Los modernistas andan desatados. Creen que es el momento de su victoria y ya no disimulan lo más mínimo. Uno de los más famosos e influyentes, el jesuita italiano Antonio Spadaro, editor de la revista La Civiltà Cattolica -que está revisada por la Santa Sede-, dio recientemente una charla sobre Amoris Laetitia ante dos cardenales, doce obispos y veinticuatro teólogos de Estados Unidos.
He aquí una de las frases de su charla:
“Ya no es posible juzgar a las personas sobre la base de una norma que está por encima de todo“.
Cuando dice “ya no es posible", quiere decir que antes sí era posible. Y ciertamente, Jesucristo advirtió que habrá un juicio para los que no aceptan sus palabras:
El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día.
Jn 12,48
¿Y bien? ¿a quién hemos de creer? ¿A Cristo o a Spadaro?
Les aconsejo, por el bien de su alma, que crean a Cristo. Siquiera sea porque va a ser Él, y no Spadaro, quien les juzgará cuando comparezcan ante Él en el Día del Juicio.
Ahora bien, el problema no está solo en que Spadaro diga eso. Hasta donde informa el NCR, ninguno de los cardenales, obispos y teólogos se levantaron para corregir la barbaridad que estaba diciendo. De hecho, lo que el jesuita pretende es que ese ataque al evangelio, a las palabras de Cristo, emana de la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia.
El jesuita aseguró que quienes viven en situaciones familiares irregulares -o sea, adulterio o fornicación- pueden estar en gracia de Dios y, por tanto, comulgar. Claro, si las palabras de Cristo sobre el adulterio, las de san Pablo sobre las condiciones para comulgar, y las de toda la Iglesia sobre esa cuestión han dejado de ser “una norma que está por encima de todo", entonces “todo” vale.
Y si todo vale, la Iglesia sobra y que cada cual se las apañe como quiera o pueda.
Pero no todo vale. La Palabra de Dios permanece para siempre. Esa Palabra nos advierte del acoso que la Iglesia sufriría por parte de los falsos maestros.
Debemos resistir al mal, sobre todo cuando está enquistado dentro del Pueblo de Dios.Es nuestro deber "combatir por la fe transmitida de una vez para siempre a los santos” (Jud 3). No prevalecerán.
Y a los modernistas, os pregunto: ¿De verdad pensabais que íbamos a quedarnos parados, impasibles, mientras destrozáis, prostituís, acosáis y pretendéis enterrar la fe de nuestros padres, de nuestros santos, de nuestros papas y concilios?
Ni en sueños.
¡Viva Cristo Rey!
Luis Fernando
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