Por María José Atienza
Ignacio María Doñoro posa en Hogar Nazaret con dos de los niños que tiene recogidos, a los que está dándoles la oportunidad de seguir adelante. / Foto: El Correo
La vida de Ignacio María Doñoro dio un giro de 180 grados cuando, lo que comenzó como un proyecto puntual para el rescate de menores en diversas zonas del mundo, se convirtió en su vida. Dejó atrás su vida como capellán castrense y fundó el Hogar Nazaret en Puerto Maldonado, un casa por la que han pasado más de un centenar de menores rescatados del trabajo en las minas o la vida en prostíbulos. Un hogar que ahora se encuentra en una grave situación económica y sobre el que pende la amenaza de cerrar por falta de recursos.
Usted procede de la vida castrense, ha sido capellán en Bosnia, en Kosovo y en varios cuarteles de la Guardia civil. En 2011, deja esa tarea para fundar el Hogar Nazaret. ¿Cómo nació este Hogar?
Siendo capellán del Cuartel de la Guardia Civil de Inchaurrondo, San Sebastián, reunimos un dinero que queríamos destinar al llamado tercer mundo. La sorpresa fue encontrar situaciones límite: el tráfico de niños para quitarles los órganos. Había que reaccionar rápido, organizarnos. Con un grupo de guardias fundamos una asociación para rescate de menores.
Aprovechando las misiones internacionales o las colaboraciones en Embajadas de miembros del Cuerpo, liberamos niños en Colombia, Guatemala, Mozambique, El Salvador, Tánger. Durante los tiempos de permiso, acudía siempre con el apoyo de los guardias a sacar a los niños del infierno, pero vivía en España, donde a pesar de la crisis económica, se tira la comida a la basura, los niños van a clases particulares absurdas o juegan con juguetes sofisticados.
Mi corazón estaba con los niños crucificados. Tenía que dejar familia, la Guardia Civil, mi Patria… Dios me lo pedía. Era el Sueño de Dios, algo tan serio como arrancar a los niños de la muerte, sacarles del horror.
Pedí la excedencia estando destinado en la Academia de Oficiales de Aranjuez, cuando mejor me sentía… No se trataba de recoger fondos y enviarles dinero, sino de compartir con ellos, vivir su suerte.
Era mucho más que una protesta ante el mundo que hemos despedazado. No es fácil estar a los pies de la cruz de Cristo, y –perdón por la imagen, pero es muy exacta– que la sangre del mismo Dios caiga encima del rostro, tenía que hacerlo.
¿Por qué se estableció en Puerto Maldonado?
La razón de venir aquí fue porque Puerto Maldonado es uno de los lugares del mundo con mayor tráfico de menores. Traen niños y niñas de las zonas más pobres de Cuzco prometiéndoles una vida mejor. Cuando llegan a Puerto Maldonado los llevan a la minería ilegal.
Además, tienen a sus hijos, la mayoría de las veces, fruto de violaciones o en medio de una fuerte violencia, alcohol, drogas.
Matan a los niños como pagos a la tierra. Creen que si sacrifican a un niño, la madre tierra les devolverá más oro. O bien, los abandonan porque son fruto de relaciones no deseadas, o de otros padres. Utilizan a niños y niñas como esclavos en las minas o como atractivo sexual en los prostíbulos. Es la antesala del infierno.
El Hogar Nazaret, ¿cómo funciona? ¿Cuántos niños acoge en estos momentos el Hogar Nazaret? ¿Cómo se mantiene?
Todos los niños son transitorios, es decir, por muy felices que puedan vivir en el Hogar Nazaret, consideramos que la pertenencia a una familia es un derecho. Una vez que el niño está recuperado, trabajando con la familia, siempre encontramos una tía, abuela o hermana mayor que se hace cargo del menor con todas las garantías. Los niños permanecen tan solo el tiempo necesario hasta que es resuelta su situación de abandono moral o material.
Abrí el Hogar el 1 de enero de 2011. Durante el año 2011, el Hogar Nazaret albergó transitoriamente a un total de 23 niños en estado de abandono. Durante el año 2012, albergamos a 52 niños y en el año 2013, pasaron por el Hogar Nazaret 93 niños. Ahora tengo en la casa 30 niños. El más pequeño, Nachito, tiene un año y el mayor, Fernando, diecisiete.
Al ser familia, unidos por la sangre de Cristo y por una misma vocación de amor, los jóvenes dejarán la casa de una manera natural, por contraer matrimonio, por intereses laborales… No somos una institución que cuando cumplan la mayoría de edad deben abandonar. Son parte de la familia para siempre.
¿Cómo llega un niño al Hogar Nazaret?
Cuando llegan al Hogar Nazaret, además de darles una gran bienvenida, siempre les abrazo y les digo lo mismo: «Ya pasó hijo, ya nadie más te hará daño, ya pasó». El arrancarles de la muerte es ya un gran paso Después hay que ingeniárselas para arreglar su situación legal. Inscribirles en el Registro Civil. Conseguir su partida de nacimiento y después su DNI. A partir de ahí, el niño ya existe, no pueden traficar con él… Análisis médicos, algunos quedan ingresados en el hospital. Poco a poco se les va escolarizando. Van curando las heridas del alma, hasta sentirse como en una familia normal.
A través de las redes sociales, usted ha acercado algunas de las historias de los niños que llegan al Hogar, sus princesas y príncipes que ponen los pelos de punta, ¿cómo se recupera el alma y el cuerpo de unos niños que a veces, a su edad han visto la peor cara del mundo?
Somos familia, una verdadera familia, no nacida de la carne sino de la propia sangre de Cristo. No es un centro o una institución.
No intentamos que los niños bloqueen los recuerdos o fantaseen con su pasado, como si aquello no hubiera ocurrido. Aquello sucedió. Una máxima que orienta el Hogar Nazaret es que: «El perdón nos reconcilia con nosotros mismos, nos libera». «Se aprende a amar amando».
Si hace dos mil años el Niño Jesús vivió en Palestina, El que está presente en estos niños, vive ahora en el nuevo Hogar Nazaret de Puerto Maldonado. Dios no quiere un infierno así en la tierra. Nosotros somos sus manos, sus ojos.
Una de las vías por las que da a conocer la labor del Hogar Nazaret son las redes sociales: su web, el perfil de Facebook… ¿hasta qué punto le son útiles estas redes?
Con la ayuda de unos amigos hemos creado una web, es www.hogarnazaret.es, donde intento mostrar el trabajo diario que se realiza. A través de ella también se buscan colaboraciones con un número de cuenta a nombre de SOS Infancia con el que se puede colaborar.
También hay un apartado llamado Florecillas, son pequeñas historias surgidas en la cotidianeidad del Hogar Nazaret. La exigencia y la radicalidad del Evangelio puesto a prueba en situaciones embarazosas. Comencé a publicarlas por las redes sociales. La sorpresa fue mayúscula cuando las empezaron a traducir en inglés y en francés.
Hace unos meses usted lanzaba un grito de SOS desde el Hogar Nazaret. Ahora, los problemas se repiten. ¿Podrá seguir adelante el Hogar Nazaret? ¿Qué futuro le espera entonces a estos niños?
Cuando llegué a Perú, tenía un buen respaldo económico: la Asociación SOS Infancia que habíamos creado años atrás con los guardias civiles. Pero como todo, SOS Infancia necesitaba dedicación. ¡Tiempo! El tiempo se iba en atender a los menores. Poco a poco los ingresos de SOS Infancia fueron bajando… Llegó esta terrible crisis económica a España.
Vivimos de las escasas donaciones de la Asociación SOS Infancia y las ayudas de la población de Puerto Maldonado. Son los pobres los que ayudan a los pobres. No recibimos ninguna ayuda del Vicariato Apostólico, es decir, de la Iglesia o del Estado. No hay ninguna congregación religiosa detrás sosteniéndonos, ninguna diócesis.
Me crea un serio problema moral tener que cerrar esta Obra que a tantos niños está salvando la vida. Cerrarla simplemente por falta de recursos; es humanamente imposible atender a los niños y salir a las calles a vender comidas o a trabajar en cualquier cosa para que el Hogar Nazaret siga abierto.
Claro que sé de la crisis en España. Son momentos difíciles para todos. En situaciones de emergencia, cuando el mundo se desploma, hay que atender a los heridos más graves.
Si cierro el hogar estos niños irán a la calle. No es que se queden sin colegio o pasen un poco de hambre. Volverán a llevarlos a la minería como esclavos, a los burdeles como premio para pederastias, volverán a ser crucificados.
Estas navidades ya iba a cerrar el Hogar Nazaret. Hice llamamientos de socorro desde la radio y ocurrió el milagro. Hemos aguantado seis meses más.
Todo lo leído hasta ahora puede parecer precioso, pero la realidad es que tenemos que cerrar el Hogar Nazaret por falta de medios económicos. Ya gasté todo el dinero que tenía ahorrado y las ayudas de la asociación SOS Infancia no cubren ni la mitad de los gastos.
No puedo cerrar el Hogar.
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