BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se despidió de los españoles, en la noche de este domingo, invitándoles a vivir "como una sola familia", y expresando sus deseos de volver el próximo mes de agosto a Madrid para participar en la Jornada Mundial de la Juventud."Con la oración y el pensamiento, he deseado abrazar a todos los españoles, sin excepción alguna, y a tantos otros que viven entre vosotros, sin haber nacido aquí", dijo en el discurso de despedida que pronunció en el aeropuerto internacional de El Prat (Barcelona), al concluir su segunda visita apostólica en España, en presencia de Sus Majestades, los Reyes de España, y del primer ministro, José Luis Rodríguez Zapatero.
"Llevo a todos en mi corazón y por todos rezo, en particular por los que sufren, y los pongo bajo el amparo materno de María Santísima, tan venerada e invocada en Galicia, en Cataluña y en los demás pueblos de España", afirmó.
"A Ella le pido también que os alcance del Altísimo copiosos dones celestiales, que os ayuden a vivir como una sola familia, guiados por la luz de la fe. Os bendigo en el nombre del Señor", concluyó al despedirse.
Antes de la ceremonia de despedida, en el mismo aeropuerto, el Papa, acompañado por el cardenal Tarcisio Bertone S.D.B., su secretario de Estado, había mantenido un encuentro privado con Zapatero. Si bien no se pudo escuchar la conversación, los periodistas pudimos ver cómo tenía lugar en un ambiente cordial.
Ese encuentro y las palabras de despedida, han mostrado como el objetivo de esta visita era el del "encuentro y no el desencuentro", como él mismo había explicado ya en el avión que le llevaba el sábado a Santiago de Compostela.
Así fue confirmado por Su Majestad Juan Carlos I, Rey de España, quien en el discurso de despedida en la ceremonia aseguró al obispo de Roma que "nos habéis colmado con palabras de paz y solidaridad, de fraternidad y espiritualidad, llenas de esperanza en que es posible un mundo mejor".
Y significativamente, para no dejar lugar a equívocos, añadió: "Gracias, no sólo en nombre propio y del pueblo español, sino también del Gobierno de España, de las autoridades autonómicas y municipales que en estos días os han recibido".
Antes de subirse al avión de la compañía Iberia, el Papa recordó los objetivos de esta visita pastoral a Galicia y Cataluña."En Compostela he querido unirme como un peregrino más a tantas personas de España, de Europa y de otros lugares del mundo, que llegan a la tumba del Apóstol para fortalecer su fe y recibir el perdón y la paz --afirmó--. Como Sucesor de Pedro, he venido además para confirmar a mis hermanos en la fe".Luego, hablando en catalán, hizo referencia a la dedicación de la Sagrada Familia y su visita a la "Obra Benéfica el Nen Déu", "dos símbolos en la Barcelona de hoy de la fecundidad de esa misma fe, que marcó también las entrañas de este pueblo y que, a través de la caridad y de la belleza del misterio de Dios, contribuye a crear una sociedad más digna del hombre. En efecto, la belleza, la santidad y el amor de Dios llevan al hombre a vivir en el mundo con esperanza".Sus últimas palabras no fueron un adiós, sino un hasta pronto: "Nos veremos en Madrid, el año próximo, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud".
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