08-12-2011
(La Inmaculada)
(Llegué ¼ h tarde a la meditación, porque me despisté. Eso me hizo sentirme
la última de todos. Y pedí perdón a Jesús por serlo. Luego, en la oración:)
Virgen:
Eres la última de todos, pero quiero que seas la primera en cuanto al amor. De estos
Ejercicios, lo lograremos. Lo lograré hacer en ti. Porque Yo te daré mi mismo
Corazón.
Recibiste, anterior, la Gracia de Amar con mi Corazón a la gente. Y notas cómo tu
corazón se inflama de amor por todos. Ahora quiero inflamarte en Amor hacia
Jesús, hacia el Corazón de Jesús. Confía en que Yo lo voy a hacer en ti.
Mira, hija mía: ven, entra, conócelo.
(Me abría su Corazón. Ella tiene a Jesús entre sus brazos, y Jesús echa las
manitas. En la imagen de la Capilla del Cristo. Abre su interior, detrás de Ese
Niño)
Te distingues porque recuerdas a la Virgen en su trato con todos.
Quiero que te distingas porque recuerdas a la Virgen en su trato con Jesús.
(Entonces, del Pecho de la Virgen, salió su Corazón, volando. Estaba
suspendido en el aire, y entendí que venía hacia mí. Lo quise acoger. Intenté
abrir mi pecho. Al llegar a mí, se convirtió en un Corazón grandísimo, que
abarcaba toda mi persona, todo mi cuerpo. Entiendo que tener el Corazón de
María, abarca todo tu ser: tu alma, tu cuerpo, tus potencias exteriores e
interiores. Es algo que te envuelve y te posee toda.
Entonces, cuando su Corazón ha sido mío, acogido por mí, el Bebé, el Niño
Jesús, salta de sus brazos a los míos. Es un Bebé Precioso, de carne y hueso, y
me mira con Amor. De esos bebés rubios y gorditos. Comestibles. Pero tiene
una voz de varón adulto, que me dice: “Hola, Marga”. Y yo me lo he comido
a besos. Y Él sonríe. Luego le alzo de la cuna y le tengo cogido, de cara a mí.
Entonces, Él coge mi corazón con sus manitas. Es como si fuera su juguete. Y
observa que tiene encima como telarañas, ramitas pequeñas o una especie de
espinas y como pelusas de polvo acumulado. De esas que, cuando barres, las
puedes coger con las manos.
El Niño Jesús las quita, una y otra, una a una. Mientras sonríe, hasta que deja
el corazón sin nada encima.
Como si fuera una pelotita, un juguete, el Niño alza mi corazón hacia arriba y
lo coge, mientras sonríe. Entonces, le dice a su Mamá)
Jesús:
¿Es Mío?
Virgen:
Sí, Hijo.
(¡Y aquí se podría terminar ya mi vida sobre la tierra! Se me llenan los ojos
de lágrimas y ni veo el cuaderno).
Jesús:
Como novia se casa con su Esposo, se casará contigo tu Hacedor.674
Al terminar, celebraremos todos un banquete. Pero para ti, sólo existiré Yo. Y en el
pensamiento de este Deseo, se abisma mi Alma.
Serás sólo Mía. Sólo, entera y únicamente Mía. Operaré en tu interior, un cambio
sobrenatural. Que afuera pueda no notarse. Pero Soy Yo Quien lo noto. Yo lo he
hecho. Lo he hecho según mi Poder y según mi Bondad.
En ese corazón, lleno de afectos mundanos, he operado la transformación en María.
Durante la Misa:
(Durante el canto de entrada, me veo llegando por el pasillo, vestida de novia.
Igual que fue mi entrada el día que me casé. A los pies del Altar, me esperan,
mirándome, Jesús y María. Esperándome sonrientes.
A mi izquierda, en los bancos, están todos mis afectos, llorando porque me
pierden. A mí no me da ninguna pena perderlos.
Pienso que está la Madre, está el Novio, y no está el Padre… Transcurrido un
tiempo, me hacen notar que el Padre sí está. Es San Ignacio, que en la peana
de la izquierda de la Iglesia, mira complacido.
Durante el Ofertorio, al elevar la patena con el pan, he entendido que ése era
mi corazón. Que en el momento de la Consagración, se haría Jesús. Nos
haríamos Uno.
En el momento de añadir el agua al Cáliz con el vino, he visto cómo añaden
mi sangre, en un tubito de esos de laboratorio.
En la Consagración, mi corazón era el de Jesús, ha desaparecido en Él.
Estaba metida en Él. Y mi sangre, era su Sangre.
Había tanta Sangre en el Cáliz, que cuando lo elevaba el Padre, ha empezado
a manar del Cáliz por el Altar, a los bancos de la gente, como una cascada
desbordada de abundancia.
Y en esa Sangre, que llegaba al Resto, iban muchos libritos rojos de la
Verdadera Devoción. Pequeños, pero manando con ella. Jesús me dijo:)
Jesús:
Éste es el Regalo que les hacemos en el día de nuestra Boda.675
(Al ir a comulgar, he sentido a Jesús físicamente, esperándome. Cuando le he
comulgado, con mucha emoción, le he visto contentísimo. Como si diéramos
vueltas en un torbellino de flores. Y estuviéramos en una playa.
En las cintas del comedor, Sor Isabel de la Trinidad, también habla de ser la
esposa de Cristo. La comida es de fiesta. Todos celebran nuestra boda, sin
saberlo. Están invitados en lo secreto).
Voy a cantarte un cántico de Amor.
(Las meditaciones son sobre la Ternura Maternal de Dios. Mi preferido a la
hora de hablar de Dios)
De rodillas, te dictaré un Cántico de Amor para mi pueblo.
¡Oh, Israel! ¡Oh, desterrada! Que alejaste tu corazón idólatra del que te hizo. Y te
fuiste en busca de otros dioses. Desdeñaste mi proposición de matrimonio y te
negaste a ser la esposa de Cristo.676
En Mí cometiste la infidelidad horrenda de rechazar a Dios por otras bagatelas. Pero Yo no desisto y Yo no retiro de ti mi proposición para nuestra unión. Antes
bien la repito y la renuevo, día a día, año tras año, mes tras mes y momento a
momento, si hace falta.
Como una afanosa prostituta se arregla para lanzar sus redes al primero que pase
por el camino, veo que así te arreglas y te compones tú.
Tu Dios, lo dejas olvidado en esta cajita677.
Le cierras la boca, y le dices: “Ya me lo
dirás mañana otra vez, a ver si mañana tengo ganas”. Abandonas su Presencia y te
vas en pos de los andariegos caminantes, que buscan divertirse con quien se preste.
Y también te diviertes tú.
Pero llegará un día, Israel apóstata, que tus diversiones se transformen en llanto.
Será el día que aje tu belleza y nadie te quiera. Será el día que entregue a las fieras
los hijos de tu prostitución.
Será el día que haga caer, uno a uno, los edificios y las torres de todo tu reino,
levantado con el dinero de tus dotes. No quedará nada en ti. Te haré sentirte la
abandonada y la despreciada, a ver si así te acuerdas de tu Dios.
Y cuando vuelvas tu mirada, arrepentida, a la Casa de tu Padre, me podrás ver a Mí
esperándote con los brazos abiertos, con el mismo Amor y Anhelo de Unión que el
primer día en que me declaré a ti. Y podrás ver cómo renuevo mi solicitud de
matrimonio. Y entonces, fea y desordenada, como vienes, Yo te llevaré a los brazos
de una Madre, donde te arreglará para Mí, según mi antojo, según mi gusto.
Y mis
gustos son:
- Blanca y pura, como la nieve, sin sombra de pecado.
- Pudorosa y recatada, como la Virgen encinta.
- Corazón magnánimo y grande para acoger a su Creador.
- Libre de todas las ataduras a otros amantes.
- Mente que sólo piensa en su Amado.
- Manos que trabajan por la consecución de su Reino.
- Cuerpo mortificado en el sacrificio y en la negación a sí mismo.
- En el rostro la sonrisa perenne, porque está unida a Mí.
- Y en sus ojos, la alegría chispeante del amor.
Un amor, que Yo conservaré siempre como el primer día. Que, renovado, lo
acercaré cada vez y cada vez más a Mí, hasta hacernos Uno en el Cielo.
Margarita: ¿recuerdas cómo te gustaba imaginarte otra vez que te casabas?
Rememorabas el día de tu boda, una y otra vez. Hasta soñabas continuamente con
él.
El día de la boda, suele ser el más dichoso para una novia (mujer). Nosotros,
podemos rememorar día a día este día. Si te gusta. Amada, no sólo lo imaginarás,
sino que lo realizarás como el primer día.
Todos los días me caso contigo en la Eucaristía. Renuevo mi matrimonio contigo.
Es el mismo matrimonio. Lo hago presente. El único matrimonio. No repetido, sino
en acto. Presente Verdaderamente. Verdaderamente real este momento, por los siglos. Porque Yo, Yo Soy siempre, Yo estoy siempre como lo está el Novio en la
noche de bodas. La única persona en su mente y en su corazón, es su mujer. Sueña
con entregarse a ella y con hacerla feliz. Para eso hace todo, realiza todo, todos sus
actos. Todas sus potencias al servicio de ella.
Y ese Novio, es Dios, Creación.
Humanidad: ese Novio es tu Dios.
Tu Dios es tu Novio Enamorado. Enamorado de ti.
¡Oh!, ¿no dejarás a un lado todas las bagatelas por las que te preocupas? ¿No
vendrás a unirte a Él, en esta noche de Bodas, que te estaba esperando?
Sin embargo, amada, mira cómo desdeñan todos mi proposición al matrimonio. Por
eso digo, querida, por eso te digo, que busco en ti la Novia que los demás no
fueron. Para colmarte de Caricias. Lo haré, porque mi Corazón busca Ansioso en
quién derramarlas. Lo haré, por todos los que me dicen no. Te daré a ti las
destinadas para ellos. Porque a ver si viéndolo y oyéndolo, vuelven a Mí.
Tú tan
sólo: acógelo.
Ten ese corazón manso y acogedor. Que no desdeña al Amado, sino que le colma
de atenciones.
Y la mejor y mayor de ellas: se deja amar profunda y tiernamente
por Él. Ten ese corazón, porque Yo espero que así, muchos vuelvan a Mí. Y
aunque sólo fueran unos pocos, merecería la pena hacerlo sólo contigo; para esos
pocos.
(Ahora eleva la Voz)
¡Y si ninguno vuelve a Mí a través de ti! ¡Me bastará habértelo dado a ti Todo!
Todo lo que el mundo desdeñó y no quiso. No quiso, en los albores de la Salvación.
Cuando la manifestación de la Ternura de Dios llega a su cénit.
¡Oh, Yo necesito pequeñas almas como tú, Margarita! ¡Díselo a ellas! Díselo a
todos. Habla, ¡Grita! Hazlo desde encima de la azotea. Pregona a los cuatro vientos.
Que el Corazón de Dios, en la Eucaristía, ¡se consume en necesidad de Darse!
Realizo contigo las bodas por toda la humanidad.
Quiero que entiendas cómo se siente mi Corazón por todas vuestras infidelidades.
No debierais sentiros nunca solos. Aquel que se siente solo, no ha entendido la
Religión.
Diles a todos que no quiero que se sientan jamás solos, jamás
abandonados ni jamás tristes: ¡Hay un Dios que les ama!
Y además, les ama como si fueran la única persona en el mundo. Como si Dios
Creador, sólo hubiera creado a un hombre en toda la humanidad. Y a ese hombre,
le prodigara sus Cariños.
Qué raro se me hace veros tristes y abandonados. A veces, venís a mi Presencia, ¡y
seguís estando tristes! Aquí contemplo y os oigo en vuestra retahíla de quejas.
Y os digo: “Hijo: ¡que te amo! ¡Hijo: que te amo!” y tú no me oyes. No me oyes,
pues sigues en tus quejas sin sentido. Para Mí, no tienen sentido, porque te quejas
sin motivo.
Todos tus sufrimientos son cruces que, unidas a Mí, te darían la felicidad. Pero tú
prefieres vivirlas solo. No lo entiendo. Me tienes aquí. No confías en Mí ni tienes
fe en Mí. No has venido aquí, a mi Presencia, a depositarlas en Mí, y olvidarte de ellas. Has venido aquí, para revolcarte en ellas y aumentarlas. Parece que me las
presentas como regalo. Pero no es esto lo que Yo quiero de ti, aunque lo envuelvas
con un envoltorio bonito y precioso a tus ojos. Todas esas quejas, Yo las desdeño,
porque son las cruces vividas en la angustia del desconsuelo, la desolación y la
desconfianza.
No es eso lo que Yo quiero de ti. Para eso no me he entregado. No estoy aquí,
expuesto, para eso. Estoy aquí para acoger el regalo de tu corazón. Ése que rehúsas
en darme.
Me das tus penas. No las quiero. Te quiero a ti. Y quiero tus alegrías.
Si vivieras realmente en mi Presencia, al venir aquí, te olvidarías de ti y tan sólo
pensarías en Mí. Qué quiero Yo, qué Deseo Yo. Qué deseo de ti, y cómo hacerme
más dichoso con tu entrega. Entrega total.
Revisarías: “¿Qué me falta por darle?”. Y día a día, me lo entregarías. Una cosa,
otra… Así, hasta dármelo todo.
¿No te encuentras, amada, más libre y ligera para volar, y volar alto?
Sí, Jesús. Te amo.
Sí: dímelo pronto. Pronto siempre, cuando vengas a Mí.
Entra por la puerta, y
dímelo lo primero: “Sí, Jesús: ¡te amo!” Y cada vez más y más ardiente, intenta
hacerlo con todo tu corazón. “¡Sí!, ¡Jesús!, ¡te amo!”
- “Sí”: porque tu vida quiero que sea un Sí total, un Sí permanente.
- “Jesús”: porque Yo Soy la razón de tus días.
- “Te amo”: porque tu corazón está volcado completamente en Mí.
- ¡Sí!, ¡sí!, ¡sí! ¡Sí a todo! ¡Sí a todo!
- ¡Jesús! ¡Jesús!, ¡Jesús!, porque Yo Soy el motivo de tus días.
- ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!, porque en amar sea tu ejercicio. Amar y amar, y
cada vez más amar: Amar-Me.
Mírate, ¡Alégrate! Contémplate libre de ataduras.
Aquí comienzas a entender algo de lo que te será revelado eternamente. Y en la
eternidad, eternamente conociendo más a Dios, más y más.
¿No se conoce de una vez, al llegar allí?
No. Se va aumentando en conocimiento.
¿Qué quieres para ellos?
Quiero que, cuando vengan a mi Presencia, no se sientan solos y tristes, sino que
salgan renovados.
- ¿Solos? Si Dios está contigo. ¡Dios está con vosotros!
- ¿Tristes? ¡Si os ha redimido! Ha quitado todo vuestro pecado y lo ha hecho Suyo.
Nada de feo hay ya en el hombre. Todo está renovado. Todo es bello.
¡Quiero que si siguen este camino, estén siempre alegres! Aun cuando la vida no
les sonría. Aun cuando se sientan solos en el mundo. Siempre alegres.
Digamos que éste es vuestro mayor pecado: la tristeza. La tristeza es el pecado de
los que se dicen míos. La tristeza y la inactividad.
¿A qué tristes? ¿A qué parados?
Amados: hay mucho por hacer. Se desmorona mi Reino. Se desmorona mi Casa. ¡Y lo que Yo quisiera es que lo
construyerais!
¡Viene el Reino del Corazón de María y lo hará en otros corazones! Lo hará, si
seguís permaneciendo tristes y alicaídos en mi Presencia.
¿Qué hay muchas cruces entre vosotros? ¡Bendito sea! ¡Y más que debería de
haber!
¿Qué camináis con dificultades? ¡Alabado sea Dios! Y ojalá cada vez se os haga
más empinado el camino. Para cada vez y cada vez más, ser totalmente míos.
Ah… no… no quisiera a mi servicio soldados tristes y alicaídos. ¿Cómo empezar
así la batalla? Parecéis, más bien, viejecitas achacosas.
Sí: ve y díselo. Pero primero tendrán que ver en ti el valor de llevar tu cruz con
gallardía y con ánimo. ¡Que la llevas conmigo! ¡Que Yo soy tu Esposo! Fuera
melindres y fuera miedos y temores. ¿A qué? ¿A qué, hija? ¡Si YO SOY DIOS! ¡Si
Yo creo todo!
Si Yo, cuando quiero, le digo a esto: ¡¡desaparece!!, y lo hace. Si en
mis Manos está todo. Todo. Todo. Todo. Nada escapa a mis manos y a mi poder,
todo está en mi cabeza. Controlo todas las situaciones y llevo las riendas del mundo
con mi Diestra.
“Tu Diestra me sostiene”.678
Pues eso.
Oh, Amada: ¡Ven! Adéntrate en esta Cruz. Para ti, la Cruz, tendrá un matiz
especial. Un matiz especial de Dulzura y de Alegría. Se te hará hasta difícil sufrir,
tan en mis (alas) manos te llevaré. Te adentraré. Te abismaré en el Camino de la
Cruz por el Amor, en donde no hay Dolor.
No significa que llegarás a un tal dolor que vivas como anestesiada. No. No es eso.
A partir de ahora, todo será sufrimiento. Y tú te alegrarás. He de verte y lo estoy
viendo ya, con cada sufrimiento, cómo tú te alegras y te alegras cada vez más.
He
de oírte decir, y ya lo hago: “Oh, Jesús, es por tu Amor”. “¡Qué alegría poder sufrir
un poco más contigo!” Y, llena de mis ansias de redención, me pedirás más y más.
Éste es el Regalo que Yo doy a mis Esposas la noche de bodas: Sufrimiento y Cruz.
Mi sufrimiento. Y Mi Cruz.
¡Oh, que venga!
Ya está viniendo y he aquí que llega. Recíbelo. Lo veo llegar hacia ti. Recíbelo.
¡Oh, cómo terminarían vuestras soledades! Si estuvierais completamente unidos a
Mí. Vería desaparecer todas vuestras angustias.
He realizado la Unión Total en ti. Son unos Desposorios. Pero todavía no es la
Unión perfecta. Lo será día a día. Y te espero, en los siguientes Ejercicios, para
hacerla todavía más cercana a Mí. Más auténtica y más veraz.
Oración de la noche:
Jesús:
Qué poco saben los hombres, verdad, Marga amada, de lo ocurrido hoy aquí. Será
nuestro secreto.
Y para cuando salga a la luz, lo hará para que todos los que lo lean, se vean
impelidos a una tal Unión igual conmigo.
Por eso digo que contigo realizo las nupcias que debía tener con toda la humanidad.
Vete a dormir, amada mía. Descansa. Descansa en Mí. Descansa conmigo.
Tu Guardián no duerme. No duerme ni reposa, el Guardián de Israel.679
Yo velo tu sueño. Soy el que velaré tu sueño.
Y al despertar, te saciaré de mi Semblante.680
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
671 Cfr. Lc 1,35.
672 Llegar pronto al ofrecimiento del día en la Capilla.
673 Cfr. Rm 8,29.
674 Cfr. Is 54,5.
675 Como dice Jesús más adelante, estas Nupcias son las que desea tener con todas y
cada una de las almas.
676 Cfr. Os 1,2ss.; Ez 16; 23.
677 Sagrario.
678 Cfr. Sal 63,9.
679 Cfr. Sal 121,4.
680 Cfr. Sal 17,15.
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