2. ESTA DEVOCIÓN HACE QUE IMITEMOS
EL EJEMPLO DE JESUCRISTO
139 Segundo motivo que nos demuestra que es en sí justo y
ventajoso para el cristiano el consagrase totalmente a la Santísima
Virgen mediante esta práctica a fin de pertenecer más
perfectamente a Jesucristo. Este buen Maestro no desdeñó encerrarse en el seno de la
Santísima Virgen como prisionero y esclavo de amor, ni de
vivir sometido y obediente a Ella durante treinta años. Ante
esto –lo repito– se anonada la razón humana, si reflexiona
seriamente en la conducta de la Sabiduría encarnada, que
no quiso –aunque hubiera podido hacerlo– entregarse
directamente a los hombres, sino que prefirió comunicarse
a ellos por medio de la Santísima Virgen; ni quiso venir al
mundo a la edad de varón perfecto, independiente de los
demás, sino como niño pequeño y débil, necesitado de los
cuidados y asistencia de su santísima Madre.
Esta Sabiduría infinita, inmensamente deseosa de glorificar
a Dios, su Padre, y salvar a los hombres, no encontró medio
más perfecto y rápido para realizar sus anhelos que
someterse en todo a la Santísima Virgen, no sólo durante
los ocho, diez o quince primeros años de su vida -como los
demás niños-, sino durante treinta años. Y durante este
tiempo de sumisión y dependencia glorificó más al Padre
que si hubiera empleado estos años en hacer milagros,
predicar por toda la tierra y convertir a todos los hombres.
¡Que si no, hubiera hecho esto! ¡Oh! ¡Cuán altamente
glorifica a Dios quien, a ejemplo de Jesucristo, se somete a
María!
Teniendo, pues, ante los ojos ejemplo tan claro y universalmente reconocido, ¿seremos tan insensatos que esperemos
hallar medio más perfecto y rápido para glorificar a Dios
que no sea el someternos a María, a imitación de su Hijo?
140 En prueba de la dependencia en que debemos vivir
respecto a la Santísima Virgen, recuerda cuanto hemos
dicho98 al aducir el ejemplo que el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo nos ofrecen de dicha dependencia. El Padre no dio ni da su Hijo sino por medio de María, no
se forma hijos adoptivos ni comunica sus gracias sino por
Ella. Dios Hijo se hizo hombre para todos solamente por
medio de María, no se forma ni nace cada día en las almas
sino por Ella en unión con el Espíritu Santo, ni comunica
sus méritos y virtudes sino por Ella. El Espíritu Santo no
formó a Jesucristo sino por María y sólo por Ella99 forma a
los miembros de su Cuerpo místico y reparte sus dones y
virtudes.
Después de tantos y tan apremiantes ejemplos de la
Santísima Trinidad, ¿podremos, acaso –a no ser que estemos
completamente ciegos–, prescindir de María, no consagrarnos ni someternos a Ella para ir a Dios y sacrificarnos a El?
141 Veamos ahora algunos pasajes de los Padres, que he
seleccionado para probar lo que acabo de afirmar:
“Dos hijos tiene María: un Hombre-Dios y un
hombre-hombre. Del primero es madre corporal; del segundo,
madre espiritual”100 .
“La voluntad de Dios es que todo lo tengamos por María.
Debemos reconocer que la esperanza, gracia y dones que
tenemos dimanan de Ella”101 .
“Ella distribuye todos los dones y virtudes del Espíritu Santo
a quien quiere, cuando quiere, como quiere y en la medida
que Ella quiere”102 .
“Dios lo entregó todo a María, para que lo recibieras por
medio de Ella, pues tú eras indigno de recibirlo directamente
de El”103 .
142 Viendo Dios que somos indignos de recibir sus gracias
inmediatamente de sus manos -dice San Bernardo- las da a
María, para que por Ella recibamos cuanto nos quiere dar.
Añadamos que Dios cifra su gloria en recibir, de manos de
María, el tributo de gratitud, respeto y amor que le debemos
por sus beneficios.
Es, pues, muy justo imitar la conducta de Dios, “para que
-añade el mismo San Bernardo- la gracia vuelva a su autor
por el mismo canal por donde vino a nosotros”.
Esto es lo que hacemos con nuestra devoción: ofrecemos y
consagramos a la Santísima Virgen cuanto somos y
tenemos, a fin de que Nuestro Señor reciba por su
mediación la gloria y el reconocimiento que le debemos, y
nos reconocemos indignos e incapaces de acercarnos por
nosotros mismos a su infinita Majestad. Por ello acudimos
a la intercesión de la Santísima Virgen.
143 Esta práctica constituye, además, un ejercicio de
profunda humildad, virtud que Dios prefiere a todas las
otras. Quien se ensalza rebaja a Dios; quien se humilla lo
glorifica. Dios se enfrenta a los arrogantes, pero concede gracia
a los humildes (Sant 4,6). Si te humillas creyéndote indigno
de presentarte y acercarte a Él, Dios se abaja y desciende
para venir a ti, complacerse en ti y elevarte, aun a pesar
tuyo. Pero si te acercas a Él atrevidamente, sin mediador,
Él se aleja de ti y no podrás alcanzarlo.
¡Oh! ¡Cuánto ama Él la humildad de corazón! Y a esta
humildad precisamente nos conduce la práctica de esta
devoción. Que nos enseña a no acercarnos jamás a Nuestro
Señor por nosotros mismos –por amable y misericordioso
que Él sea–, sino a servirnos siempre de la intercesión de la
Santísima Virgen, para presentarnos ante Dios, hablarle y
acercarnos a Él, ofrecerle algo o unirnos y consagrarnos a
Él.
98 Ver VD 14-39.
99 Ver LG 62; MC 17
100 CONRADO DE SAJONIA.
101 SAN BERNARDO..
102 SAN BERNARDINO..
103 SAN BERNARDO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario