El destino de los cristianos de Siria cada vez más ligado a los ortodoxos rusos y Putin.
La defensa de los cristianos de la región de medio oriente se ha convertido en un argumento estratégico de la política de Putin y del Patriarcado de Moscú, que actúan en tándem. Cristianos sirios piden asilo y Rusia se los dará.
Este posicionamiento ruso tiene un fuerte componente de imagen y de poder geopolítico, pero de rebote, también le hace bien a Rusia la entrada de algunas decenas de miles de inmigrantes para aliviar su dramática situación demográfica.
El Kremlin está listo para considerar la posible concesión de la ciudadanía rusa a alrededor de 50 mil cristianos sirios de la región de Qualamun, que la semana pasada enviaron una petición colectiva al Ministerio del Exterior de Moscú.
Los voceros del presidente Putin y del Ministerio, en sus declaraciones de los últimos días, confirmaron que la petición está siendo examinada por las más altas autoridades rusas.
“Es la primera vez desde el nacimiento de Cristo”, escribieron quienes enviaron la carta a Moscú, “que nosotros los cristianos de Saidnaya y Maara Saidnaya, Maalula y Maarun nos encontramos bajo la amenaza de ser expulsados de nuestra tierra”.
La carta elogia a la Rusia de Putin, que sería
“un potente factor de la paz global y de la estabilidad”.
Mientras dedica frases poco benevolentes hacia los países occidentales
“El propósito de los terroristas del Occidente es el de cancelar nuestra presnecia en la que es nuestra tierra nativa con los métodos más repugnantes, incluido el homicidio de personas comunes”.
La atención por el caso que ha demostrado la cúpula rusa da a entender que según el Kremlin toda esta historia tiene un valor geopolítico. La carta de los 50 mil fue definida en un primero momento por el vocero del Patriarcado de Moscú como una prueba de la “gran autoridad” que tiene en estos momentos Rusia en el Medio Oriente, “especialmente entre las minorías cristianas que viven en esa zona”.
Los cristianos de Oriente, dijo el arcipreste Nikolaj Balashov, del departamento de relaciones exteriores del Patriarcado,
“saben desde hace siglos que ningún otro país cuidaría sus intereses mejor que Rusia”.
Justamente para reafirmar los vínculos entre Rusia y las Iglesias presentes en Siria, el 14 de octubre la Academia Espiritual de Moscú quiso instalar (en el santuario mariano de Saidnaya, meta de peregrinaje para los cristianos árabes de todo el Medio Oriente) un complejo escultórico con una estatua de Jesús en el centro, como gran “ex voto” de paz.
Un gesto simbólico que sigue el activismo que ha ejercido el Patriarcado de Moscú para demostrar la propia preocupación por los cristianos de la región que tienen que afrontar y soportar la violencia de los radicalismos islamistas.
Para manifestar políticamente su preocupación por la suerte de los bautizados de Siria y de todo el Medio Oriente, el Patriarca Kirill envió una carta a Barack Obama (en ocasión del 12 aniversario de los atentados del 11 de septiembre) en la que le pidió que escuchara a los líderes religiosos, que “unánimemente”, se oponían a la hipótesis de una intervención militar occidental en contra de Assad. En el mensaje, el Patriarca evocó “la amenaza del exterminio o del exilio masivo” que pesa sobre los cristianos del Medio Oriente. Además, siguiendo la línea de la diplomacia rusa, invitaba a aprovechar “las oportunidades que se han abierto para una solución diplomática del conflicto”, con una referencia explícita a la negociación sobre la destrucción del arsenal químico sirio.
El interés por las vicisitudes de las Iglesias del Medio Oriente representa una constante en la Ortodoxia rusa. Y su “revival” actual, con los insistentes llamados de los líderes ortodoxos rusos sobre la necesidad de proteger a los cristianos de los países árabes, se mueve en perfecta sintonía con la agenda en la región de la Rusia de Putin. A más de 20 años de la caída del Muro de Berlín, con el pasado ateo del comuniso soviuético en el archivo, Putin reivindica en su plan geopolítico el papel de protector (con mucho de neo-zar) de los cristianos de Oriente.
A nivel eclesial, el Patriarcado de Moscú refuerza sus relaciones con las Iglesias ortodoxas del Medio Oriente, sobre todo a través de abundantes recursos materiales: en agosto pasado hizo muhco ruido la donación de un millón 300 mil dólares al Patriarcado de Antioquía para ayudar al pueblo afectado por el conflicto. En julio, los Primados y los representantes de las Iglesias del Medio Oriente presentes en Moscú, fueron recibidos por el mismo Putin en los festejos del 1025 aniversario del bautismo de la ‘Rus’. Mientras tanto, el patriarca Kirill fue el último gran líder cristiano extranjero que fue recibido por Bashar al-Assad en Damasco, en noviembre de 2011, cuando las víctimas del conflicto no habían superado el “límite” de 5 mil muertos.
La progresiva afirmación del patrocinio ruso hacia los cristianos del Medio Oriente va acompañada por el eclipse del tradicional protectorado que ejercía en el pasado Francia, sobre todo en relación con las comunidades católicas del Medio Oriente.
Diferentes episodios dejan intuir un gradual aumento de la desconfianza entre las jerarquías de las Iglesias de Oriente hacia la esfera política exterior francesa, que sostuvo las insurrecciones árabes y acreditó las formaciones y milicias no islamistas. Ya este quiebre se había hecho evidente cuando en septiembre de 2011 el Patriarca maronita Béchara Boutros al-Rahi, en visita a París, fue “regañado” por el presidente Sarkozy debido a su poco interés ante las llamadas “primaveras árabes”, que, según el líder francés, habrían provocado procesos de democratización en la región e incluso eliminado rápidamente a Assad.
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