Viernes 08 de Marzo del 2013
Primera lectura
Lectura de la profecía de Oseas (14,2-10):
Así dice el Señor: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: "Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 80,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17
R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.
Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R/.
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R/.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.» R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Viernes 08 de Marzo del 2013
Este Evangelio nos ofrece una gran síntesis de lo que es la vida cristiana. Es algo sencillo: amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Es sencillo de formular. El gran desafío de la vida cristiana es ir más allá de la formulación para llevarlo a la práctica y dejar que este doble aunque único principio se convierta en mi forma habitual de vivir.
No estamos ante una cuestión teórica. No se trata de “saber por saber” qué es lo principal. El maestro de la ley y Jesús están de acuerdo en la teoría. Por eso el maestro no está “lejos del reino”. Pero, para estar “cerca” hace falta algo más. No vale solo la teoría, como decimos. Se trata de llevar a la vida ese maravilloso principio.
Amar al prójimo como a uno mismo se hace difícil porque el amor que nos profesamos a nosotros mismos es ilimitado. Se trata de un amor permanente, inmenso, infinito… En el fondo… nadie nos ama más que nosotros mismos. Por eso el desafío es inmenso y cuesta llevarlo a la práctica.
Por otro lado, el amor al prójimo –a quien vemos- es como la prueba del nueve del amor a Dios –a quien no vemos- que profesamos como primer mandamiento.
La dificultad de esta sencilla fórmula, por tanto, está en la práctica. La Cuaresma nos invita a convertirnos y “acercarnos” más al Reino. Para estar no solo ya “no lejos”, sino “más cerca” del Reino hay que pasar la teoría por la prueba de la vida. No dejemos nunca de intentarlo.
Con afecto,
Fernando Prado, cmf.
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