Se dice del anuncio del primer mensaje que muchos bajaron defraudados. Uno se podría preguntar el porqué.
En primer lugar, tenemos que recordar que nosotros, muchas veces, por nuestra poca fe, esperamos cosas extraordinarias, grandes, con mucho ruido. Sin embargo, hemos visto cómo muchas veces Dios actúa en el silencio, en la sencillez, en una brisa suave, y no en el huracán o en los truenos. Esta equivocación nuestra de querer algo fantástico nos ciega a la actuación real y no menos sorprendente de Dios.
Debemos preguntarnos, más bien: "¿Quiénes somos nosotros para que Nuestra Madre venga, nos hable, nos dé un mensaje y nos diga lo que tenemos que hacer? ¿Es que merecemos esta visita?" Una palabra ya sería un regalo y Ella nos regaló muchas. El simple hecho de que la Virgen venga a visitarnos ya es algo extraordinario y de tanto valor que no debemos exigir ni querer nada más.
Sorprende la paciencia que Dios tiene hacia nosotros, sus hijos. Como el Padre del hijo pródigo, espera y anhela la vuelta del hijo perdido y caído en el pecado. No se cansa de esperar, no se cansa de perdonar, pero nosotros sí nos cansamos a menudo y olvidamos que existe este padre bueno que quiere recibirnos de nuevo en casa y darnos la herencia prometida a los hijos suyos.
La Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra, viene a recordarnos esta verdad. Nos invita a hacer sacrificios y penitencia. Nos invita a visitar al Santísimo con frecuencia, es decir, a avivar nuestra fe y nuestro amor en la presencia real de Cristo en la Santísima Eucaristía. En otra ocasión, la Virgen dirá a Conchita: "Él os espera día y noche". Sí, el Señor nos espera en el sagrario. Muchos se han olvidado de Él. Dice la Virgen que "tenemos que ser muy buenos". Este "ser muy buenos" es una nueva llamada a la conversión, a volver el corazón una y otra vez a Dios, al arrepentimiento y al deseo de enmendarnos. Es una llamada a la santidad, al amor a Dios y al prójimo, a la pureza de corazón.
Anuncia, al final, que, si no cambiamos, vendrá un castigo. La palabra "castigo" no debe escandalizarnos, ya que en la misma Biblia se habla muchas veces de ello. Lo dice para que nos demos cuenta de la gravedad del pecado. Al igual que el que ama y hace el bien tendrá su recompensa, el mal y el pecado serán castigados, purificados. Dios no es menos misericordioso por ser justo.
Debemos levantar en nuestro corazón un himno de agradecimiento por este aviso de Dios, esta llamada… No podemos decir aquello de que "es que no lo sabía", porque Dios nos lo ha dicho Él mismo: "Convertíos y creed en el Evangelio", y nos lo vuelve a decir ahora a través de su Madre: "Si no cambiamos, nos vendrá un castigo".
Este mensaje debe ser acogido de todo corazón. No dejemos que quede en el abandono. La Virgen nos quiere mucho, desea nuestra salvación y, por eso, tiene esta preocupación maternal y nos avisa.
Renovemos cada día nuestro compromiso por cumplir y dar a conocer este precioso mensaje, que es signo del amor de Nuestra Madre hacia sus hijos y de la misericordia y del amor de Dios hacia nosotros.
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