- Maranatha. Ven Señor, no tardes.
- El mundo no caerá por el aborto, caerá por la blasfemia y la profanación de la Eucaristía.
- El mundo caerá para renacer de nuevo, convenientemente purificado.
- Levantad la cabeza: se acerca vuestra redención… que será liberación.
Háganme caso: no hablen con expertos o se volverán locos: la traducción libre pero no errada, de la invocación más propia del Adviento, Maranatha, es “Ven Señor”. Pueden añadir el “no tardes”. De las vísperas de Navidad, porque en la Nochebuena Dios se hace niño y viene al mundo. ¿Está claro, no?
Pero esa jaculatoria evoca algo más: evoca la Segunda Venida de Cristo, el fin de nuestro mundo.
Por cierto, hablar del fin del mundo no es propio de dementes ni de atrabiliarios. De cristianos raritos, vaya. Es algo que todos los cristianos repetimos en el Credo desde hace siglos: Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin.
Es más, la liturgia del Adviento es milenarista, aunque al parecer nadie lo tenga en cuenta. Une la inactividad con la Segunda Venida de Cristo.
Ya saben: siempre he repetido que para presentir la batalla final del Juicio de las Naciones no hace falta leer la Biblia ni a ningún teólogo: basta con leer la prensa: ¿de verdad cree alguien que una sociedad tan podría puede sobrevivir?
Ahora bien, el mundo no caerá por el aborto. Por el aborto caerá la sociedad, y la política, y la economía, pero no la humanidad. El mundo se destruirá y nacerá uno nuevo por la blasfemia y la profanación eucarística, pues la Eucaristía no es sólo el cimiento de la Iglesia sino de la humanidad y de la historia entera.
Seamos pesimistas y esperanzados: la purificación puede ser dura pero de ella saldrá un mundo nuevo, indefectiblemente mejor.
Cuando veáis que ocurren todas estas cosas “Levantad la cabeza: se acerca vuestra redención… que será liberación”. Casi todas las ediciones del Evangelio traducen liberación, pero un experto biblista me decía que no, que la traducción más exacta es la de ‘redención’… que conlleva purificación… aunque libera.
Eulogio López
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