18-05-09
Virgen:
¡Marga! ¡Escucha!
¿Verdad que tú, cuando quieres algo de tus hijos te pones atractiva y cariñosa?
¿Verdad que les sonríes, y les congregas a tu alrededor y se lo cuentas dándole el
tono más positivo que puedas poner y hasta les cuentas un chiste y les sacas una
gracia?
Sí.
Pues así con la enseñanza de la fe a tus hijos.
Tú no puedes llegar a un hijo y decirle: “¡A ver, fulanito, ¿hoy has hecho la
oración? ¿Sí…? ¿Seguro…? ¡Como no la hagas…! No me mientas, que a Dios no
le gustan las mentiras”
(Son frases que les he dicho a mis hijos)
¿Crees que ésa es forma de motivar?
No.
Bien, pues lo único que os quiero decir es que uséis el mismo tono convincente
cuando queréis que vuestros hijos vivan la fe, que cuando queréis llevároslos a un
sitio de vacaciones, por ejemplo, que a ellos no les atrae, pero a vosotros sí y
queréis llevaros el ascua a vuestro terreno.
¿Entiendes? No para obligarles sin que ellos se den cuenta, sino para conseguir su
libre aceptación a la Voluntad de Dios.
Si no te queda tiempo para eso y lo tienes para otras cosas, hija mía, que sepas que
no estás cumpliendo la Voluntad de Dios en ti.
Hija mía, el Malo os ronda y quisiera, en la educación de los hijos, tener todas las
de ganar.
No estáis ninguno libre. Permaneced en guardia
No estáis ninguno libre. No bajéis la guardia.
A ti te he dicho, hija mía, ya hace tiempo: en tu caso, tiempo y tiempo con tus
hijos. Sólo eso. Si haces eso, lo demás se soluciona.
Tienen en ti el ejemplo de una madre poderosa en obras y en palabras. No te vayas
a ayudar a otros mientras en tu casa no tengas todo solucionado. Y cuando digo
todo, es todo. Amén.
19-05-09
Virgen:
Marga! ¡Marga!
(La veo llorando)
Estáis egoístas con vuestras cosas, Marga, y la Redención del hombre está por
hacer. Y vosotros pensando en lo vuestro. Y las almas condenándose.
¡Ah, si tuvierais más confianza en Dios! ¡Si me amarais más! Quisiera que te olvidaras de todo lo tuyo, hija mía, de todo lo tuyo. Y que eso
dijeras al Resto: estáis muy ocupados en vuestras cosas y vuestros problemas
materiales y tenéis olvidado el Reino de Cristo. Que vuestras cruces no consigan
aplastaros.
Esto es lo que os tiene que tener ocupados: cómo salvar almas. Y en eso sea vuestro
ejercicio.
Te bendigo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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