2. MARÍA NO ES SUFICIENTEMENTE CONOCIDA
10 Es, por tanto, justo y necesario repetir con los santos:
DE MARÍA NUNQUAM SATIS10 : María no ha sido aún alabada,
ensalzada, honrada y servida como debe serlo. Merece
mejores alabanzas, respeto, amor y servicio.
11 Debemos decir también con el Espíritu Santo: Toda la
gloria de la Hija del rey está en su interior (Sal 45 (44),14,
Vulgata). Como si toda la gloria exterior que el cielo y la
tierra le tributan a porfía fuera nada en comparación con
la que recibe interiormente de su Creador, y que es desconocida de creaturas insignificantes, incapaces de penetrar el
secreto de los secretos del Rey.
12 Debemos también exclamar con el Apóstol: El ojo no ha
visto, el oído no ha oído, a nadie se le ocurrió pensar... (1Cor 2,9)
las bellezas, grandezas y excelencias de María, milagro de
los milagros de la gracia, de la naturaleza y de la gloria. “Si
quieres comprender a la Madre -dice un santo-, trata de
comprender al Hijo, pues Ella es la digna Madre de Dios”.
¡Enmudezca aquí toda lengua!
9 Hay tantos y tantos lugares y personas que llevan su nombre. “Jardín de María” llamaba PÍO XII a Colombia por sus templos y santuarios marianos que
esmaltan la geografía de la patria. ¿Lo es también por su presencia en nuestros
hogares y corazones?
10 Con letras tres veces más grandes que las otras escribió el P. de Montfort este
aforismo, que significa: “Nunca se alabará demasiado a María”.
3. HAY QUE CONOCER MEJOR A MARÍA
13 El corazón me ha dictado cuanto acabo de escribir con
alegría particular para demostrar que la excelsa María ha
permanecido hasta ahora desconocida y que ésta es una
de las razones de que Jesucristo no sea todavía conocido
como debe serlo11 . De suerte que, si el conocimiento y
reinado de Jesucristo han de dilatarse en el mundo -como
ciertamente sucederá-, esto acontecerá como consecuencia
necesaria del conocimiento y reinado de la Santísima
Virgen, quien lo trajo al mundo la primera vez y lo hará
resplandecer la segunda12 .
11 Se trata de un conocimiento experimental, de confianza y familiaridad de la
persona misma de María (Ver LG 67).
12 “El conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre la Virgen María será
siempre la clave exacta de la comprensión del misterio de Cristo” (Pablo VI,
Nov. 21, 1864; ver LG 66).
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