondieron las prudentes diciendo: No sea que este que tenemos no basta para nosotras y vosotras, mejor es que vayáis a los que venden y compréis el que os falta. Mientras iban estas a comprarlo, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Al cabo vinieron también las otras vírgenes diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Pero el respondió y dijo: En verdad os digo que yo no os conozco. Así que velad vosotras, ya que no sabéis ni el día ni la hora.”
San Mateo 25/ 1-13
EL PRESTAMISTA Y LOS DOS DEUDORES
“-Lo que viendo el fariseo que le había convidado, decía para consigo: si este hombre fuera profeta, bien conocería quién, y qué tal es la mujer que le está tocando, o que es una mujer de mala vida. Jesús respondiendo a su pensamiento, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Di, maestro, respondió él.
-Cierto acreedor tenía dos deudores, uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. No teniendo ellos con que pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de ellos a tu parecer le amará más? Respondió Simón: Hago juicio que aquel a quién se perdonó más. Y le dijo Jesús: has juzgado rectamente y volviéndose hacía la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me has dado agua con que se lavaran mis pies; más esta ha bañado mis pies con sus lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me has dado el ósculo de la paz; pero ésta desde que llegó no ha cesado de besar mis pies.
Tú no has ungido con óleo o perfume mi cabeza; y ésta ha derramado sobre mis pies sus perfumes. Por todo lo cual te digo que le serán perdonados muchos pecados, porque ha amado mucho. Que ama menos a quien menos se le perdona, en seguida dijo a la mujer: perdonados te son tus pecados. Y luego los convidados empezaron a decir interiormente: ¿Quién es este que también perdona pecados? Mas él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.”
San Lucas 7/ 39-50
LAS OVEJAS Y LOS MACHOS CABRIOS
“-Cuando venga, pues, el hijo del hombre con toda su majestad, y acompañado de todos sus ángeles, se sentara entonces en el trono de su gloria; y hará compadecer delante de él a todas la naciones; y separará a los unos de los otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, poniendo a las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.
Entonces el rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi padre, a tomar posesión del reino celestial, que os está preparando desde el principio del mundo; porque yo tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me hospedasteis; estando desnudo, me cubristeis, enfermo y me visitáis; encarcelado y vinisteis a verme y a consolarme. A lo cual los justos responderán, diciendo:
¿Cuándo te vimos nosotros hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber?; ¿Cuándo te hallamos desnudo y te vestimos?, o ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a visitarte? Y el rey respondió: siempre que lo hacéis con alguno de estos mis más pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis.”
San Mateo 25/ 31-40
LAZARO Y EL HOMBRE RICO
“-Hubo cierto hombre rico, se vestía de púrpura y de lino finísimo; y tenía cada día espléndidos banquetes. Al mismo tiempo vivía un mendigo llamado Lázaro, el cual cubierto de llagas, yacía a la puerta de éste, deseando saciarse con las migajas que caían de la mesa de rico, mas nadie se las daba; pero los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió dicho mendigo. Y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico, y fue sepultado en el infierno. Y cuando estaba en los tormentos. Levantando los ojos vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno. Y exclamó diciendo: ¡Padre mío Abraham!, compadécete de mí y envíame a Lázaro, para que mojando la punta de su dedo en agua, me refresque la lengua, pues me abrazo en estas llamas. Le respondió Abraham: Hijo, acuérdate que recibisteis bienes durante tu vida, y Lázaro al contrario males; y así éste ahora es consolado y vosotros, está de por medio un abismo insondable: de suerte que los que de aquí quisieran pasar a vosotros, no podrían, ni tampoco de ahí pasar a acá.
Ruegote, pues, ¡Oh padre!, replicó el rico, que lo envíes a casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, a fin de que los advierta, y no les suceda a ellos, por seguir mi mal ejemplo, venir a este lugar de tormentos. Le replicó Abraham: Tienen a moisés y a los profetas; escúchenlos. No basta esto, dijo él, ¡Oh padre Abraham!, pero si alguno de los muertos fuere a ellos, harán penitencia .Le respondió Abraham: si a Moisés y a los profetas no los escucharon, aun cuando uno de los muertos resucite, tampoco le darán crédito.”
San Lucas 16/ 19-31
EL RICO NECIO
“-Con esta ocasión les dijo: Estad alertas y guardas de toda avaricia; que no depende la vida del hombre de la abundancia de los bienes que él posee. Y en seguida les puso ésta parábola: Un hombre rico tuvo una extraordinaria cosecha de frutos en su heredad; y discurría para consigo, diciendo: ¿Qué haré, que no tengo sitio para encerrar mis granos? Al fin dijo: Haré esto: Derribaré mis graneros, y construiré otros mayores, donde almacenar todos mis productos y mis bienes, con lo que iré a mi alma: ¡Oh alma mía!, ya tienes muchos bienes de repuesto para muchísimos años: Descansa, come, bebe, y date buena vida. Pero le dijo Dios: ¡Insensato! Esta misma noche han de exigir de ti la entrega de tu alma; ¿De quién será cuanto has almacenado? Esto es lo que sucede al que atesora para sí, y no es rico a los ojos de Dios.”
San Lucas 12/ 15-21
LA HIGUERA SIN HIJOS
“-Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: he aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿Para qué inutiliza la tierra? –El entonces, respondiendo, le dijo: Señor déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto; bien; y sí no, la cortarás después. Enseñaba Jesús en una sinagoga en el Apia de reposo.”
San Lucas 13/ 6-10
EL TESORO ESCONDIDO
“-Es también semejante el reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo, que si no lo halla un hombre lo encubre de nuevo, y gozoso del hallazgo va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo.”
San Mateo 13-44
EL TRIGO Y LA CIZAÑA
“-Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena simiente en su campo. Pero al tiempo de dormir los hombres, vino cierto enemigo suyo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. Estando ya el trigo en hierba y apuntando la espiga, se descubrió asimismo la cizaña. Entonces los criados del padre de la familia acudieron a él, y le dijeron: Señor ¿No sembraste buena simiente en tu campo?; pues ¿Cómo tiene cizaña? –Les respondió: Algún enemigo mío la habrá sembrado. Replicaron los criados: ¿Quieres que vallamos a recogerla? –A lo que respondió: No, porque no suceda que, arrancando la cizaña, arranquéis con ella el trigo. Dejad crecer una y otro, hasta la ciega, que al tiempo de la siega, yo diré a los segadores: coged primero la cizaña, y haced gavillas de ella para el fuego, y meted después el trigo en mi granero.”
San Mateo 13/ 24-30
LA HIGUERA DE VERANO
“…Entonces aparecerá la señal del hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentaran todas las tribus de la tierra, y verán la hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntaran a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. De la higuera aprended la parábola: cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también cuando vosotros viereis todas estas cosas, tened por cierto que ya llegó el hijo del hombre está para llegar, que está ya a la puerta.”
San Mateo 24/ 30-33
LA LEVADURA Y LA MASA
I
“-Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres satos o celemines de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada.”
San Mateo 13/ 33
II
“-Y volvió a repetir: ¿A qué cosa diré que se asemeja el reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la revolvió en tres medidas de harina, hasta que hubo fermentado toda la masa.”
San Lucas 13/ 20-21
LA MONEDA PERDIDA
“-Os digo que de este modo habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia. O ¿Qué mujer, teniendo diez dracmas o monedas de plata, si pierde una, no enciende la luz, y barre la casa, y lo registra todo, hasta dar con ella? –Y hallándola, convoca a sus amigas y vecinas, diciendo: Alegraos conmigo, que ya he hallado la dracma que había perdido.
Así os digo yo, que harán fiesta los ángeles de Dios por un pecador que haga penitencia.”
San Lucas 15/ 7-10
REMIENDO NUEVO EN ROPA VIEJA
“-Nadie echa un remiendo de paño nuevo de un vestido viejo; de otra suerte, rasga lo nuevo parte de lo viejo, y se hace mayor la rotura.”
San Mateo 9/ 16
VINO NUEVO EN CUEROS VIEJOS
“-Ni tampoco echan el vino nuevo en cueros viejos; porque si esto se hace, revienta el cuero, y el vino se derrama y se pierden los cueros. Pero el vino nuevo lo echan en cueros nuevos, y así se conserva lo uno y lo otro.”
San Mateo 9/ 17
LOS OBREROS DE LA VIÑA
“-Porque el reino de los cielos se parece a un padre de familia, que al romper el día salió a alquilar jornaleros para su vida, y ajustándose con ellos en un denario por día, los envió a la viña. Saliendo después, casi a las nueve de la mañana se encontró con otro que estaban mano sobre mano en la plaza, y les dijo: Andad también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Otras dos veces salió al mediodía y a las tres de la tarde hizo lo mismo.
Finalmente salió casi a las cinco de la tarde y vio a otros que estaban todavía sin hacer nada, ¿Cómo estáis aquí ociosos todo el día? Le respondieron: Es que nadie nos ha alquilado.
Les dijo: Pues id también vosotros a mi viña. Puesto el sol, dijo el dueño de la viña a su mayordomo: llama a los trabajadores y págales el jornal, empezando desde los últimos y acabando en los primeros.
Venidos, pues, los que habían ido cerca de las cinco de la tarde recibieron un denario cada uno. Cuando al fin llegaron los primeros, se imaginaron que les darían más. Pero éstos recibieron igualmente cada uno su denario. Y al recibirlo murmuraban contra el padre de familia, diciendo: estos últimos no han trabajado más que una hora; y los has igualado con nosotros, que hemos soportado el peso del día y el calor.
Mas él, por respuesta, dijo a uno de ellos: Amigo, yo no te hago agravio. -¿No te ajustaste conmigo a un Denario? Toma, pues, lo que es tuyo, y vete; yo quiero dar a éste, aunque sea el último, tanto como a ti. ¿Acaso no puedo yo hacer de lo mío lo que quiero?; ¿O ha de ser tu ojo tan malo o envidioso, porque yo soy bueno? De esta suerte, los últimos en este mundo serán los primeros en el reino de los cielos; y los primeros, serán los postreros. Muchos son los llamados pero pocos los escogidos.”
San Mateo 20/ 1-16
LOS PUESTOS DE HONOR EN EL BANQUETE
“-Notando entonces que los convidados iban escogiendo los primeros puestos en la mesa, les propuso ésta parábola, y dijo: Cuando fueras convidado a las bodas, no te pongas en el primer puesto, porque quizás haya otro convidado de más distinción que tú; y sobreviniendo el que a ti y a él os convidó, te diga: Has lugar a éste; y entonces con sonrojo te veas precisado a ponerte el último lugar; para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba, lo que te acarreará honor a la vista de los demás convidados. Así es que cualquiera que se enaltezca, será humillado; y el que se humille, será enaltecido.”
San Lucas 4/ 7-14
LOS SIRVIENTES VIGILANTES
“-Estad con vuestras ropas ceñidas a la cintura, y tened en vuestras manos las luces ya encendidas. Sed semejantes a los criados que aguardan a su amo cuando vuelve de las bodas, a fin de abrirle prontamente, luego que llegue, y llame a la puerta. Dichosos aquellos siervos a los cuales el amo al venir encuentra así velando; en verdad os digo, que recogiéndose él su vestido, los hará sentar a la mesa, y se pondrá a servirles.
Y si viene a la segunda vela, o viene a la tercera, y los halla así prontos, dichosos son tales criados. Tened esto por cierto, que si el padre de familia supiera a qué hora ha de venir el ladrón, estará ciertamente velando, y ni dejarían que robasen su casa. Así vosotros estad siempre prevenidos; porque a la hora que menos pensáis vendrá el hijo del hombre.”
San Lucas 12/ 35-40
LA LAMPARA BAJO EL CELEMIN
“-Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos.”
San Mateo 5/ 14 -16
*
“-Les decía también: ¿Por ventura se trae o enciende una luz para ponerla debajo de algún celemín, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla sobre un candelero? Nada, pues, hay secreto que no deba manifestar, ni cosa alguna que se haga para estar encubierta, sino para publicarse.”
San Marcos 4 21-22
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“-y añadió: Ninguno después de encender una antorcha la tapa con una vasija, ni la mete debajo de la cama; sino que la pone sobre un candelero, para que dé luz a los que entran.”
San Lucas 8/ 16
LOS VIÑADORES ASESINOS
“-Escuchad otra parábola. Erase un padre de familia que plantó una viña y la cercó de vallado; y cuando hizo en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó después a ciertos ladrones, y se ausento después a un país lejano. Venida ya la sazón de los frutos, envió sus criados a los renteros para que percibiesen el fruto de ella. Mas los renteros acometiendo a los criados, apalearon a uno, mataron al otro, y al otro le apedrearon. Por segunda vez envió nuevos criados en mayor número que los primeros, y los trataron de la misma manera. Por último les envió a su hijo, diciendo para consigo: A mi hijo, por lo menos, le respetarán. Pero los renteros, al ver al hijo, dijeron entre sí: Éste es el heredero; venid, matémosle, y nos alzaremos con su herencia. Y agarrándole le echaron fuera de la viña, y le mataron. Ahora bien, volviendo el dueño de la vida, ¿Qué hará a aquellos labradores? Hará, dijeron ellos, que esta gente tan mala perezca miserablemente, y arrendará su viña a otros labradores que le paguen los frutos a sus tiempos.”
San Mateo 21/ 33-41
EL BUEN SAMARITANO
“-Entonces Jesús tomando la palabra dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en mano de ladrones, que le despojaron de todo, le cubrieron de heridas, y se fueron, dejándolo medio muerto. Bajaba casualmente por el mismo camino un sacerdote, y aunque le vio pasó de largo. Igualmente un levita, a pesar de que se halló vecino al sitio, y le miró, siguió adelante. Pero un caminante samaritano, llegó a donde estaba, y viéndole se movió a compasión; y arrimándose, vendó sus heridas bañándolas con aceite y vino; y subiéndole en su cabalgadura, le condujo al mesón, y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, y se los dio al mesonero, diciéndole: Cuídame este hombre; y todo lo que gastares de más yo te lo abonaré a mi vuelta. ¿Quién de estos tres te perece haber sido prójimo del que cayó en manos de los ladrones? –Aquél, respondió el doctor, que usó con él de misericordia. Pues anda, le dijo Jesús, y haz tu otro tanto...”
San Lucas 10/ 30-37
El SERMON DE LA MONTAÑA
Jesús de Nazaret
Las bienaventuranzas
Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
LA SAL DE LA TIERRA
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
LA LUZ DEL MUNDO
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
JESUS Y LA LEY
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
JESUS Y LA IRA
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
JESUS Y EL ADULTERIO
Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
EL DIVORCIO
También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.
JESUS Y LOS JURAMENTOS
Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
EL AMOR HACIA LOS ENEMIGOS
Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
JESUS Y LA LIMOSNA
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
JESUS Y LA ORACION
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
JESUS Y EL AYUNO
Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
TESOROS EN EL CIELO
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
LA LAMPARA DEL CUERPO
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
DIOS Y LAS RIQUEZAS
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
EL AFAN Y LA ANSIEDAD
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
EL JUZGAR A LOS DEMAS
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
LA ORACION Y LA REGLA DE ORO
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
LA PUERTA ESTRECHA
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
POR SUS FRUTOS LOS CONOCEREIS
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.
NUNCA OS CONOCI
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
LOS DOS CIMIENTOS
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le
compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
http://parabolasdejesusdenazareth.blogspot.com.es/
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