VATICANO, 24 Sep. 16 / 05:36 am (
ACI).- El Papa Francisco acogió esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano a un grupo familiares de las víctimas del ataque terrorista perpetrado el jueves 14 de julio en la ciudad francesa de Niza cuando un yihadista arrolló a 86 personas y dejó numerosos heridos mientras celebraban la fiesta nacional junto al mar.
El encuentro fue breve, muy emotivo y duro, con muchos de los familiares –algunos de ellos musulmanes pues las víctimas también lo eran– vestidos de negro en señal de luto. Muchos de ellos mostraron su emoción al escuchar las palabras del Papa, y un coro de Niza realizó algunos cantos solemnes que interrumpieron en pocas ocasiones el silencio absoluto en el que se desenvolvió en encuentro, sobre todo cuando saludó uno a uno a los familiares.
“Cuando las tentaciones de replegarse sobre sí mismo, o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es grande, una auténtica conversión del corazón es necesaria”, advirtió en su discurso.
Francisco explicó que “se puede responder a los ataques del demonio solo con las obras de Dios que son el perdón, el amor y el respeto por el prójimo, aunque sea diferente”.
“Con viva emoción os encuentro a vosotros, que sufrís en vuestro cuerpo o en vuestro ánimo porque, una tarde de fiesta, la violencia os golpeó ciegamente, a vosotros o a alguno de vuestros seres queridos, independientemente del origen o la religión”.
Francisco expresó el deseo de “compartir vuestro dolor, un dolor que se hace todavía más fuerte cuando pienso en los niños, y todas las familias completas cuya
vida ha sido desgarrada de improviso y de forma tan dramática”. “A cada uno de vosotros os aseguro mi compasión, mi cercanía y mi oración”, destacó.
El Papa afirmó que invoca “a nuestro Padre celeste, Padre de todos, para que acoja consigo a vuestros seres queridos difuntos, para que encuentren rápido el descanso y la alegría de la vida eterna”.
“Para nosotros los cristianos, el fundamento de la esperanza es Jesucristo muerto y resucitado”, añadió. “Que la certeza de la vida eterna, que pertenece también a creyentes de otras religiones, sea consuelo en el curso de la vida, y constituya un motivo de perseverancia para continuar con coraje vuestro camino en la tierra”.
El Santo Padre también se refirió a los heridos y manifestó que reza “al Dios de misericordia” por todos ellos, algunos de los cuales “han sido atrozmente mutilados, en la carne o en el espíritu, y no me olvido de todos aquellos que por eso no han podido venir o se encuentran todavía en el hospital”.
“El drama que ha conocido la ciudad de Niza ha suscitado para todos significativos gestos de solidaridad y de acompañamiento”, explicó. Por ello, “agradezco a todas las personas que, inmediatamente socorrieron a las víctimas, o que hasta el día de hoy y seguramente durante mucho tiempo, se dedican a ayudar y acompañar a las familias”.
El Papa habló también de las relaciones entre las distintas confesiones religiosas y manifestó que “establecer un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos, en particular con quienes confiesan a un Dios único y misericordioso, es una prioridad urgente que los responsables, sean políticos o religiosos”.
Francisco saludó después uno a uno a los familiares de las víctimas y también a algunos sobrevivientes. Muchos lloraron cuando tuvieron delante a Francisco y también le enseñaron fotografías de los seres queridos que perdieron la vida en el atentado. El Papa también bendijo objetos personales de las víctimas que los familiares le fueron enseñando. Cuando terminó, todos los presentes rompieron el silencio y aplaudieron durante largo rato al Papa, al tiempo que este abandonaba el Aula.
Algunos de los presentes están todavía heridos y otros muchos permanecen en tratamiento psicológico. La delegación estuvo encabezada por el alcalde de Niza, Philipe Pradal; el presidente de la región Provenza, Alpes y Costa Azul, Christian Estrosi; el obispo de Niza, André Marceau, y varios representantes de la asociación del diálogo interreligioso “Alpes Maritimes Fraternitè”.
La noche del 14 de julio, el tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel condujo un camión sobre una multitud reunida en el malecón de Niza, el Paseo de los Ingleses, que asistía a los fuegos artificiales de la fiesta nacional. El ataque provocó también unos 303 heridos.
Entonces el Papa manifestó su solidaridad con las víctimas y todo el pueblo francés, además de condenar de la manera más absoluta “toda manifestación de locura homicida, de odio, de terrorismo, de ataque contra la paz”.
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