SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado, 13 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- "El Papa nos ha hecho muy felices a todos", confiesa el arzobispo de Compostela. "Y bueno, también hay que decir que el Papa se ha encontrado a gusto entre nosotros...". Queda en monseñor Julián Barrio un profundo sentimiento de gratitud hacia Benedicto XVI, por haber tenido «la disponibilidad de venir hasta nosotros en medio de no pocas ocupaciones». Ahora, toca trabajar en la nueva evangelización, como explica en esta entrevista concedida a Ricardo Benjumea de la Vega, redactor jefe de "Alfa y Omega" (http://www.alfayomega.es).
--Se les vio a usted y al Papa muy contentos en el Papamóvil, camino a la catedral, desde el aeropuerto...
--La verdad es que fue entrañable recibirle. Se le veía contento de haber podido realizar el deseo, que tenía desde hacía mucho tiempo, de venir a Santiago. Llegó -como él manifestó- como peregrino, como un peregrino más, dentro de ese mar de tantos y tantos peregrinos que en este Año Santo han llegado a la tumba del Apóstol... La conversación con él fue muy agradable. Se sintió muy acogido por todas las personas que, a lo largo del trayecto, le esperaban junto al camino, y me hizo varias preguntas sobre ellas.
--En la catedral, era visible la emoción de quienes pudieron saludarle; como si tuvieran la urgencia de mostrarle su afecto, de hablarle...
--Sí, ha habido testimonios muy entrañables. El Papa realmente es un referente hoy en todos los ámbitos. Pudimos verlo, pero, además, no dejan de llegarnos testimonios de agradecimiento por haber tenido al Papa entre nosotros. Se ve que hay un gran amor al Papa, a lo que él representa, a la Iglesia, que aflora claramente en una ocasión como ésta.
--¿Y la comida con los obispos en el palacio arzobispal? ¿Cómo transcurrió?
--También fue muy entrañable. La verdad es que el Papa es un hombre de una gran sencillez, tal vez por la hondura espiritual y por su dimensión intelectual. Tuvimos una conversación muy distendida sobre distintos aspectos: le comenté algunos asuntos, él hizo varias preguntas... Yo me senté a su derecha, el señor cardenal de Madrid a su izquierda..., y con todos los que estábamos en la mesa mantuvo en un momento determinado alguna conversación.
--No ha habido esta vez, como sí ocurrió en Valencia, un encuentro público del Papa con los obispos españoles. ¿Pero les ha dejado algún mensaje en especial?
--Sí, y creo que lo ha hecho de manera muy clara en diversas oportunidades durante su Visita. Tanto en la homilía de la plaza del Obradoiro, como en su discurso por la mañana en la catedral, el Papa manifestó su gran preocupación por la nueva evangelización, en la que, de una u otra manera, debemos implicarnos todos los cristianos, pero de manera especial los pastores. Los obispos debemos comprometernos de lleno. Así lo ha puesto el Santo Padre de relieve con el nuevo Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, con el que se va a ayudar a llevar adelante esta inquietud y esta preocupación.
Este mensaje a la Iglesia en España tiene una resonancia especial desde Santiago; es un ámbito propicio para recordar la preocupación evangelizadora de Santiago, para que también nosotros hoy, sucesores de los apóstoles, la asumamos.
--La noche anterior, en la Vigilia, ante varias decenas de obispos, usted insistió en la importancia de la comunión en la Iglesia en España.
--Desde el primer momento, he intentado también que, de alguna manera, aviváramos ese aspecto. Y no porque la comunión sea algo que tengamos olvidado o descuidado, pero de alguna forma, sobre todo en estos momentos, creo que tenemos que subrayar este aspecto de manera especial, y más aún con el Papa, cuya presencia ha sido sin duda providencial para avivar esa comunión.
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