Entonces, el hombre manda a sus criados a los cruces de los caminos e invita “a los pobres, lisiados, ciegos y cojos”.
Francisco contó cómo el hombre invitó alegre a sus amigos, a las personas más cercanas a él, “pero todos comenzaron a poner excusas para no ir: que si ha comprado un campo, que acaba de comprar cinco yuntas de bueyes, que se acaba de casar…”.
“Siempre excusas. ‘Excusa’ es la palabra educada para decir ‘rechazo’, te rechazo, pero con educación”. El Papa señaló que del mismo modo, muchas veces los cristianos rechazan a Jesús, “pero Jesús da una segunda oportunidad al que le rechaza, y una tercera, una cuarta, una quinta…”.
“Este rechaza debe hacernos pensar en las veces que Jesús nos llama, las veces que Jesús nos llama a hacer una fiesta con Él, a estar cercano a Él, a cambiar de vida. Pensad cómo el hombre del Evangelio buscaba a sus amigos más íntimos, y ellos lo rechazan. Después llama a los enfermos, y acuden; quizás alguno también lo rechazó”.
El Papa afirmó que “cuántas veces sentimos la llamada de Jesús para andar con Él, para hacer una obra de caridad, para rezar, para encontrarlo, y nosotros decimos: ‘Perdona, Señor, estoy ocupado, no tengo tiempo. Mañana tampoco puedo…’, y el Señor permanece ahí”.
Sin embargo, el Pontífice también recordó que Jesús, además de bueno, es justo, y por eso al final entrarán al Reino de Dios aquellos que no rechacen a Jesús o que Él no rechace.
Jesús “es bueno, es misericordioso, pero también es justo. Y si tú le cierras la puerta de tu corazón por dentro, Él no podrá abrirla, porque es muy respetuoso con nuestro corazón. Y ninguno de nosotros, en el momento de rechazar a Jesús, piensa en eso: ‘Le estoy cerrando la puerta a Jesús por dentro’”.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Lucas 14:15-24
15 Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!»
16 Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos;
17 a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: "Venid, que ya está todo preparado."
18 Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses."
19 Y otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses."
20 Otro dijo: "Me he casado, y por eso no puedo ir."
21 «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: "Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos."
22 Dijo el siervo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio."
23 Dijo el señor al siervo: "Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa."
24 Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.»
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