08-04-2012
(Domingo de Resurrección)
Virgen:
Amada, y Yo, con Él, también estoy resucitada. Ha muerto mi cuerpo, en la tierra
no está. Goza con Él en el Cielo. Y a su lado estoy en el Sagrario.
¡Qué gozo ingente os debe inundar! ¡Qué gozo os inundaría, si estuvierais ciertos
de estas Sus Promesas! ¡Vais a Resucitar! ¡Resucitaréis con Él! La vida en la tierra
ha pasado, ¡gozad de la Bienaventuranza celeste! ¿No me veis aquí?
(Está a la izquierda del Sagrario).
¿No me sentís? He resucitado con Él. Caminad, ¡vivid como Resucitados!
¡Resucitad conmigo! ¡Resucitad con Él!
Una nueva humanidad, ya resucitada, es lo que os espera después de toda esta Gran
Tribulación. ¡No debíais estar tristes!, ¡no cabizbajos!, ¡no pensativos! Elucubrando
cómo y qué serán, cuándo vendrán los Castigos.
Vuestra actitud debiera ser de esperanza: “Si logramos que toda la gente se
convierta, quizá no habrá ya más Castigos, quizá el Señor se arrepienta”. “Si todos
oyen su Voz, si a toda la tierra alcanza su pregón,817 quizá los hombres se vuelvan a
Él, y quizá no envíe los Castigos sobre la humanidad”.
Los tiempos han sido acortados. Los Castigos, alargados818
.
¿Por qué Dios no se puede arrepentir? ¿Es que no creéis la fuerza que pueden tener
almas víctimas unidas a Él, unidas al Cristo? Aunque sólo hubiera unas cuantas. ¡Él
se arrepentiría! ¡Él lo retiraría!
Yo lucho hasta el final para que esto sea. Es el motivo de mis Apariciones.
Por esta razón: ¿no veis cómo las almas se convierten? ¿No lo veis? Está teniendo
lugar una vuelta a Mí.
Estamos en los tiempos que predije: “En aquellos días, muchos hombres volverán
su mirada a la Iglesia, para buscar sentido y respuesta a sus desdichas”.
Allí quiero encontraros. Quiero encontraros, al pie de la puerta, con la mano
tendida, para jalarlos con cariño adentro.
No se atreven a pasar. Creen que no son dignos. Ven el Amor de Dios. Pero
también ven cuánto han pecado. Ven que sus hermanos de dentro les juzgarán, no
les acogerán. Creen que son mejores que ellos, y que no podrán acoplarse a la
Iglesia. ¡Pero ahí os quiero ver a vosotros, hermanos mayores! Es vuestra labor. La
Hora esperada. Ha llegado. Es vuestro momento. Para esto os estaba preparando.
Ese momento ha llegado.
Su sonrisa, su mano amiga y su casa acogedora les hará pensar que éste sí es su
sitio. Que ellos pueden entrar, aunque tarde, con todos los honores de hijo. Que así
como sus hermanos les están esperando y les hacen un hueco, así está Dios-convosotros. ¡Haced, organizad una gran fiesta! Ese hermano tuyo, estaba perdido, ¡y ha vuelto a
la vida! Ha sido hallado. Lo he encontrado.819
¡Que no pueda decir!, ¡no!, ¡no, hijos míos!, ¡no! no, por favor. Que no pueda decir
que no encontraron una mano acogedora, no una mano amiga. No una mano que les
abrazase. No el amor.
¡Que nadie espante a mis ovejas asustadas! Se encontraron con el Amor de Dios,
pero no saben seguir el Camino. Necesitan unos hermanos que se lo muestren. Esos
sois vosotros. Es vuestro tiempo. Es vuestra Hora. Actuad.
Te bendigo, hija: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
817 Cfr. Sal 19,5.
818 El tiempo de empezar los Castigos.
819 Cfr. Lc 15,32.
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