Estamos a un paso de despedir el mes de Octubre. Un mes mariano por excelencia, el mes del rosario, oficialmente.
Y qué poco se habla de la oración en los blogs cristianos. En concreto qué poco se habla del rosario. Soy consciente que no todo el mundo es capaz de realizar oración vocal y al mismo tiempo meditar sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús. Y miren por dónde el rosario es hacer fácil lo difícil. Entrar en el misterio de la vida de Dios en el mundo con unas breves oraciones que resumen el significado de nuestra fe. Y hacer posible que al ir desgranando avemarías y padrenuestros se abra nuestro corazón y se esponje con la gracia de la fe.
Me gusta el rosario. Sé que lo rezo mal, casi de manera mecánica, pero me hace bien. Es un compromiso para despedir el día. Y dejar en buenas manos las preocupaciones cotidianas. Al rosario le pasa tres cuartos de lo mismo que a las oraciones de la mañana y de la noche que nos enseñaron en nuestra infancia. Se van olvidando y con ellas también olvidamos qué es lo fundamental de nuestra vida. Lo importante no es la crisis, por mucho que nos azote y nos oprima con sus penurias; lo importante no es la última entrega de la telenovela o la serie nocturna que seguimos con interés. Lo importante tampoco está en quién gane las elecciones el próximo 20 de Noviembre.
Lo que es verdaderamente importante para un cristiano es ser consecuente con su fe, crecer un poco más en santidad cada día, y servir al género humano en vida la cotidiana y profesional.
Pero para llegar a ser enviado a dar testimonio, primero hay que tener la humildad de reconocer que no tenemos ni las cualidades, ni la altura, ni la categoría necesaria para acometer esa empresa, que somos meros instrumentos a los que el Señor debe conducir cada día. Y para ello nada mejor que la oración y los sacramentos, aunque a veces nos parezca que se han vuelto rutina y costumbre. Leí en una ocasión que alguien había dejado de rezar en el momento que se dio cuenta que hablaba consigo mismo. Lástima de enfoque. Porque precisamente el cristiano es alguien que se ha dado cuenta que nunca está sólo, que en cualquier situación encuentra el camino para dar gracias, bendecir y alabar al Padre, porque se sabe un ser privilegiado dentro de la creación. Hay muchas más posibilidades de no ser que de ser. En proporción estadística somos un milagro dentro del Universo. Y si además compartimos la fortuna de saber que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, deberíamos no sólo adorar al Señor sino pasar la vida bendiciendo su nombre.
Por el hecho de ser cristianos tenemos la fortuna de participar en la obra misteriosa de la salvación del género humano mediante la oración y la ofrenda permanente de nuestros propios actos. Y siendo María corredentora de la humanidad, acogernos a ella en la oración del rosario es un acto de amor oblativo que en numerosas ocasiones ha sido considerada la devoción más importante de todas. Pues en ella se une la oración vocal con la oración mental, siendo un arma para la conversión de los pecadores y para que María interceda por toda la humanidad. Obviamente lo rezamos por amor, con plena gratuidad, sabiendo que sirve para el bien del género humano. ¿Nos puede alguien reprochar semejante devoción?.
A un paso ya de la festividad luminosa de Todos los Santos, donde celebramos el gozo profundo de tener como intercesores a aquellos que nos precedieron en tiempos pasados, cristianos cuya biografía no se recuerda, pero que la Iglesia conmemora para dar gracias por esa pléyade de santos anónimos que gozan de la presencia del Señor. Conviene enseñar a rezar el rosario también por los difuntos. Es un buen momento para elevar plegarias por aquellos que conocimos y ya han abandonado este mundo. Jornada que la Iglesia también celebra todos los años de manera oficial el día 2 de Noviembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario