Santa Faustina Kowalska, a quien se le apareció el Señor de la
Divina Misericordia, Dios le permitió ver el
purgatorio, el
infierno y el
cielo con un mensaje para todas las personas.
1. El purgatorio
Una noche, cuenta la santa, su Ángel de la Guarda le pidió que lo siguiera, y de repente se vio en un lugar lleno de fuego y de almas sufrientes. Ellas estaban orando fervientemente por sí mismas, “pero no era válido, solamente nosotras podemos ayudarlas”, señaló Santa Faustina.
Ella preguntó a las almas lo que más las hacía sufrir y le contestaron que era el sentirse abandonadas por Dios. Luego, vio a la Virgen María que visitaba a las almas del purgatorio, quienes la llamaban “Estrella del Mar”.
Finalmente, su Ángel Guardián le pidió que regresaran. Al salir de aquella prisión de sufrimiento, escuchó la voz del Señor que le dijo: “Mi Misericordia no quiere esto, pero lo pide mi Justicia”.
2. El infierno
En un retiro de ocho días que vivió Santa Faustina Kowalska, en octubre de 1936, ella vio el abismo del infierno con varios de sus tormentos. Luego, escribió lo que se le permitió ver a pedido del mismo Cristo.
“Fui llevada por un Ángel al abismo del infierno. Es un sitio de gran tormento. ¡Cuán terriblemente grande y extenso es! Las clases de torturas que vi: La primera es la privación de Dios; la segunda es el perpetuo remordimiento de conciencia; la tercera es que la condición de uno nunca cambiará; la cuarta es el fuego que penetra en el alma sin destruirla –un sufrimiento terrible, ya que es puramente fuego espiritual–, prendido por la ira de Dios”, describió la santa.
Asimismo, señaló que la quinta tortura es una oscuridad continua con un terrible olor sofocante y que a pesar de la oscuridad, las almas de los condenados se ven entre ellas.
“La sexta es la compañía constante de Satanás; la séptima es una angustia horrible, odio a Dios, palabras indecentes y blasfemia. Estos son los tormentos que sufren los condenados, pero no es el fin de los sufrimientos. Existen tormentos especiales destinados para almas en particular. Estos son los tormentos de los sentidos. Cada alma pasa por sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionado con el tipo de pecado que ha cometido”.
Por otro lado, indicó que hay cavernas y fosas de tortura donde cada forma de agonía difiere de la otra. “Yo hubiera fallecido a cada vista de las torturas –explicó Santa Faustina– si la Omnipotencia de Dios no me hubiera sostenido. Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ninguna alma encuentre una excusa diciendo que no existe el infierno, o que nadie ha estado ahí y por lo tanto, nadie puede describirlo".
3. El cielo
El 27 de noviembre de 1936 la santa escribió una visión del cielo, en el que pudo ver sus bellezas incomparables, la felicidad que nos espera para después de la muerte y el cómo todas las criaturas alaban y dan gracias a Dios sin cesar.
Indicó que esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero es siempre nueva, derramando felicidad para todas las criaturas. “Dios me ha hecho entender que hay una cosa de un valor infinito a sus ojos, y eso es, el amor a Dios; amor, amor y nuevamente amor, y nada puede compararse a un solo acto de amor a Dios”.
De igual manera contó que “Dios en su gran majestad, es adorado por los espíritus celestiales, de acuerdo a sus grados de gracias y jerarquías en que son divididas, no me causó temor ni susto; mi alma estaba llena de paz y amor; y mientras más conozco la grandeza de Dios, más me alegro de que Él sea el que es”.
“Me regocijo inmensamente en su grandeza y me alegro de que soy tan pequeña, ya que siendo tan pequeña, Él me carga en sus brazos y me aprieta a su corazón”, destacó santa Faustina Kowalska.
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