Buena confesión: Ora para que los Santos te ayuden a confesarte bien, que cada Confesión que realices, sea mejor que la anterior.
La fe sin obras es una fe muerta | 27/11/2017
En el contexto de un retiro ignaciano es siempre beneficioso prepararse a uno mismo para realizar una excelente Confesión.
¡Hacer una buena Confesión requiere de preparación previa! Mientras mejor sea la preparación previa, más abundantes serán las gracias y más se desbordará el río de paz en tu alma!
Sigue las 10 recomendaciones a continuación para una mejor confesión en tu vida:
1.- Mejorando la recepción
Como Católicos, dos de las acciones más importantes que debemos realizar son asistir a la Confesión y recibir la Santa Comunión. En estos Sacramentos tenemos contacto directo con Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Siendo éste el caso, deberíamos realizar un esfuerzo concertado para mejorar nuestros encuentros con Jesús en estos Sacramentos. En otras palabras, no deberíamos dar estos Sacramentos por sentado.
También debemos ser muy conscientes del concepto de la gracia determinante.
La abundancia de gracias es recibida en proporción directa a la determinación o disposición del receptor. En las paredes de las sacristías de los Misioneros de la Caridad está escrito:
“Participa en esta Misa como si fuese la primera Misa, la última Misa o la única Misa en la que participas”.
Podemos aplicar el mismo principio:
"Confiésate como si fuese la primera, le última o la única vez”.
2.- Oraciones previas
¡Todo es gracia! Una fuente de gracia abundante es la Comunión de los santos. ¿Por qué no orar a los santos Confesores para que te ayuden a tener una buena Confesión?
Los siguientes son sólo algunos: el Cura de Ars (San Juan María Vianney), San Juan Bosco, San Leonardo de Port Maurice, San Leopoldo Mandic, Santo Padre Pio, San Francisco, San Alfonso Liguori, San Antonio Claret y San Ignacio de Loyola.
"Obtén un poco de ayuda de tus amigos (los santos)…"
Ora para que te ayuden a confesarte bien ¡que cada Confesión que realices, sea mejor que la anterior!
3.- Preparación en la noche anterior
Ten a mano un buen manual para el examen de consciencia. Encuentra un lugar tranquilo y contemplativo para examinar tu consciencia. Utiliza el crucifijo y la imagen de la Divina Misericordia para suscitar dolor de tus pecados y confianza.
¡Escribe los pecados de manera que no los olvides en el confesionario! Además, ora por tu confesor – a su ángel guardián – antes de entrar al confesionario.
4.- Conocimiento propio
Uno de los pasos clásicos para hacer una buena confesión es la contrición, pero también el firme propósito de enmienda. Esto requiere rebobinar la cinta de tu vida y ver las varias caídas que has tenido en el pecado.
Pero además, capturar cuáles fueron las causas que te llevaron al pecado. Tal vez es una persona que pone en peligro tu vida espiritual. Tal vez es una situación recurrente en tu trabajo o en tu familia. O tal vez tu estado físico de cansancio.
Aún más, a lo mejor es el uso impropio de aparatos electrónicos o la falta de prudencia. Notarás que hay un patrón establecidoque te lleva por el camino resbaladizo hasta el colapso.
Por esta razón, la observancia fiel del examen de consciencia diario puede ser una herramienta valiosa para conocernos a nosotros mismos e incluso proveernos del conocimiento necesario para evitar una ocasión cercana de pecado.
5.- Pasajes Bíblicos para la preparación
La Iglesia recomienda el uso de las Sagradas Escrituras como medio de preparación para una mejor recepción de los Sacramentos.
Dos pasajes excelentes que recomiendo son Lucas 15 y el Salmo 51. Lucas 15 presenta la parábola de la Misericordia de Dios y lo mejor acá es la parábola del Hijo Pródigo.
Al orar con el Salmo 51, tienes uno de los mejores “Actos de Contrición” jamás compuestos, fue escrito por el gran Rey David después de cometer adulterio con Betsabé y de matar a un hombre inocente. ¡Orar con la Palabra de Dios le añade poder a la oración!
6.- Confesión frecuente
Los santos recomiendan grandemente la Confesión frecuente como medio para crecer en la gracia santificadora. La Confesión restaura la gracia santificadora o la aumenta. ¡Claro que esto presupone una preparación sólida!
7.- La gracia Sacramental
Cada Sacramento transmite gracia. Sin embargo, cada Sacramento comunica una gracia específica pertinente a ese Sacramento específico. Por ejemplo, la gracia sacramental específica comunicada en la Eucaristía o la Santa Comunión es el ALIMENTO. Es el Pan de vida para el viaje hacia la vida eterna.
La gracia Sacramental de la Confesión es diferente. ¡Es la SALVACIÓN! Jesús vino a alimentarnos con Su Cuerpo, Sangre y Divinidad. Aún más, Él vino como Médico Divino.
Muchas veces vemos a Jesús en los Evangelios sanando. Los ciegos, los sordos, los sordomudos, los leprosos, paralíticos, incluso los muertos, todos fueron sanados y vueltos a la vida por Jesús. Incluso ahora en el contexto de la Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo, Jesús nos sana a nosotros.
Los Sacramentos de sanación son el Sacramento de la Confesión y de la Unción de los Enfermos.
8.- Las cualidades de una buena Confesión
En el Diario de Santa Faustina, las cualidades más importantes de una buena confesión son resaltadas en el N° 113: 1) completa sinceridad y apertura; 2) humildad; 3) obediencia.
¡Siguiendo estas cualidades uno no se puede equivocar! Recuerda, ¡queremos lograr hacer mejores Comuniones y Confesiones hasta el fin de nuestras vidas!
9.- Evita el desánimo
Aunque uno puede caer más a menudo de lo que quisiera, nunca debemos ceder al desánimo. Algunos malos hábitos posiblemente han estado con nosotros por décadas. Algunos experimentan lo que llamo “una santidad microondas” – es decir, una santidad instantánea. ¡No funciona así!
El cambio es muchas veces tedioso, laborioso y doloroso. La clave es seguir orando, trabajando, luchando como un verdadero soldado de Cristo para ser liberado de las ataduras del pecado.
Por supuesto un mensaje clave del Diario es que la peor cosa posible es fallar en confiar en la infinita misericordia de Dios. Como nos recuerda San Pablo:
“Donde abunda el pecado, sobreabunda la misericordia de Dios”. (Romanos 5,20)
10.- María y la Misericordia
Nunca olvides invitar a María a estar presente en preparación para la Confesión. Incluso pídele que entre contigo en el confesionario para que hagas la mejor Confesión de tu vida.
El Santo Papa Juan Pablo II llamó a los santuarios Marianos – Lourdes, Fátima, Guadalupe – “clínicas Espirituales”. ¡Cuán cierto! Filas de penitentes esperan a encontrarse con Jesús misericordioso en el confesionario en estos santuarios Marianos.
Entre los tantos bellos títulos de María están los siguientes: “Madre de Misericordia, Madre del Buen Consuelo, Salud de los enfermos”. ¡Detrás de muchas conversiones poderosas está – por supuesto – la gracia de Dios pero también la intercesión maternal de María.
María Mercedes Vanegas, es nicaragüense viviendo en Alemania, soltera, ingeniera y -a ejemplo de San Francisco Javier- misionera en esta era tecnológica. Identificación evangelizadora: «Y es que "Ay de mí si no predico el Evangelio", pues "muchos cristianos se dejan de hacer…, por no haber personas que se ocupen en la evangelización"»
SALMO 51
1 Del maestro de coro. Salmo de David.
2 Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé.
3 ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
4 ¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
5 Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
6 Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
7 yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.
8 Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
10 Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
11 Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.
12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
13 No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
14 Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
15 yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
16 ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
17 Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
18 Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
19 mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
20 Trata bien a Sión por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén,
21 Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–y se ofrecerán novillos en tu altar.
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