La segunda parte de Frozen parece que incluye una Elsa lesbiana que puede echar por tierra el mito de Disney para siempre.
La factoría Disney se está plegando a las presiones de los grupos LGTB para que homosexualice sus películas, y Frozen está a punto de ser la primera.
No podemos dejar que el lobby de la ideología de género destruya la gran fábrica de sueños infantiles. Pidámosle al presidente de Disney España, Simón Amselem, y al CEO de The Walt Disney Company, Bob Iger, que no se rindan a las presiones y que sigan promoviendo los valores universales que distinguen a sus películas.
Uno de los grandes bastiones LGTB americanos, la poderosa Alianza de Gays y Lesbianas contra la Difamación (GLAAD), ha puesto recientemente a Disney en el punto de mira de no dar visibilidad a su colectivo en ninguna de las 11 películas lanzadas en el 2015.
Las presiones de estos grupos llevan años siendo muy fuertes, pero en los últimos meses se han recrudecido y Disney está cediendo hasta el punto de que parece dispuesta a contentarlos.
Especialmente tras una campaña que ha arrasado en Twitter pidiendo a Disney que Elsa, el personaje de Frozen tan querido por todos los niños, sea la primera protagonista lesbiana de la historia de la factoría en la secuela que se prepara para 2018. El hashtag de la campaña, que ha superado ya los 19.000 tuits, no deja lugar a dudas: #GiveElsaAGirlFriend.
¿Por qué esta obsesión por plantar en Disney la bandera multicolor? Yo te apuntaría dos motivos:
- Uno simbólico. Desde sus orígenes, Disney representa modelos de familia universales (padre, madre e hijos, matrimonios entre hombres y mujeres, personajes que responden a los roles espontáneos de su género, etc.), y eso, para los que defienden que la voluntad humana debe prevalecer sobre cualquier otra consideración física y biológica, es una aberración cultural que debe ser corregida.
- Otro estratégico. La batalla por imponer un modelo social y cultural libre de géneros fijos, basado en el deseo personal, pasa por lavar el cerebro a los niños desde bien pequeños. Su futuro depende de que tus hijos interioricen los nuevos modelos de familia y de relaciones. Normalizar para vencer. ¿Y quién mejor que Disney para ganarse al público infantil?
Hagamos saber al presidente de Disney España y al CEO de The Walt Disney Company en EEUU, que la decisión de lo que es bueno o malo para nuestros hijos es nuestra. No queremos películas de gays y lesbianas con sello Disney, así que pídamosles que resistan a las presiones para hacer de la secuela de Frozen la primera película lesbiana de su factoría.
El lobby homosexual no busca la aceptación. Ya la tienen. Busca imponer su ideología. Nuestros hijos no estarán bien educados hasta que la dosis homosexualista corrija la “patología” de la familia universal que, por qué será, no acaba de rendirse a sus dictados.
Ésta es su guerra: acosarla, asaltarla, rendirla. Y se servirán de compañías como Disney para lograrlo a través de nuestros hijos, usando todo su poder, influencia y dinero.
El lobby LGTB ya se ha apuntado algunos tantos en su lucha por rendir a Disney. La serie infantil de Disney Channel ‘Good Luck Charlie’ (Buena Suerte Charlie) incluyó hace dos años una familia homoparental: una pareja de lesbianas con un hijo.
Sin embargo, estos logros deben de parecerle insuficientes. El totalitarismo multicolor quiere ir más allá, tiene hambre de dominio. Ahora busca infiltrarse en el mismísimo corazón de Disney, desvirtuar el espíritu de sus películas clásicas. Y no se detendrán hasta conseguirlo si no los frenamos.
¿Le decimos a Disney lo que queremos para nuestros hijos, o dejamos que impongan su ley?
¿Quieres que Elsa, la heroína de tantos niños, salga del armario y encuentre novia en la secuela de Frozen?
O, ya puestos: ¿Quieres ver a Woody casándose con Buzz Lightyear? ¿Quieres una Cenicienta bisexual? ¿Quieres un Rey León trans? Si tu respuesta es no, actúa ahora.
En la batalla contra la dictadura de género, éste es un frente que no debemos descuidar. Por favor, apoya esta alerta y lanza un mensaje claro al director de Disney de que no ceda al empuje LGTB.
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