Redacción ACI Prensa
Papa Francisco esta mañana en la Misa en la Capilla de la Casa Santa Marta. Foto: Vatican Media / ACI Prensa.
Al presidir la Santa Misa hoy en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco aseguró que el pastor debe ser cercano a la gente y no a los poderosos ni a los ideólogos.
“Este es el icono del pastor”, dijo, subrayando que los pastores deben ser “cercanos a la gente, no a los grupitos de los poderosos, de los ideólogos. Estos nos envenenan el almas, no nos hacen bien”.
El pastor, subrayó, “debe tener el poder y la autoridad que tenía Jesús: la de la humildad, la de la mansedumbre, la cercanía, la capacidad de compasión y la ternura”.
El Santo Padre recordó que “en el Evangelio, cuando Jesús no estaba con la gente, estaba con el Padre, orando. Y la mayor parte del tiempo en la vida de Jesús, en la vida pública de Jesús, Él la pasó en la calle, con la gente”.
“Esta cercanía, la humildad de Jesús, es lo que le da autoridad a Jesús, lo acerca a las personas. Él tocaba a la gente, abrazaba a la gente, miraba a la gente a los ojos, escuchaba a la gente. Cercano. Y esto le daba autoridad”.
“Y hay dos rasgos de esta compasión que me gustaría enfatizar: la mansedumbre y la ternura”, indicó.
El Papa señaló que “Jesús dice: "Aprended de mí que soy humilde y amable de corazón": amable de corazón. Esa mansedumbre. Él era amable, no regañaba. No castigaba a la gente. Era amable. Siempre con mansedumbre”.
“¿Se enfadaba Jesús? ¡Sí! Pensemos a cuando vio la casa de su padre convertida en un negocio, para vender cosas, cambiar monedas. Allí se enfadó, tomó la fusta y mandó fuera a todos. Pero porque amaba al Padre, porque era humilde ante el Padre, tenía esta fortaleza”.
Sin embargo, destacó, “cuando la gente lo insultaba, aquel Viernes Santo, y gritaba ‘crucifíquenlo’, él permanecía en silencio porque tenía compasión de aquellas personas engañadas por los poderosos del dinero, del poder. Él estaba en silencio. Rezaba”.
“El pastor, en los momentos difíciles, en los momentos en que se desata el diablo, donde el pastor es acusado, pero acusado por el Gran Acusador a través de tanta gente, tantos poderosos; sufre, ofrece vida y ora”.
“Y Jesús oró. La oración también le llevó a la Cruz, con fortaleza. E incluso allí tenía la capacidad de acercarse y curar el alma del ladrón arrepentido”, dijo.
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