«Se habla mucho del mal que sucede en el mundo y también en la Iglesia… Se habla mucho del tema y frecuentemente no se sabe cómo detenerlo; nos sentimos demasiado pequeños frente a semejante Goliat. En Fátima, nuestra Mamá del Cielo no solamente ha profetizado, sino también nos ha dado un precioso consejo para vencer al mal, especialmente a través de la Consagración a su Corazón Inmaculado. Hoy en día quienes están más amenazados y corren el mayor peligro son nuestros niños.
Con la Consagración, tenemos un arma muy eficaz para protegerlos. Sabemos que, a través de la Consagración, nos entregamos enteramente a la Santísima Virgen para pertenecerle para siempre, sin reserva alguna. Y así, Ella nos conduce a Jesús. Pero hay otro aspecto que olvidamos frecuentemente y que es el aspecto más bello de la Consagración. Podemos comparar la Consagración con el cordón umbilical de los niños no-nacidos. Cuando los niños están en el seno materno lo reciben todo de sus madres y esto les permite vivir y crecer. Ocurre lo mismo en la vida espiritual: cuando nos consagramos a la Santísima Virgen María, ella nos da todo cuanto necesitamos para nuestro crecimiento espiritual, y entramos por lo tanto en una verdadera comunión de vida y de amor con Ella. Pero para que esto pueda producirse de la mejor forma, debemos aceptar depender enteramente de Ella. Ésta es la llave que le permite donarnos su Corazón. De allí en más, el mal ya no puede alcanzarnos. Cuando hacemos la experiencia de esta realidad y se la comunicamos a nuestros hijos, sobre todo mediante nuestro ejemplo, ya no tememos más por ellos. Recordemos que en Fátima la Virgen María prometió: “Al final mi Corazón Inmaculado triunfará”. Ya podemos experimentar ese triunfo en nuestras propias vidas, consagrándonos a Ella, dependiendo en todo de Ella. O sea, cuánto más le pertenecemos verdaderamente, más Ella nos pertenece. Nos convertimos en su presencia viviente, de alguna manera en la extensión de su Corazón.
Recientemente una familia me pidió que escribiera una oración de consagración para una niñita que iba a ser bautizada. Pensé que sería bueno compartirla aquí porque ese texto podría servir como ejemplo para todos los padres que aún no hayan consagrado a sus hijos. Evidentemente, cada familia puede modificarla como mejor le parezca»
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