16-10-08
(Sta Margarita Mª de Alacoque)
Virgen:
Oh, hija, el Demonio os odia.
Sé valiente. Corta con lo que tienes que cortar. Plántale cara.
Sí, hija: es duro. Plantéate sólo paso por paso, no quieras sobrellevarlo ahora todo.
Te vienen las cosas paso por paso, poco a poco.
En su lugar mira hacia el horizonte y descubre las amplias miras que te pone Dios,
cargada de hijos espirituales. Sus avances te darán grandes alegrías.
Sí, preciosa de mi alma.
Ahora, con renovado afán, te pones delante del ordenador a trabajar en lo del Libro.
Te queda ya poco, aunque te parezca que no. Te queda ya poco. Lo vamos a
conseguir.
Mira cómo luchas en las batallas. Son trabas para que esto no avance y no salga.
Son luchas espirituales. ¡Mucho ánimo! Estás saliendo vencedora.
En su lugar mira cómo Yo te cuido. Cómo mi Corazón está pendiente de tus
necesidades. Yo te pago por el trabajo que tú nos haces. Y lo hago mejor que
cualquier empleo, conservando tu paz y tu equilibrio como madre de un hogar.
Estate confiada en las Manos de Dios. Tú trabajas por Él, Él trabaja por ti.
Te llaman tus hijos. Adiós, mamá.
17-10-08
Virgen:
Yo os lo he dicho, os he advertido que vendrían tiempos sobre vosotros de gran
confusión.
Os he dicho también que el Demonio ha pedido cribaros y Yo se lo he consentido.
Por eso no asustaros si entre vosotros surgen dudas y división. Más bien estad
prevenidos y estad en vela para que no os asalte la tentación de improviso y sin las
armas.
Mamá: ¡tanta lucha es una sinrazón!
El Demonio ha pedido cribaros, Marga, y a ti la primera. Así es que permanece
alerta. Y tú te has ofrecido.
Tengo presente ante Mí tu ofrecimiento por la humanidad y por tus hermanos. Y en
virtud de ése actúo y dejo actuar. Hasta donde Yo veo que tú puedes resistir.
Mamá: el día de hoy está siendo horrible.
Sí. Y no tanto como los que vendrán.
Es imposible aguantar esto. Oh, Mamá, ayuda a todos los que se sientan
tentados.
En virtud de tu ofrecimiento, Yo les ayudo.
Escucha, oh hija. En todos debo notar ya la humildad. La mansedumbre y la
humildad. En las pruebas, en las humillaciones, en el trato difícil con los demás.
Humildad y mansedumbre.17
Os digo, hija, que en algunos no lo veo conseguido, y eso os va a hacer sufrir
mucho. Os hará sufrir.
Consideraos todos y cada uno, nada. Como el nada más minúsculo, el último nada.
Así no pensaréis que nada ni nadie os debe reconocimiento.
Reconocimiento, ¿a qué? ¿Es tanto el amor que habéis derrochado por el Corazón
de Jesús? Decidme, ¿es tanto? ¿Habéis puesto tanta confianza en Él? ¿Vuestras
ofrendas son tan puras y vuestra ánima tan perfecta que se os debe reconocimiento
y lo estáis esperando?
Hijos míos, considerad que todos y cada uno de vosotros sois los últimos. Anhelad,
¡pedid! no ser contados entre los importantes.
Orad mucho por los que están en los puestos superiores y tenedles compasión. Su
trabajo estos días se multiplica y su lucha en este tiempo es ingente. Porque es el
tiempo de las tinieblas. Estos primeros están a la vista de las tinieblas y van a por
ellos los primeros tiros. Necesitan vuestra oración. Orad por ellos.
Yo a ellos les preparo y les he dado el poder de dirigir.
No a otros. Obedeced a los
que están en los puestos superiores de vosotros.18 Aunque se equivoquen. Quien
obedece nunca se equivoca.
Ven, amada Marga, te quiero utilizar para hablar a los que ahora mismo se
encuentran más tentados. Por eso quiero que tú pases por las tentaciones que tienen
ellos, para que les comprendas mejor y les puedas ayudar.
Amada Marga, mira: se encuentran en situaciones de angustia.
(Me cogía de los hombros y me llevaba a la angustia)
Pero hijos, ¡no quiero esto para vosotros! Someteos, simplemente, a obediencia.
Te digo, hija: Te necesito para que les lleves una palabra de aliento.
Vosotros estáis sobre mi Corazón. Nada me es ajeno. Sé de vuestros sufrimientos.
Este sufrimiento trocará en gozo si me hacéis caso:
Paciencia. Humildad. Y
mansedumbre.
No aceptéis pasivamente. Estad alerta. La humildad es activa.
Hijos, en este mundo tan cruel, no deseo exponeros a fuego enemigo sin las armas.
Rezad, sí… sé que rezáis.
No asombraos si os digo: no sirve. Eso sólo no sirve.
Rezar, ¿si no he cedido mi criterio? ¡No sirve!
Rezar, ¿si no permanezco en la mansedumbre y la humildad? ¡No sirve!
Si rezo, permanezco en la paz.
Si rezo y no obtengo paz, debo plantearme por qué.
Hijos, no os he abandonado. Notad mi Corazón de Madre pendiente de cada uno.
Sigo vuestros pasos. Permaneced vosotros también conmigo. Amén.
17 Cfr. Mt 11,29.
18 Cfr. Rm 13,1ss; I Tm 2,1s; Tt 3,1; I P 2,13-15.
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