17-05-09
Jesús:
Reza para que no os desesperéis al ver vuestra alma a los ojos de Dios.
¡Menos mal que existe mi Amor y mi Misericordia! Si no, ninguno podríais resistir.
Yo necesito tu sufrimiento. Gracias, hija, por donármelo para la salvación del
mundo. ¿Verdad que tú, aunque te hago sufrir, no dejas de amarme?
¡Oh, Jesús, claro que no! Si no eres Tú quien me hace sufrir, es la cerrazón de
la gente.
Pues hay muchos que están enfadados conmigo porque las cosas no les han ido
bien y no dejan pasar un resquicio de la Gracia.
Tanto enfado conmigo. Tanto enfado con su Dios, y su Dios no puede pasar. Le
han cerrado el paso. Ése es el pecado contra el Espíritu Santo102: la cerrazón ante
Dios. Ante la cual, Yo no puedo hacer nada.
¡Oh, Dios mío! Te hiciste impotente ante nuestra voluntad
Sí, porque os amo y quiero que vuestro amor hacia Mí sea voluntario.
Existe un pecado que no se puede perdonar, y es el pecado contra el Espíritu Santo.
Por eso es tan grave que no se acepten los Mensajes.
Por eso es tan grave que, a pesar de notar que lo tuyo viene de Dios, todo lo tuyo, la
persona se cierre, y se cierre, y se cierre.
¿Quién puede mirar tu vida y no ver en ella la mano de Dios? Hija mía, ¡si existes
por puro milagro de Dios!
Todo esto se sostiene porque está en ello la mano de
Dios. Se esfuerzan por buscar otras razones, querer dar otras explicaciones: es
Dios, es Dios en ti. ¿Tú lo aceptas?
Educad hijos para el Amor, para el Amor y la Gloria. Sabed ver dónde está la
Verdadera Caridad y el Verdadero Camino. No equivoquéis las sendas. Dirigíos a
Dios. Tomad contacto con Él. Vuestra vida según sus mandatos. Sólo así seréis
felices.
¿Dónde está la causa del desamor, de la tristeza y de la infelicidad de los hombres?
La causa está en que no venís a Mí.
¡Venid a Mí para encontrar la Alegría! ¡Venid a Mí para encontrar la Paz!103
Verás cómo la gente cerrada a Dios cada vez está más y más cerrada, hasta que se
nieguen a ellos mismos la posibilidad de conversión.
Sí, reza por ellos; algunos son
“salvables”.
Humanamente poco puedes hacer. Le corresponde a Dios, sólo a Dios.
Prepárate a sufrir. Así y más.
¿Está mi capitana valiente, al pie del cañón?
Sí, ¡aquí estoy!
Bien, pues. Ámalos y luego deja actuar a Dios.
102 Cfr. Mt 12, 31s; Lc 12,10; Mc 3,29.
103 Cfr. Eclo 24,19; Mt 11,28; Jn 7,37.
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