01-06-2010
Jesús:
Mirad cómo al paso de la predicación de “La Verdadera Devoción al Corazón de
Jesús”, se os convertirán las almas. Sí. El Demonio lo sabe, por eso está furioso,
enfurece en el Abismo cada vez que ve cómo avanzáis en vuestro camino.
Somos demasiado poca cosa, Jesús, demasiado pequeños. Demasiados pocos.
Suficientes.
Tan sólo necesito unos cuantos y Todo mi Amor.
Que esos cuantos sean capaces de coger y albergar Todo mi Amor.
No consiste en organizar, no, no… no consiste en organizar. A eso habéis llegado y
está muy bien, pero eso sólo, sin lo genuino, no hará que os levantéis ni que
evangelicéis España.
¿Qué es lo genuino? Que tengáis una comprensión muy profunda de lo que es la Verdadera Devoción al
Corazón de Jesús. Y que, conociéndola, la viváis y la améis.
Para eso: tened en
cuenta que: “Él levanta a los humildes y a los pobres de corazón”.311
Y te dicen: “Tanta humildad, tanta humildad, tanta mansedumbre, no mueve a las
almas”.
¿No? ¿Quiénes son esos maestros de almas que no las mueven con Humildad y
Mansedumbre?
¿Acaso alguien obliga a alguien a amarle? ¿Qué amor puede ser ése?
No, hijos… No obliguéis a los demás a Seguirme y a Amarme. Que el Amor sea el
que les dé la pauta.
Que lo hagan porque, conmigo, se está bien. Se encuentra la dicha, se encuentra el
gozo, la humildad y la Alegría.
No, nadie irá a donde hay varios enfadados y crispados. Y menos hoy en día.
Nadie va a eso, hijos míos, nadie va a eso.
Tú misma, ¿irías? ¿Irías a donde te están “pegando una bronca siempre”?
Comprended y educad esto en su genuino sentido, el sentido con el que lo estoy
diciendo.
Tampoco es con palmaditas en la espalda, a base de palmaditas en la espalda
cuando algo lo hacéis mal. No. No es eso.
Tan sólo: sed Corazón de Jesús. Mirad, miraos en el Corazón de Jesús y haced
vuestro corazón semejante al Suyo.
Un Corazón en donde caben todos.
Decidme: ¿cómo voy a sacar a mis hijos del vicio?
¿Sois vosotros esas almas que les aman tanto que estáis dispuestas a entregar
vuestra vida por ellos? ¿Y a acogerles?
Y así debíais obrar vosotros con todos: acoger, hasta que ya no quedase más
remedio.
Y dejar ir. Y estrellarse.
311 Cfr. Lc 1,51s; Is 57,15; Sal 138,6; 147,6; Pr 3,34; 29,23; Jb 5,11; 22,29; St 4,6; I
P 5,5.
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