09-11-09
(Ntra. Sra. de La Almudena)
Jesús:
(En el autobús de Madrid a casa, después de entregar la prueba del Libro en
la imprenta)
¡Marga, Marga, Marga! ¡Querida amada!, ¡pequeña mía!
(Qué maravilla oír a Jesús llamarte con tanto cariño)
Qué bonito hoy, que ya habéis ido a dar el Libro. Aunque tú no hayas sentido nada
especial, ¡en el cielo estamos todos gozando de este día!
¡Sí! ¡Albricias! ¡Está más cerca vuestra liberación! ¡Está más cerca vuestra
liberación!
Marga: ¡preciosa mía!, ¡querida mía! ¡Gracias! ¡Gracias! Gracias por creer en Mí
todos estos años y por perseverar. ¡Gracias! Por el alivio que me causas
trayéndome a tantas almas.
¡Oh, la Verdadera Devoción!
“La Verdadera Devoción” es la Eucaristía.
¡Oh! Riadas de gente viniendo a la Eucaristía.
Y tú una de las artífices.
No... no es que te ponga a ti como la principal, porque no lo eres. No lo eres, hija, y
tú lo sabes. Decir otra cosa sería una muestra de que no Soy Yo quien te hablo.
Pero sí una de las artífices, una de las artífices de atraer a los hombres a la
Eucaristía.
Cierra la puerta a ese mundo antiguo, ¡y ven al nuevo!
¡Será tan bonito encontrarte siempre contenta! ¡Siempre contenta, hija, siempre
contenta! Porque serás feliz.
Vendré a buscarte, y a toda hora que venga: tú estarás feliz.
¡Oh, Marga..! ¿Sabes? No tendrás que preocuparte de nada. Ni del sustento diario.
Te prometo que Yo te sustentaré.
Me tienes a Mí. ¿No te sirvo Yo?
¡Oh, hija!, ¡no te preocupes por nada!
Quisiera que fueras esa ratoncita que vive despreocupada del día de mañana,
porque está en las manos de Dios, y el mañana traerá otro afán.191
¡Oh, hija!, ¿tú sabes de qué vida te estoy hablando?
Hija... no atisbas a imaginarla.
Te lo he dado todo, hija, te lo he dado todo. ¿No querrás concederme tú a Mí lo que
Yo te pido también?
¡Por favor, Jesús! ¡eres Irresistible! ¿Cómo te voy a decir que no? ¡Que sí,
que sí, que sí, que sí!
(Jesús ríe con una risa de Hombre, ¡tan bonita! Es una risa de gozo y
varonil.)
¡Oh, qué bonito! ¡Oh, Jesús!, ¿quién te viera? ¡Jesús! ¡Jesús! Llévame ya.
Hija mía: tú me haces dichoso. Tú me consuelas, hija mía, tú me consuelas.
Hermana mía, Paloma mía, Hermosa mía192. Tú me consuelas.
¿Quieres que te diga una cosa? Por este camino no has hecho más que empezar. Te
maravillarás. “Ni el ojo vio ni el oído oyó lo que le está reservado a los que Le
aman”193
Tú todavía aquí tienes mucho trabajo.
Marga mía: atraerás a todos los hombres hacia Mí.
Recupera tu vocación de joven.
191 Cfr. Mt 6,33-34.
192 Cfr. Ct 2,10.14. Para comprender el tono de Jesús en estos párrafos, conviene
leer el Cantar de los Cantares.
193 I Co 2,9.
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