Hija mía: si por desventura abortasteis, si por desventura cortasteis el sueño de un no nacido, si por desventura ensangrentasteis vuestras manos con un bebé indefenso, si por desventura y por miedo a enfrentar una sociedad señaladora e injusta malograsteis un proyecto de amor trazado en una vida: os llamo para que os arrepintáis de corazón. Os llamo, para que purifiquéis vuestro corazón en los Ríos de la Gracia.
Os llamo, para que no tengáis miedo a confesar vuestro pecado.
Os llamo, para que volváis a la Casa del Padre, como el hijo pródigo: en busca de alimento, en busca de vestido, en busca de techo, en busca de amor.
Si por desgracia, cargáis sobre vuestra conciencia con este pecado: llorad amargamente vuestras culpas, reparad por este execrable acto y confiad en la misericordia del Señor.
Habéis pensado, ¿qué iba a ser ese bebé que se gestó en vuestro vientre? ¿Cuál sería su misión? ¿Cuántos años viviría?
Estáis llamadas a evangelizar, estáis llamadas a anunciar a los cuatro vientos que el aborto es martirio, es guillotina para los Corazones Unidos y Traspasados de Jesús y de María.
Si habéis abortado, acudid al bautismo de deseo (para ese bebé).
Si habéis abortado: orad, orad sin nunca cansaros y no divaguéis de un lado para otro; sentad cabeza y recobrad la paz que un día perdisteis por vuestra cobardía; cobardía porque no supisteis ser madres.
Cobardía, porque: no supisteis vencer las críticas, no supisteis hacer frente a los corazones mordaces, que señalan.
Cobardía, porque preferisteis llevar por toda la vida, el peso de un aborto.
Pero Jesús es sumamente benévolo con vosotras, hijas amadas de mi Inmaculado Corazón.
Jesús no señala vuestro pasado.
Jesús no señala vuestra debilidad.
Jesús ya no mira hacia atrás; mira hacia delante y ve vuestro arrepentimiento. Siente vuestros anhelos de santidad.
Hoy os pido, mis hijas amadas, que repitáis la siguiente jaculatoria como un acto de reparación:
Jesús protege y salva a los no nacidos.
Cuando un bebé es abortado yo tomo entre mis brazos su cuerpecito despedazado.
Cuando un bebé es abortado, yo limpio su sangre con mis lágrimas.
Cuando un bebé es abortado, mi Corazón se sume en el más terrible de los dolores y en la más acérrima de mis angustias: le abrazo y le doy el cariño de madre que le negaron en la tierra; le beso su corazoncito temeroso y le llevo a la ronda de los santos Ángeles en el Cielo.
No naufraguéis más en el dolor de vuestro pasado.
Yo tampoco os señalo. Yo tampoco os recrimino.
Yo tampoco os excluyo; una buena Madre ama a todos sus hijos por igual.
Os amo y os bendigo, hijas amadas; vuestro pasado ha sido sanado y ha sido perdonado: ┼ Amén. Amén. Amén.
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