Queridos amigos
“Al salir de la sinagoga los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús”, dice el Evangelio de hoy
. ¿Qué ha ocurrido? Jesús ha quebrantado el descanso sabático, sagrado y de estricto cumplimiento para todo judío y además ha aprobado el hecho de que sus discípulos hayan comido espigas de trigo ese mismo día. Para los fariseos Jesús se ha convertido en un peligro público de la religión imperante. Hay que eliminarlo por el bien del pueblo y para guardar las tradiciones de la Ley dada por Moisés. El hombre Jesús se ha convertido en la conciencia crítica de la sociedad y de la religión y molesta, porque pone en evidencia la autoridad de los dirigentes religiosos y su ceguera. Los fariseos antes que convertirse prefieren matar al mensajero que anuncia la justicia.
Para Jesús la persona está antes que la Ley; y todavía son más importantes los enfermos, los hambrientos, los necesitados. Socorrer a la persona es lo prioritario, y para hacer el bien no hay ningún día sagrado, pues la caridad es lo más urgente ya que es el primer y principal mandamiento de la Ley de Dios. Hacer el bien no puede esperar.
Los cristianos vivimos en el mundo, pero no podemos vivir según los criterios del mundo. Nuestra presencia debiera ser también esa conciencia crítica de los abusos, atropellos, injusticias, vejaciones, olvidos…que diariamente se dan en la convivencia humana. Nuestra voz se tiene que oír para anunciar y denunciar el pecado e indicar el camino a seguir. Somos buenos creyentes cuando decimos la palabra oportuna frente al mal y cuando hacemos lo que tenemos que hacer; el miedo al qué dirán o pensarán, las habladurías y los chismes no pueden cerrarnos la boca ni paralizar nuestras manos para hacer el bien. La verdad y la caridad son las dos manos del cristiano.
Hoy celebramos Nuestra Señora del Carmen. Esta advocación procede del llamado
Monte Carmelo, en
Israel. En
España es patrona del
mar. Es honrada también en muchos pueblos de América: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, México, Panamá, Perú, Puerto Rico, Venezuela… La veneración cristiana se remonta al grupo de
ermitaños que, inspirados en el
profeta Elías, se retiraron a vivir en el
Monte Carmelo. Estos devotos, después de las cruzadas, formaron en
Europa la
Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (carmelitas). Según la tradición carmelita, el
16 de julio de
1251, la imagen de la Virgen del Carmen se le habría aparecido, a
San Simón Stock, superior general de la Orden, a quien le entregó sus hábitos y el
escapulario, principal signo del culto mariano carmelita.
María, en cada una de sus advocaciones, nos recuerda aquellas palabras suyas a los sirvientes en las bodas de Caná: “Haced lo que Él os diga”. María siempre nos lleva a obedecer a Jesús, es decir a vivir el mensaje del Señor.
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