Pero, ¿qué le ocurre a Manos Unidas? Lleva años en un curioso intento de convertirse en eco-panteísta.
Ahora va concretando el tránsito, y la institución de la Iglesia católica nos asegura que se va a adaptar “a las nuevas exigencias de la cooperación”. Y como muestra nada mejor que dos botones: nos advierte que se van a dedicar a los “los derechos de las mujeres y al cambio climático”. Antes se ocupaban de los pobres, las misiones y, naturalmente, la evangelización. Pero ahora se van a dedicar, además de los dos objetivos primos, tan loables, como los precitados, a los derechos humanos, la sociedad civil, el medioambiente… Los derechos de los animales los han dejado para otra ocasión.
Al menos por el momento, entre los derechos de las mujeres no han citado los derechos reproductivos. O sea, el aborto. Pero me temo que, a este paso, todo se andará. Parecen haber olvidado la definición de caridad cristiana según Benedicto XVI: no consiste en dar comida, sino en dar a Dios. Pero no a través del feminismo, me temo.
No hace tanto tiempo, en 2012, Benedicto XVI emitió el motu proprio De Caritate Administranda, donde se dicen cosas como las siguientes: las tres tareas de la Iglesia son predicar la palabra de Dios, administrar los sacramentos y el servicio de la caridad. Las tres funciones “se implican mutuamente y no pueden separarse unas de otras”.
Ahora, la institución de la campaña contra el hambre asegura que se van a dedicar al feminismo y al cambio climático
 
Y por si no había quedado claro: “el mandamiento de Cristo, dice Benedicto XVI, no sólo ofrece cuidado material, sino sosiego y cuidado del alma”. Otra cosa no sería una institución católica: sería una ONG. Y le recuerdo a Manos Unidas que, por lo general, las ONG, a las que sólo les sobra la “n”, tiene más potencia de fuego que Caritas o Manos Unidas.
Y un mes más tarde, al recibir al Pontificio Consejo Cor Unum, Benedicto XVI les recordó el ‘no’ de la Iglesia a doctrinas como “la ideología de género”, disfrazada ahora bajo el término de igualdad. Y más, la caridad cristiana “no puede diluirse en una organización asistencial genérica”.
Resumiendo, “el cristiano, especialmente el que trabaja en los organismos de caridad, debe orientarse por los principios de la fe”, no por los acuerdos de París sobre cambio climático ni por el feminismo necio y la necia ideología de género.
A ver si Manos Unidas despierta, porque la pesadilla está durando demasiado.