Apenas unos días después de llegar a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez ya ha anunciado que quiere 'echar' a Franco del Valle de los Caídos. Primero le quitó la silla a Mariano Rajoy, y ahora quiere quitarle el sitio a Franco. Pero el general no es el problema. El problema es la cruz.
Álex Navajas -
22/06/2018
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Compartir en Twitter El Valle de los Caídos, elemento central en la Ley de Memoria Histórica.
No tiene parangón en todo el planeta. Sus 150 metros de altura suponen cinco veces el cristo del Corcovado de Río de Janeiro. Sus brazos, de hormigón, granito y hierro, flotan casi 25 metros a cada lado suspendidos en el aire. Miles de toneladas de peso desafiando la gravedad. Es la cruz más grande del mundo: la cruz del Valle de los Caídos.
Varios cientos de metros más abajo, atravesando las entrañas del risco de la Nava, se encuentra el cadáver de Francisco Franco bajo una pesada lápida grisácea. Lo quieren sacar de ahí. No soportan su presencia, ni siquiera muerto. Pedro Sánchez ha dicho que lo quiere exhumar a la mayor brevedad. Al presidente del Gobierno parece importarle poco la legalidad. Existe un delito, llamado profanación de tumbas, tipificado en nuestro código penal.
Esgrimen que el Congreso de los Diputados ya aprobó durante el pasado Gobierno del PP una proposición no de Ley que dictaba la exhumación del mandatario. Es ridículo. ¿Se imaginan que mañana el Congreso aprobase que sea lícito atracar la frutería de la esquina? ¿O que se les pueden pinchar los neumáticos a todos los coches rojos que uno se encuentre por la calle? Un Congreso no puede aprobar una ilegalidad; y remover un cuerpo, sea de quien sea, sin el consentimiento expreso de la familia, supone saltarse la Ley.
A mí, Pedro Sánchez me recuerda en ocasiones a Hugo Chávez, cuando el lunático presidente bolivariano entraba en pueblos y ciudades venezolanas al grito de “Exprópiese, exprópiese”, en plan Chuky, el muñeco diabólico, mostrando un nulo interés por la legalidad.
Dicen que Pedro Sánchez necesita recuperar al menos medio millón de votos socialistas que fueron a parar a Podemos, y la única vía es mostrarse más radical que Pablo Iglesias
Dicen que Pedro Sánchez necesita recuperar al menos medio millón de votos socialistas que fueron a parar a Podemos, y la única vía es mostrarse más radical que Pablo Iglesias. Y que habría escogido –una vez más- el camino de la confrontación y de azuzar el odio, el rencor y la ira entre españoles. En este país cainita parece ser una herramienta que funciona, al menos entre los sectores más fanatizados de la izquierda.
Y, de música de fondo, los ERE de Andalucía, que Sánchez pretende silenciar rescatando el cadáver y el espíritu de Franco. Si a Rajoy le ha costado el Gobierno el asunto de la Gürtel, Sánchez podría seguir el mismo camino si no maneja bien el mega-atraco andaluz.
Pero el odio de esta izquierda fanatizada no es tanto hacia Francisco Franco, sino hacia la cruz del Valle y lo que ésta representa. No debe ser fácil convivir con la cruz más grande del planeta en tu propio país cuando eres un anticlerical y un come-curas. Pero los monumentos se respetan, porque son parte de la Historia, nos gusten o no, igual que se respeta la tumba de Lenin en Moscú, la de Mao en China, o se debería haber respetado la de Enver Hoxha en Albania, cosa que no hicieron los albaneses porque arrasaron la pirámide construida en honor del tirano comunista que les sometió a la miseria durante décadas (aunque es cierto que se trataba de una construcción bastante hortera).
Me encantaría ver el día en que los fanáticos maduren, se equilibren y se vuelvan objetivos y desapasionados. Que sepan mirar la realidad sin las lentes de su ideología. Que busquen el bien y la verdad por encima de todo. En fin; tal vez sea pedir mucho. Pero ahí lo dejo.
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