Lunes 11 de Marzo del 2013
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (65,17-21):
Así dice el Señor: «Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 29,2.4.5-6.11-12a.13b
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (4,43-54):
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria.» Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo: «Como no veáis signos y prodigios, no creéis.»
El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño.»
Jesús le contesta: «Anda, tu hijo está curado.»
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría.
Y le contestaron: «Hoy a la una lo dejó la fiebre.»
El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Lunes 11 de Marzo del 2013
Creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Porque, en definitiva, es cuestión de confianza y de caminar. La fe tiene que ver con esa confianza que muchas veces nos lleva a poner en manos de Dios aquello que, después de haberlo puesto en las nuestras y no encontrar remedio, nadie sino Él puede poner en su sitio.
Así le sucede al funcionario real. No encuentra solución a su hijo y, aunque parezca una osadía pedir el favor, pedir un signo o prodigio a aquél hombre que caminaba con tan gran aura por los caminos de Judea a Galilea, lo hace con la confianza de que la única solución posible ha de venir “de arriba”, de Él.
Somos muchos los “funcionarios reales” que ponemos nuestra vida muchas veces en manos de Dios; nuestros problemas, nuestras alegrías y nuestras penas, con confianza. Es propio de nuestro ser creyente. Es nuestra esperanza y nuestra fe. Porque el Señor llega donde nosotros, pobres y humildes siervos, no llegamos. Ahí, cuando vemos nuestras fuerzas vencidas, surge el verdadero creyente que reconoce que solo Dios puede. Dios, a quien otros desprecian, es para nosotros un pilar fundamental en nuestra vida. A él confiados nos sentimos más tranquilos, más protegidos y llenos de una paz que nada ni nadie nos pueden dar.
Mañana comienza el cónclave para elegir un nuevo Papa. No nos queda sino rezar, confiar en que el Señor, por su Espíritu, obrará nuevamente el milagro y el prodigio. Más pronto que tarde tendremos un nuevo Papa. Un hombre lleno de Dios que, por el hecho de serlo, no puede sino ser un hombre lleno también de humanidad. Al Espíritu nos confiamos, sabiendo que Él nunca abandona a su Iglesia y siempre estará con nosotros, como nos prometió Jesús, hasta el fin de los tiempos.
En los momentos de luz y también en los momentos de oscuridad o tempestad, los creyentes confiamos en que el Señor está con nosotros en la barca. Hace pocos días nos lo recordaba el Papa emérito Benedicto XVI. Confiemos y caminemos. Creamos en su Palabra, caminemos y oremos con fe por este importante momento de la historia de la Iglesia y de la humanidad que tenemos la suerte de poder vivir.
Con afecto,
Fernando Prado, cmf.
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