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Ora todos los días muchas veces: "Jesús, María, os amo, salvad las almas".

El Corazón de Jesús se encuentra hoy Locamente Enamorado de vosotros en el Sagrario. ¡Y quiero correspondencia! (Anda, Vayamos prontamente al Sagrario que nos está llamando el mismo Dios).

ESTEMOS SIEMPRE A FAVOR DE NUESTRO PAPA FRANCISCO, ÉL PERTENECE A LA IGLESIA DE CRISTO, LO GUÍA EL ESPÍRITU SANTO.

Las cinco piedritas (son las cinco que se enseñan en los grupos de oración de Medjugorje y en la devoción a la Virgen de la Paz) son:

1- Orar con el corazón el Santo Rosario
2- La Eucaristía diaria
3- La confesión
4- Ayuno
5- Leer la Biblia.

REZA EL ROSARIO, Y EL MAL NO TE ALCANZARÁ...
"Hija, el rezo del Santo Rosario es el rezo preferido por Mí.
Es el arma que aleja al maligno. Es el arma que la Madre da a los hijos, para que se defiendan del mal."

-PADRE PÍO-

Madre querida acógeme en tu regazo, cúbreme con tu manto protector y con ese dulce cariño que nos tienes a tus hijos aleja de mí las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me confío y en tu intercesión espero. Amén

Oración por los cristianos perseguidos

Padre nuestro, Padre misericordioso y lleno de amor, mira a tus hijos e hijas que a causa de la fe en tu Santo Nombre sufren persecución y discriminación en Irak, Siria, Kenia, Nigeria y tantos lugares del mundo.

Que tu Santo Espíritu les colme con su fuerza en los momentos más difíciles de perseverar en la fe.Que les haga capaces de perdonar a los que les oprimen.Que les llene de esperanza para que puedan vivir su fe con alegría y libertad. Que María, Auxiliadora y Reina de la Paz interceda por ellos y les guie por el camino de santidad.

Padre Celestial, que el ejemplo de nuestros hermanos perseguidos aumente nuestro compromiso cristiano, que nos haga más fervorosos y agradecidos por el don de la fe. Abre, Señor, nuestros corazones para que con generosidad sepamos llevarles el apoyo y mostrarles nuestra solidaridad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

sábado, 30 de octubre de 2010

Silenciar la voz de la religión

Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 30 de octubre de 2010 (ZENIT.org).-Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título "Silenciar la voz de la religión".


* * *
VER
Estamos enfrascados en una serie de discusiones repetitivas sobre el papel de la religión en la vida pública, en la política y la economía, en los ámbitos legislativos y judiciales, en la educación y en los medios de comunicación. Son frecuentes las acusaciones a nuestra Iglesia de querer imponer dogmas y normas al país, de pretender intervenir en asuntos políticos, de violar el Estado laico, de no respetar la separación Iglesia-Estado, y nos recuerdan lo dicho por Jesús de que "al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", como si les importara mucho la Palabra de Dios, o como si nosotros fuéramos los desobedientes al mandato divino, o como si nos tuviera que dejar inactivos y callados la pretensión de algunos césares actuales (gobernantes, líderes políticos y legisladores) de creerse dioses, ante quienes todos deben doblar la rodilla. Ellos son los primeros en no darle a Dios lo que es de Dios.
Es más frecuente la postura de aquellos que siguen defendiendo que su fe es para su vida privada y que nada tiene que ver con el ejercicio de sus funciones públicas. Lo dicen con una real convicción, como si conocieran muy a fondo lo que implica la fe cristiana, que no se puede encerrar en el círculo íntimo de la conciencia y del hogar, sino que engloba toda la vida, todos los criterios y todos los comportamientos. Esto parece más bien fruto de ignorancia religiosa o de conveniencia electorera.
JUZGAR
En su muy reconocido discurso ante el Parlamento británico, el Papa Benedicto XVI expresó: "El mundo de la razón y el mundo de la fe -el mundo de la racionalidad secular y el mundo de las creencias religiosas- necesitan uno de otro y no deberían tener miedo de entablar un diálogo profundo y continuo, por el bien de nuestra civilización.

En otras palabras, la religión no es un problema que los legisladores deban solucionar, sino una contribución vital al debate nacional. Desde este punto de vista, no puedo menos que manifestar mi preocupación por la creciente marginación de la religión, especialmente del cristianismo, en algunas partes, incluso en naciones que otorgan un gran énfasis a la tolerancia. Hay algunos que desean que la voz de la religión se silencie, o al menos que se relegue a la esfera meramente privada. Hay quienes esgrimen que la celebración pública de fiestas como la Navidad debería suprimirse según la discutible convicción de que ésta ofende a los miembros de otras religiones o de ninguna. Y hay otros que sostienen -paradójicamente con la intención de suprimir la discriminación- que a los cristianos que desempeñan un papel público se les debería pedir a veces que actuaran contra su conciencia. Éstos son signos preocupantes de un fracaso en el aprecio no sólo de los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, sino también del legítimo papel de la religión en la vida pública. Quisiera invitar a todos ustedes, por tanto, en sus respectivos campos de influencia, a buscar medios de promoción y fomento del diálogo entre fe y razón en todos los ámbitos de la vida nacional" (17-IX-2010).
Y en su encuentro con la Reina Isabel II, dijo: "Al reflexionar sobre las enseñanzas aleccionadoras del extremismo ateo del siglo XX, jamás olvidaremos cómo la exclusión de Dios, de la religión y de la virtud en la vida pública, conduce finalmente a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y, por lo tanto, a una visión restringida de la persona y de su destino" (16-IX-2010).

ACTUAR
Alentamos a los que tienen responsabilidades políticas y sociales, si se reconocen creyentes en Cristo, que se acerquen más a El ahora, y no se queden con el Bautismo y quizá la Primera Comunión de cuando eran niños. Que lo conozcan y se relacionen más con El. El no es enemigo, sino amigo, camino, verdad, luz y vida. No escondan su creencia, sino demuéstrenla, no sólo participando en la Misa dominical y en otros ritos, sino sobre todo ejerciendo la justicia social, amando por encima de todo la verdad, venciendo la corrupción, dialogando con quienes piensan distinto, para llegar a acuerdos consensuados, amando y sirviendo a los pobres.

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