Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa Francisco hizo un llamado a ““construir una fraternidad que no sea de ‘laboratorio’” como base para la edificación de “una casa común” que no deje “de lado a las personas que piensan distinto, o aquello que consideran importante y que pertenece a su más profunda identidad”.
El Santo Padre hizo estas declaraciones en el mensaje que envió a los participantes en el Foro Interreligioso G20 que se está celebrado en Buenos Aires hasta el próximo 28 de septiembre y cuyos debates se circunscriben en el contexto de la Cumbre del G20.
En el mensaje, el Papa reconoció que “los desafíos que tiene que afrontar el mundo en estos momentos son muchos y muy complejos. Nos enfrentamos actualmente a situaciones difíciles que no solo afectan a tantos hermanos nuestros desamparados y olvidados, sino que amenazan el futuro de la humanidad entera. Y los hombres de fe no podemos quedar indiferentes ante estas amenazas”.
Francisco señaló que las religiones tienen que ser capaces hoy “de mostrar la fecundidad del diálogo constructivo para encontrar, entre todos, las mejores soluciones a los problemas que nos afectan a todos”.
“Un diálogo que no significa renunciar a la propia identidad”, señaló, “sino estar dispuestos a salir al encuentro del otro, a comprender sus razones, a ser capaces de tejer relaciones humanas respetuosas, con el convencimiento claro y firme de que escuchar al que piensa de modo diferente es ante todo una ocasión de enriquecimiento mutuo y de crecimiento en la fraternidad”.
Afirmó que “ante un mundo en el que se afirma y se consolida un paradigma de desarrollo de tipo tecnocrático, con su lógica de dominio y control de la realidad en favor de intereses económicos y de beneficio, pienso que las religiones tienen un gran papel que desempeñar, sobre todo gracias a esa ‘mirada’ nueva sobre el ser humano, que viene de la fe en Dios creador del hombre y del universo”.
Debido a ello, “cualquier intento de buscar un auténtico desarrollo económico, social o tecnológico, ha de tener en cuenta la dignidad del ser humano; la importancia de mirar a cada persona a los ojos y no como un número más de una fría estadística”.
“Ofrezcamos por eso una manera nueva de mirar a los hombres y a la realidad, ya no con afán manipulador y dominante, sino con respeto de su propia naturaleza y de su vocación en la creación entera”, invitó.
Finalmente, renovó, “una vez más, y ante esta asamblea tan cualificada, mi llamamiento a proteger nuestra casa común mediante la preocupación por toda la familia humana. Una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre cómo estamos construyendo nuestra sociedad, en la búsqueda de un desarrollo sostenible y convencidos de que las cosas pueden cambiar”.
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