07-07-2010
Teresita de Lisieux:
Yo te elegí. Yo te escogí. Te elegí a ti.
El Señor me concedió elegir, y te elegí a ti.
¿Para qué?
Para ayudarte. Para ayudarme en mi misión de extender la Devoción de los Últimos
Tiempos.
¿Por qué?
Porque tú eres pequeña, un alma pequeña, que no te puedes enorgullecer por tus
méritos, pues no los tienes, porque tú debes ejercer mucho la Confianza. La
Confianza y el Abandono en los méritos de Dios. Porque el Señor me concedió ayudar a las almas que poblarían la tierra en los Días
de la Gran Tribulación. Días en los que se iba a necesitar una Confianza en la
Providencia hasta el extremo, un Abandono en las manos de Dios a fuerza de
héroe. Una fe en su Amor y en su Perdón, que no la podéis adquirir por vuestros
méritos, pues sois pobres, vuestros méritos no son nada.
Porque cuando miréis vuestra alma a los ojos de Dios y la encontréis sin méritos
como purgar vuestros muchos pecados, correréis el peligro de desesperaros, y
muchos lo haréis.
Para eso: acordaos del “pequeño camino”, que se basa sobre todo en la
Confianza.335 En la Confianza del Padre Bueno, de nuestro Padre Bueno.
Y los méritos, adquiridlos por la Confianza, ¡y Él jamás se podrá negar a eso de sus
hijos! Porque sus hijos creen en su Amor.
Di esto. Predica esto. Diles que acudan a mí.
Yo estaré contigo para animarte y sostenerte, para indicarte. Diles que me
invoquen, que yo les quiero ayudar.
En esto consiste una parte muy importante de la Verdadera Devoción al Corazón de
Jesús, y por eso es para estos Tiempos, y por eso yo soy la Patrona de los Santos de
estos Tiempos. Porque éste es un Tiempo donde se necesitó más que nunca la
Confianza en Nuestro Dios.
Porque las almas de estos Tiempos están heridas cruelmente por el pecado. El
pecado ha minado sus fuerzas y no pueden salir de ahí. Porque sólo les sacará de
ahí la Confianza.
De su desesperación, sólo les sacará la Confianza.
¡Diles que no desesperen! Aunque sea tremendo, horrendo, horroroso el panorama
que vean en su alma por el pecado. ¡Diles que Dios les perdona!
Que se pongan como niños pequeños en sus manos. Como niños que no saben
andar, que Él les llevará. Él les subirá la escalera. Peldaño a peldaño.
Que pongan sólo su Confianza y sus ganas de mejorar.
¡Es posible! ¡Dios perdona todo! ¡Dios no condena a las almas! ¡Dios no os
condena, hijos, no os condena!
¡Venid a mí, que yo os enseñaré mi Confianza! Cómo a través de ella, pude
alcanzar las grandes cotas de la santidad.
Yo no era nada, no era nadie, no era nada. Era una simpMarga: ánimo. Veo tu lucha. Estoy contigo. Te aliento. ¡Ánimo! ¡Tendrá fruto!
¡Tendrá fruto!
Marga: ánimo. Veo tu lucha. Estoy contigo. Te aliento. ¡Ánimo! ¡Tendrá fruto!
¡Tendrá fruto!
Venga, hija: ¡agárrate a mi Caminito! Utilízalo. Úsalo para salir de ahí, para tirar
hacia arriba.
¡Marga! Te esperan cosas muy bonitas. Marga: ¡es espléndido!
Esperaba este día. Marga: eres mi amiga. Mi pequeña amiga.
¡Oh, Marga: estoy muy contenta! Por fin hoy me has escuchado. Lo has creído.
Tú dedícate al Resto que el Señor quiere enviarte.
¿Te gustan estos amigos del Cielo?
Marga: eres mi preferida.
Dame un beso, querida.
(Se agacha, porque estoy en el suelo. Me abraza y me besa). Adiós.
335 El Papa Benedicto XVI dedicó la audiencia del 6 de abril de 2011 a hablar de
Santa Teresita del Niño Jesús: "En el evangelio Teresa descubre sobre todo la
Misericordia de Jesús. Confianza y Amor son el punto final de la historia de su
vida: dos palabras que han iluminado como faros su camino de santidad, con el
fin de guiar a otros en su mismo "pequeño camino de la confianza y el amor",
de la infancia espiritual. La confianza del niño que se abandona en las manos
de Dios, inseparable del compromiso fuerte, radical del verdadero amor que es
don total de sí".
336 Sta. Teresita escribe en “Historia de un Alma”: “Desde hace algún tiempo yo
me había ofrecido al Niño Jesús para ser un jueguito, le había dicho que no me tratase como un juguete caro, que los niños se contentan con mirar sin
atreverse a tocarlo, sino como a una pelotita sin ningún valor a la que El podría
tirar al suelo, golpear con el pié, agujerear, abandonar en un rincón o bien
estrechar entre sus manos si le venía la gana, en una palabra yo quería divertir
al pequeño Jesús”. (Historia de un alma. Ms. A. Cap. VI, Ed. Monte Carmelo
1984, Pág. 171)
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