VATICANO, 06 Nov. 11 / 09:02 am (
ACI/EWTN Noticias)
En su reflexión previa al Ángelus de este domingo en la Plaza de San Pedro, el
Papa Benedicto XVI aseguró que quien cree en Dios-Amor
porta en sí una esperanza invencible que permite al creyente atravesar con una lámpara de luz la noche de la muerte.
El Santo Padre al iniciar su reflexión que las lecturas bíblicas de hoy "invitan a prolongar la reflexión sobre la
vida eterna, iniciada con ocasión de la conmemoración de todos los fieles difuntos. Sobre este punto
es clara la diferencia entre quien cree y quien no cree, o, se podría igualmente decir, entre quien espera y quien no espera".
El Papa afirma que la fe en el Señor marca un antes y un después en la vida de los pueblos, en donde la nada y la desesperanza son fruto del paganismo.
"Si quitamos a Dios, si quitamos a Cristo, el mundo cae en el vacío y en la oscuridad. Y esto encuentra relación también en las expresiones del nihilismo contemporáneo, un nihilismo a menudo inconsciente que desgraciadamente contagia a muchos jóvenes", aseguró.
Sobre el Evangelio de las diez jóvenes que esperan al esposo y de las cuales solo cinco entran al banquete porque tienen aceite para sus lámparas,
Benedicto XVI explicó que el óleo es "un
símbolo del amor, que no se puede comprar, pero que se recibe como don, se conserva en la intimidad y se practica en las obras".
"Verdadera sabiduría es aprovechar la vida mortal para hacer obras de misericordia, porque, después de la muerte, ello no será posible", precisó.
El Santo Padre dijo que "cuando seamos despertados para el juicio final, éste se realizará sobre la base del amor practicado en la vida terrenal. Y este amor es don de Cristo, infundido en nosotros por el Espíritu Santo".
"Quien cree en Dios-Amor lleva consigo una esperanza invencible, como una lámpara con la cual atraviesa la noche más allá de la muerte para llegar a la gran fiesta de la vida", resaltó.
Finalmente el Papa pidió a la Virgen María que "nos enseñe la verdadera sabiduría, aquella que se ha hecho carne en Jesús. Él es el Camino que conduce de esta vida a Dios, al Eterno. Él ha hecho que conozcamos el rostro del Padre, y así ha donado una esperanza llena de amor".
"Por esto, a la Madre del Señor la
Iglesia se dirige con estas palabras: ‘
vita, dulcedo, et spes nostra’ (vida, dulzura y esperanza nuestra). Aprendamos de ella a vivir y morir en la esperanza que no desilusiona", concluyó.
En español el Papa subrayó que "la liturgia de este día nos hace una invitación a vivir la sabiduría de la vigilancia, para entrar en el banquete eterno. El encuentro con Dios, no se improvisa, es algo que debe recorrer la vida entera. A Dios ‘le encuentran los que le buscan’".
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