01-03-09
Virgen:
Querida Marga: A Mí has venido hoy. Quisiera encontrar en ti plena disposición a
todo, y tú sabes que a veces vengo y no te encuentro. Vengo y tú estás a tus cosas,
ajena y olvidada de las cosas de Dios, el Artífice de todo y el Dueño de todo. O
afanada en las labores de casa o en los cuidados de tu familia o en tu misma pereza.
No. Quisiera de ti un cambio grande en esta Cuaresma: que siempre estuvieras
disponible para Dios. Que Él te pudiera usar. Apenas dejas tiempo para Nuestra
explayación. ¿Y por qué poner cotas al Amor, hija? Dime, ¿por qué?
Si el Amor es expansivo y busca la unión, busca anegar al alma en un profundo
dolor. Busca hacerla una con su Pasión.
El Amor es Paciente y Misericordioso. Rico en Clemencia y rico en Piedad55. El
Amor es Comprensivo. El Amor es Unitivo.
Y tú rehúyes esa unión cuando esa unión va más al fondo y te pide tu entrega total.
Para estar metida en su Pasión todo el día, te pido tu entrega total.
Para eso, realiza
lo que Yo te digo.
Yo te instruyo y Yo te preparo, como la Madre prepara a la Novia para el Esposo
por toda la eternidad.
¿Qué Novia no es una con el Esposo? Y si el Esposo está crucificado, ¿qué Novia
escapa a esa Unión? Sí. Sé una con Él.
Hazlo. Porque no responde más que a tu esencia: Profeta.
¡Oh, Profeta! ¡Profeta querida, profeta amada! Profeta como a la antigua usanza del
Evangelio, de la Palabra de Dios. Profeta marcada por su vida. Que su vida
responde a un símbolo de Dios, que Dios emplea para ser visto por los hombres.
Profeta perseguido, profeta odiado. Como Jesús.
(Lo dice con mucha Ternura)
Profeta consolado en las adversidades, profeta sostenido. Llevado en las palmas de
la mano. Aupado.
Sí: Yo te amo, Marga.
¿Sabes, hija? No sólo profeta como en Antiguo Testamento, vosotros mayor.
Porque tenéis a Jesús. Tenéis la Eucaristía.
Bien. Ahora ve a lo que te toca hoy. Y sé caritativa y paciente con todos.
Llévame contigo. Estate hablándome todo el día. Verás qué bonito.
Amén.
Te alabo y te bendigo, oh Dios, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos de este mundo y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre,
porque a ti te ha parecido así bien56
.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Te digo, hija: apacienta al Cordero con los pastizales de tu corazón. Sí: Él necesita
de ti, al mismo tiempo que tú necesitas de Él. Come su Corazón al mismo tiempo
que déjale que coma del tuyo.
Comer su Amor. Que ése sea vuestro alimento.
“Mi alimento es estar en las cosas de mi Padre”57
“Mi alimento es hacer la Voluntad de Dios”58
Que sea esa Voluntad en vuestra vida.
Hijos, os voy a enseñar la verdadera Caridad.
La Verdadera Caridad no es la que nunca corrige y nunca reprende59
.
La Verdadera Caridad es la que busca el bien de la otra persona, y ese bien es
enmendar las sendas torcidas, enderezar el árbol que crece maltrecho. Y cuanto
antes se enderece, mejor, para que llegado el momento no sea demasiado tarde y no
se pueda trabajar ya en esa vida.
A quien queremos, ¿le dejamos en su error? ¿No es muestra del amor hacia esa
persona corregir y mostrar el camino correcto? Aunque se enfade. Te lo agradecerá
en la otra vida.
Quiero mostrarte y mostraros, hija, cuál es la verdadera Caridad.
No es Caridad verdadera dejar que la persona a quien queramos se conduzca hacia
el Abismo. No es Caridad.
No confundáis Caridad con comodidad o idolatría. Idolatría de vosotros mismos,
que no os sometéis a trabajos y esfuerzos por los demás, sino sólo a
consideraciones externas y alabanzas vanas.
(Que no corregís por no caer mal)
¡Oh…! ¿Creéis que si Yo os amara, no os corregiría y regañaría?
Hijos, entonces una madre, ¿qué hace con sus hijos díscolos? ¿Los deja enredarse
en sus mismos defectos? ¿Los deja en su error y deja que el vicio les coma más y
más hasta no poderse desprender de él?
No: una madre, porque ama, reprende y
corrige.
Con razón piensan vuestros hijos que no les amáis: porque no les corregís.
Y quiero enseñarte, hija, cuál es la verdadera corrección. La verdadera corrección
no es la que busca el propio desahogo, tanto verbal como físico. No, hija, eso se
llama odio y egoísmo.
La verdadera corrección pondera, antes de realizarse, el bien que va a hacer y no
piensa nunca en sí mimo.
¿Cómo dejar que vuestros hijos equivoquen las sendas? ¿Es que no les amáis?
Dios, a quienes ama, reprende y corrige.
¿Puedo Yo dejar de decíroslo? No. Porque os amo. Y una Madre Amable y
Amorosa nunca dejaría a sus hijos perderse.
Yo no aguanto sobre mi Mesa hijos que no quieren compartir mi pan. A esos hijos
los mando a comer fuera.
¿Les castigas?
Sí, mi vida. Y lo hago con lágrimas en los ojos, como tú ahora. Has captado el
Dolor inmenso de mi Corazón.
Dice el Señor: “Voy a derribar del trono a los soberbios y orgullosos. Voy a
hacerlo. Y no volverán a engreírse en mi Santo Monte”.60
Porque Yo os preparo y porque Yo formo mi Ejército de Mártires de Su Amor.
¡Oh!, ¡¡por qué estáis viendo todo esto como una carga!! Echáis las culpas a
quienes no os lo saben transmitir. ¿Pero vosotros ponéis de vuestra parte? ¿Me
habéis preguntado, acaso, qué quiero Yo y qué opino Yo? Y si lo habéis hecho:
¿qué habéis escuchado? Pues actuad en consecuencia.
Mamá: has sido dura con todos.
¡Sí! Porque os Amo.
Os amo, hija, y no quiero vuestra condenación.
Os amo, y no quiero vuestra terquedad.
Os amo, y no me gusta vuestra equivocación ni que equivoquéis las sendas.
Os amo. Por eso os reprendo y corrijo.
55 Cfr. Ex 34,6.
56 Mt 11,25s.
57 Cfr. Lc 2,49.
58 Cfr. Jn 4,34; 6,38; 17,4.
59 Cfr. Ap 3,19; Dt 8,5; Pr 3,12; Hb 12,5s; Jb 5,17.
60 So 3,11; Cfr. Lc 1,52
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