El Consejo de Europa ha encargado el 'estudio' a la Fundación Humanista de Europa (EHF), bajo cuyo paraguas se encuentran las organizaciones radicales lacistas que abogan por erradicar el cristianismo.
REDACCIÓN HO /
ZENIT.- Europa ha sido escenario en los últimos años de una serie de importantes disputas sobre religión y política, desde la prohibición del burka en Francia a la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre los crucifijos de las escuelas italianas, pasando por los conflictos en Gran Bretaña sobre diversas cuestiones. Y la persecución a los católicos en España que de forma descarada viene ocurriendo en los últimos meses.
En este contexto, la Comisión Europea está llevando a cabo una investigación sobre religión y laicismo, bajo el nombre de un proyecto de estudio conocido como Religare.
La descripción oficial del estudio explica que este parte de la “presunción de la universalidad del concepto de igualdad, y cómo este concepto se ve amenazado por la creciente diversidad de creencias religiosas y de otras convicciones que están transformando el panorama intelectual, cultural y religioso de Europa”. El proyecto comenzó en febrero de 2010 y su realización llevará tres años.
Dudas razonables de la 'objetividad' del proyecto
Una organización no gubernamental, el Observatorio para la Intolerancia y la Discriminación contra los Cristianos en Europa, acaba de hacer público un documento que ha enviado a quienes elaboran este estudio. Explicaba que, si bien el proyecto Religare intenta basarse en investigaciones independientes más que en documentos enviados por organizaciones, tuvieron conocimiento de que la Fundación Humanista Europea (EHF) había enviado su propio documento.
La Fundación Humanista Europea, es una pata más de las muchas garras del laicismo radical organizado, así en el España el Observatorio de la Laicidad, los mayores precursores de los ataques a todos los niveles contra la Iglesia Católica en España, están adscritos y forman parte de dicha Fundación.
El documento enviado contenía algunas exigencias de carácter intolerante que constituyen una discriminación contra los cristianos, por lo que el Observatorio preparó su propia presentación para no dejar estas exigencias sin respuesta.
La libertad de religión se reconoce en todos los documentos importantes sobre derechos humanos, observaba la comunicación del Observatorio. Es, además, no sólo un derecho individual sino que se aplica también a las actividades de las comunidades religiosas.
“La religión, y sobre todo la fe cristiana, es un valioso activo para la sociedad”, afirmaba la comunicación.
Las personas religiosas llevan una vida más sana, tienen una mayor esperanza de vida, matrimonios más estables, y son más generosas a la hora de contribuir al bien común, señalaba la comunicación.
La religión, por consiguiente, es algo que debería fomentarse, en vez de restringirse.
Se utiliza con demasiada frecuencia el término fundamentalismo con objeto de denigrar la religión. Se trata de una utilización inadecuada de un término que tiene sus orígenes en la descripción de una serie específica de creencias teológicas – los fundamentos. Está mal utilizar este término en el contexto de un ataque general contra el cristianismo.
El Observatorio criticaba el documento de la EHF por contener numerosos estereotipos negativos carentes de fundamento. Entre ellos está el de presentar la religión como la fuente de todos los males sociales, y como totalitaria y causa de división.
El Observatorio criticaba además la postura de la EHF, cuya actitud, en el fondo, era únicamente la de atacar a las demás visiones del mundo sin hacer aportación positiva alguna. Una evidencia de esta mentalidad es la falta absoluta de una sola contribución social destacada por parte de los ateos. Algo que contrasta con el gran número de hospitales, hogares de ancianos, colegios y universidades dirigidas por comunidades religiosas.
Laicismo
En nombre del laicismo, la EHF solicitaba un espacio público neutral en el que todos pudieran encontrarse en condiciones de igualdad. La forma en que definen este espacio, señalaba el Observatorio, busca en realidad suprimir completamente cualquier contenido o símbolo religioso.
Lejos de ser neutral, esto no sería sino un reflejo de su ateísmo y un rechazo de la religión.
El cristianismo reconoce el carácter laico del Estado, explicaba el documento del Observatorio. No obstante, es importante definir correctamente este término. Laico hace referencia a lo que es terrenal o temporal. La tarea de las autoridades públicas es, así, asegurar el bienestar temporal de los ciudadanos, mientras que la religión busca su salvación eterna.
El documento sostenía que estas tareas son distintas una de otra, pero esta separación no quiere decir que el estado deba ser irreligioso o antirreligioso, o que haya que excluir los puntos de vista religiosos de los debates públicos.
Esta pretensión de que el Estado debería ser neutral respecto a la religión no se encuentra únicamente en la comunicación de la EHF sino también en los términos de referencia para la investigación Religare, indicaba el Observatorio.
Esta postura no refleja la realidad de Europa. El Observatorio enumeraba muchos estados cuyas constituciones o hacen referencia a Dios o dan un estatus especial a la religión. Entre estos países están Alemania, Suiza, Grecia, Italia, Dinamarca, Noruega y España.
El Observatorio afirmaba, además, que la libertad de religión no significa sólo tratar de igual forma a todas las religiones. La libertad religiosa y la libertad de conciencia incluyen la tolerancia y el espacio para las creencias religiosas siempre que estén de acuerdo con las exigencias fundamentales de la justicia.
Espacio público
La comunicación del Observatorio pasaba luego a examinar una serie de puntos concretos planteados por la EHF. En su documento, la EHF mantenía que la presencia de símbolos religiosos en los espacios públicos viola los principios de neutralidad o laicismo.
Esta postura carece de fundamento, ya que esos supuestos principios no se encuentran ni en la Unión Europea ni en el derecho internacional.
La EHF exigía también restricciones en el uso de prendas religiosas. Ceder a esta demanda, respondía el Observatorio, sería un recorte injustificado de la libertad personal. Todo el mundo debe ser libre para vestir como quiera, siempre que se garantice la seguridad y la decencia.
En cuanto a la educación de los hijos, el papel del Estado es ayudar a los padres. El Observatorio advertía así de que el Estado no tiene derecho alguno de adoctrinar a los niños con ideologías. Si los padres quieren educar a sus hijos en la fe cristiana el Estado debería apoyar a los padres en este esfuerzo.
Y en cuanto al puesto de trabajo, el Observatorio indicaba que la legislación actual de la Unión Europea reconoce la necesidad de exenciones para organizaciones con un ethos específico. Se debe garantizar un respeto similar a la religión o creencias de cada empresario.
La petición de la EHF de que se regule el derecho a la objeción de conciencia apunta a un claro recorte de este derecho.
La EHF mantenía que la objeción de conciencia sólo se aplica a los individuos y no a los hospitales cristianos o a las iglesias. El Observatorio apuntaba que esto es contrario a lo que establece el derecho internacional, que reconoce la naturaleza colectiva de la libertad religiosa.
El documento de la EHF también buscaba cambiar los conceptos de matrimonio y familia para eliminar la complementariedad natural de ambos sexos. Daba argumentos a favor del “matrimonio” del mismo sexo y a favor de permitir a estas parejas tener hijos.
Es perfectamente legítimo definir el matrimonio como el compromiso de por vida de un hombre y una mujer, contestaba el Observatorio. Este concepto ha existido antes del cristianismo y no es creencia de ninguna religión en particular.
Además, diluir el concepto del matrimonio y de la familia y permitir un número de opciones arbitrarias conducirá a la disolución de todo el concepto.
Otro punto planteado por el escrito de la EHF es la pretensión de reconocimiento oficial del Estado, igual al dado a las iglesias, para las organizaciones ateas y humanistas.
Esta medida conduciría a una inmerecida influencia de grupos que son marginales, afirmaba el Observatorio. Además, la experiencia del siglo XX de los regímenes totalitarios ateos proporciona suficiente evidencia del antagonismo existente entre ateísmo y derechos humanos.
Cuestión de dignidad
“El derecho a la libertad religiosa se funda en la misma dignidad de la persona humana”, afirmaba Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero (No. 2). Debe entenderse no sólo como ausencia de coacción, sino, fundamentalmente, como la capacidad de ordenar las propias opciones según la verdad.
La libertad religiosa es también fruto de una buena cultura política y jurídica. Es un bien esencial, que permite que cada persona profese y manifieste sus creencias, de forma individual o en comunidad, en público o en privado. Queda por ver si la investigación de la Comisión Europea reconocerá todo el alcance de la libertad religiosa.
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