Entra con la nuestra

El demonio suele entrar con la nuestra y salirse con la de él. Es muy común que él respete nuestro gusto y nos trate de ir llevando paulatinamente desde nuestra idea inicial, muchas veces buena, hacia lo malo. Y hay que estar muy atentos, porque a veces es tan imperceptible este cambio que no nos damos cuenta sino cuando ya es demasiado tarde. Porque el diablo no tienta a todos de la misma manera. Con un pecador empedernido usará la tentación grosera, e incluso ni siquiera tendrá que tentarlo demasiado pues el mismo pecador trabaja solito para caer cada vez en mayores y más graves pecados. Pero con las personas más espirituales y piadosas, el diablo no usa el mismo método que con los pecadores, sino que, como dicen los santos, se disfraza de ángel de luz, es decir que con cosas aparentemente buenas trata de ir llevando al alma hacia la desviación. Por ello es necesario que siempre estemos escudriñando nuestras ideas y ver, sobre todo, si ellas nos dejan paz, lo cual será señal de que son de Dios. Y si nos dejan inquietud o resquemor, es muy probable que esté la uña de Satanás por allí. El diablo entra con la nuestra y se sale con la suya, es decir, que siempre está tratando de desviar y convertir el bien que hacemos o queremos, en mal; como Dios actúa transformando incluso el mal que podemos hacer, en bien. El Señor nos ha dicho en su Evangelio que vigilemos. ¡Ay de quien no reza y vigila, pues pronto caerá en las redes del tentador!