Mira que te guardes mucho del escudriñar inútil y curiosamente este profundísimo sacramento, si no quieres ser sumido en el abismo de las dudas.
El que es escudriñador de la Majestad, será ofuscado y confundido de la gloria. Más puede obrar Dios que el hombre entender; pero permitida es la piadosa y humilde pesquisa de la verdad, que está siempre aparejada a ser enseñada y estudia de andar pos las sanas sentencias de los Padres.
Bienaventurada la simpleza que deja las cuestiones dificultosas y va por el camino llano y firme de los mandamientos de Dios. Muchos perdieron la devoción queriendo escudriñar cosas altas.
Fe te demandan y buena vida, no alteza de entendimiento ni profundidad de los misterios de Dios. Si no entiendes ni alcanzas las cosas que están debajo de ti, ¿cómo entenderás lo que está sobre ti? Sujétate a Dios y humilla tu seso a la fe, y darte han lumbre de ciencia, según te fuere útil y necesario.
Algunos son gravemente tentados de la fe en el sacramento, y esto no se ha de imputar a ellos, sino al enemigo. No te cures ni disputes con tus pensamientos, ni respondas a las dudas que el diablo te pone. Cree a la palabra de Dios, cree a sus santos profetas, y huirá de ti el enemigo.
Muchas veces aprovecha al siervo de Dios que sufra estas cosas; porque el demonio no tienta a los infieles y pecadores, porque ya los posee seguramente, mas tienta y atormenta en diversas maneras a los fieles y devotos.
Pues anda con sencilla y cierta fe, y llega al sacramento con humilde reverencia, y lo que no puedes entender, encomiéndalo seguramente a Dios todopoderoso.
Dios no te engaña. El que se cree a sí mismo demasiadamente, es engañado. Dios con los sencillos anda, y se descubre a los humildes, y da entendimiento a los pequeños; abre el sentido a los puros pensamientos y esconde la gracia a los curiosos y soberbios.
La razón humana flaca es, y engañarse puede; mas la fe verdadera no puede ser engañada.
Toda razón natural debe seguir a la fe, y no ir delante de ella ni quebrarla. Porque la fe y el amor aquí muestran mucho su excelencia, y obran secretamente en este santísimo y excelentísimo sacramento.
Dios eterno e inmenso y de potencia infinita hace grandes cosas que no se pueden escudriñar en el cielo y en la tierra, y no hay que pesquisar de sus maravillosas obras. Si tales fuesen las obras de Dios que fácilmente por humana razón se pudiesen entender, no se dirían maravillosas ni inefables.
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