«Como festejamos a la muy santa Virgen María.
Deseo proponerles para su meditación esta magnífica perla recibida por medio de un amigo, escrita a la manera de un cuento, “
El sueño de Dios”. Se ve en él al arcángel Gabriel que le cuenta una historia sobre la Virgen a un joven pastor de Belén, en presencia de ángeles venidos del Cielo, aquellos que cantaban la gloria de Dios en la noche de Navidad. La bienaventurada Virgen María, la Inmaculada, es la más perfecta de las criaturas que Dios haya creado. Es su obra maestra; pero, ¿de qué manera la ha creado? He aquí lo que cuenta el arcángel Gabriel:
“Hace mucho, pero mucho tiempo, mucho antes que el universo fuera creado, Adonai (el Señor) quiso crear a la más bella de sus obras. Para Dios, esto era una tarea muy sencilla.
Entre todas sus criaturas, una de ellas debía ser la más perfecta y él quería modelarla cuando le pareciera el momento más adecuado. Pero, esto no le bastaba: ¡quería crearla tan bella que fuera imposible superarla en belleza, que Él mismo no supiera cómo mejorarla!
Cuando el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se consultaron (cosa que hacen todo el tiempo), decidieron por unanimidad actuar de la manera más sencilla. Establecieron que esta criatura estaría siempre íntimamente unida al conjunto de las tres Personas Divinas, que recibiría de ellas toda su belleza y esplendor. Sería el reflejo de todas sus perfecciones como el más puro de los espejos.
“Yo seré su esposo”, dijo el Espíritu Santo. La haré santa desde el principio de su existencia. Por medio de mi presencia concebirá en su seno y estará siempre llena de mí mismo y de mis dones. Será Inmaculada y tendrá la plenitud de la gracia, como sólo la esposa de Dios puede tener.
“Yo seré su Hijo”, agregó el Verbo. Recibiré su carne, su sangre, sus cuidados maternales y su dulzura. Modelaré sus besos de manera divina. Con su mirada amante y sus tiernos gestos ella me criará como un niño. Todo en ella será divino porque todo en ella será mío.
“Ella será mi Hija muy querida”, dijo el Padre. Permanecerá bajo mi mirada y la haré tan bella a mis ojos que no me saciaré jamás de contemplarla, tan grande será mi amor por ella.
Esto es lo que las tres Personas de la Trinidad dijeron sobre ella. Nosotros, los ángeles que estamos en todo momento ante la presencia de Dios escuchábamos estas palabras con gran asombro y no terminábamos de imaginar qué especie de ángel Adonai quería crear, ante tan maravillosa descripción, hasta el momento en que comenzó a soñar sobre quien sería su Madre, Hija y Esposa, y entonces comprendimos. Pensando en sus ojos, creó el mar, pensando en su sonrisa, decoró las flores con pétalos, imaginando su dulzura, las palomas. Desde el principio del mundo depositó un rasgo de María en toda mujer.
Es bien sabido que en el Cielo no existen los celos. Después de que el Señor nos preguntó nuestra opinión sobre su plan acerca de la Virgen, y luego de la caída de Satanás, nunca hemos experimentado aquel sentimiento tan extraño. ¡Estábamos tan felices! ¿Y sabes qué nombre le pusimos a María? Le pusimos el nombre de Sueño de Adonai. Y cuando la Virgen nació, Dios nos reveló su nombre: Llena de Gracia. Este es su nombre para toda la eternidad y es de esta manera que la he saludado hace nueve meses en su casa de Nazaret”.»
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