Tenemos que amarle, Él nos espera todos los días que Le amemos, que abramos nuestro corazón y Le dejemos entrar. El desea que hablemos con Él, que vayamos al Sagrario, donde está presente en cuerpo y sangre, y Le contemos todo lo bueno y lo malo, nuestras preocupaciones, nuestras alegrías, nuestras peticiones, que le pidamos perdón y también le demos gracias por todo, incluso por nuestros sufrimientos; que Él los usa para purificar nuestras almas y ponernos a prueba de nuestro amor por Él.
Y nosotros le pedimos que haga milagros? Qué mayor milagro hace todos los días en todas las Misas que se celebran por todo el mundo, el de la Transustanciación; cuando el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor:
Epíclesis
El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Arrodillémonos cuando:
Se reza el Santo, Santo, Santo es el Señor.
En la Consagración.
Cuando Le recibamos en la Comunión.
Es Dios, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Porqué no Le adoramos y respetamos en esta forma? Acaso somos igual a Él para estar de pie y no mostrarle un Acto de Amor al arrodillarnos? Qué pena que muchos hermanos Sacerdotes no recuerden el arrodillarnos en éstos casos en la Santa Misa y expliquen los motivos (en el sermón por ejemplo), ya sé, dirán que la Santa Sede ha establecido unas normas. Pero Hermanos, ésto nos lo pide Jesús y María mismo. Hagámoslo no nos cuesta ningún trabajo y Él y Ella nos lo agradecerán mucho por ese Acto de Amor.
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