El padre
Donald Calloway, MIC nació en 1972 en Dearborn (Michigan, Estados Unidos), y se ordenó sacerdote en 2003 como miembro de la congregación de los padres Marianos de la Inmaculada Concepción. Tiene una
historiadetrás, porque antes de convertirse al catolicismo y de pensar en la vida religiosa llevó una vida más que complicada, con consumo de drogas y un paso por la cárcel incluidos.
El libro consta de tres partes: una historia del rosario como arma espiritual que nos ha dado Dios mismo, las frases más contundentes de los 26 santos y Papas “héroes del rosario” y una guía práctica de cómo y por qué rezar el rosario. Cierra el volumen un apéndice con muestras de arte vinculado al rosario.
Anabelle Hazard entrevistó al padre Calloway para
Catholic Stand, de donde reproducimos las siguientes preguntas y respuestas:
Con qué frecuencia reza el rosario?
Rezo el rosario todos los días. Lo hago así desde mi conversión al catolicismo en 1992. Muy pocos días lo habré dejado de hacer. En mi congregación religiosa estamos obligados a rezar un grupo de misterios todos los días. Yo rezo el rosario dominico (gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos).
¿Qué le aconsejaría a las familias a las que les cuesta rezar el rosario juntos?
Si se trata de niños pequeños, quizá es más aconsejable rezar una decena por la noche. Los domingos y festivos pueden rezarse las cinco decenas. También recomiendo mucho que sea el padre quien reúna a la familia para el rosario y quien lo guíe. Este ejemplo paterno tiene un efecto duradero. Hay estudios que demuestran que cuando es el padre quien conduce las oraciones y se encarga de que la familia participe en las actividades religiosas, es más probable que los niños lo hagan cuando sean jóvenes y como adultos. Todo el mundo se distrae rezando el rosario. Es normal. Sugiero que la familia no deje el rosario para última hora del día porque es garantía de somnolencia.
Hay una parte de los católicos que son escépticos ante las revelaciones privadas. Sin embargo, en la primera parte de su libro las revelaciones privadas están muy presentes en momentos fundamentales en los que intervino Nuestra Señora. ¿Cuál es la forma más sabia de discernir una revelación privada?
Ningún católico está obligado a aceptar una revelación privada. Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia católica reconoce que en ocasiones el cielo nos habla a través de hecho de esa naturaleza. Cuando las revelaciones privadas reciben la aprobación de la Iglesia, es un signo de que el cielo nos está hablando sobre un asunto específico para nuestro tiempo. Así ha sido el caso de incontables revelaciones privadas aprobadas, muchas de las cuales condujeron a nuevas formas de devoción a Dios y a Nuestra Señora y contribuyeron a establecer en la Iglesia nuevas fiestas litúrgicas.
Su libro presupone que el rosario es un arma. ¿Es correcto decir que esa devoción al rosario es también un arma necesaria para la santidad?
Técnicamente, la devoción al rosario no es necesaria para la salvación. Sin embargo, nadie que crea realmente en Jesucristo y en la plenitud de la verdad tal como la enseña el catolicismo puede oponerse al rosario o ir contra él. Con toda sinceridad: quien esté contra el rosario nunca será elevado a los altares. ¿Cómo podría ser eso? Rezar el rosario es rezar el Nuevo Testamento. Rezar el rosario es meditar sobre el misterio redentor de Jesucristo y coronar con rosas espirituales la hermosa cabeza de la Reina del Cielo. Quien se opone a ambas cosas no puede ser santo.
Su experiencia de conversión fue a través de la intercesión de Nuestra Santísima Madre y de su propia madre. ¿Cuál fue el secreto de su madre sobre su conversión? ¿Tiene usted algún consejo para las madres que queremos que nuestros hijos amen a la Santísima Virgen y a la Santa Madre Iglesia?El secreto que usó mi madre fue el secreto del que escribió San Luis María Grignon de Montfort, a saber, el secreto del rosario. El rosario es poderoso. Cuando mi madre se convirtió al catolicismo, comenzó a rezar el rosario a diario para la salvación de su matrimonio y la conversión de su hijo delincuente (yo). ¡Y funcionó! Cuando una persona se deja someter a una conversión diaria del corazón de Jesús, participación en la vida sacramental de la Iglesia, adhesión a las enseñanzas de la Iglesia y rezo diario del rosario, el cielo responde con una efusión de gracia y misericordia.
¿Sintió la presencia y la intercesión de Nuestra Señora y de los adalides del rosario (también de sus enemigos) mientras se documentaba para el libro y lo escribía?
En cierto modo, considero que partes de este libro son milagrosas. Realmente no soy muy bueno escribiendo. Soy capaz de llevar a cabo una investigación eficazmente, pues tengo estudios marianos y soy capaz de leer en varias lenguas, y sé dónde están todas las fuentes marianas. Sin embargo, redactar un libro de 445 páginas no es tarea fácil. Al inicio del proyecto, no tenía ni idea de cómo iba a conseguirlo. Me llevó más de dos años escribir el libro y durante ese tiempo recé una novena continua a Nuestra Señora y a unos doscientos santos, pidiéndoles que me ayudaran. Durante estas oraciones se me ocurrió dividir el libro en tres secciones: historia, campeones y aspectos prácticos. A veces escribía un capítulo y luego me iba a la cama muy disgustado con la forma en la que lo había escrito, me despertaba y volvía a leer lo que había escrito… y me asombraba de lo que había en las hojas. Suena raro, pero una buena parte de mí piensa que Jesús y María trabajaban por la noche en el texto para mejorarlo.
Usted ha peregrinado a lugares sagrados en todo el mundo. ¿Cuál es su lugar preferido de peregrinación mariana y por qué?
Mis dos lugares favoritos de peregrinación son Lourdes y el Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Pompeya (Italia). ¡Son dos lugares tan impresionantes en su belleza y recogimiento! Lourdes parece un castillo medieval donde vive una princesa, ¡y es tan fácil escaparse a la capillita y perderse en oración y soledad! Y debo decir que el Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Pompeya es probablemente la iglesia más hermosa que he visto nunca. No cambiaría nada en ella, y sólo mirar en el interior de la iglesia recrea al alma en la belleza de Dios. San Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco también han estado allí.
¿Ha regresado a Japón desde que fue deportado para predicar como sacerdote marianista?
Tras mi experiencia de ser expulsado de Japón en 1988, no he regresado a Japón más que al aeropuerto internacional de Narita, en Tokio, para alguna conexión con algún vuelo internacional. Para quienes no conozcan mi historia: en mi juventud fui un mal tipo. Dejé el instituto y fui deportado de Japón por consumo de drogas y actividad criminal, acudí a centros de rehabilitación de drogodependientes en Pennsylvania y cuando cumplí los 18 fui a la cárcel en Louisiana. Tenía el pelo largo hasta la cintura, tatuajes, pendientes y la peor lengua que hayan ustedes escuchado nunca. Sin embargo, Dios tenía otros planes. Al cumplir 21, tuve una conversión radical tras leer un libro sobre apariciones marianas. Tras hacerme católico entre en una congregación religiosa y pasé diez años estudiando para ser sacerdote. Soy sacerdote desde hace 14 años.
¿Cuál es la más importante de las promesas a los devotos del rosario, o su favorita?Según una antigua tradición, Nuestra Señora le dijo a Santo Domingo y al Beato Alan de la Roche que quienes promuevan el rosario alcanzarán la salvación. Para mí, ésa es la mejor promesa. Quiero estar con Jesús en el Paraíso para siempre. Realmente lo demás no importa.
Los 26 “campeones del Rosario”, según el padre Calloway (en la imagen de la izquierda):
Santo Domingo Guzmán, San Pío V, San Luis María Grignon de Montfort, San Antonio María Claret, León XIII, Pío XII, San Juan XXIII, Joseph Kentenich, San Pío de Pietrelcina, Fulton Sheen, Beato Pablo VI, San Josemaría Escrivá y Patrick Peyton; en la columna de la derecha, Beato Alan de la Roche, San Alfonso María de Ligorio, Beato Pío IX, Beato Bartolo Longo, Pío XI, Dolindo Ruotolo, Beato Santiago Alberione, Frank Ruff, San Maximiliano Kolbe, Benedicto XVI, San Juan Pablo II, Santa Teresa de Calcuta, Sor Lucía.
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