30-01-2011
Virgen:
Queridos hijos: vosotros, que sabéis que trabajáis por mis intereses. Y vosotros, los
que me amáis tanto, que hasta estáis dispuestos a dar la vida por Mí.
Tengo que deciros, amados, que mi Corazón, en vuestra Patria, así como en tantas
partes del mundo, se encuentra dividido. Y es así que la división lacera mi Cuerpo,
que es la Iglesia, y hace montar ante vosotros campañas de un potente ejército que
quiere lanzarse contra los vuestros “a la primera de cambio”.
Dejáis al descubierto la mayoría de vuestros flancos, preocupados en una lucha
interna, y es así como entrará para destrozaros sin piedad.
Lo hará sin piedad, hijos,
sin piedad.
¡Qué es esto! Y qué Dolor, el ver cómo dentro de las Obras que se dicen “mías”,
veo a los míos luchar entre sí, con menos compasión que lo harían sus propios
enemigos de fuera, al intentar conquistarlos.
¡Oh, hijos…! ¡Qué difícil me lo hacéis a veces! Oíd a esta niña. Ella tiene algo que deciros de mi parte.
Diles, querida: ¡NO-LUCHÉIS-MÁS-ENTRE-VOSOTROS!
Mi Corazón muere de pena al veros levantar en odios fratricidas el uno contra el
otro.
¡No luchéis por vuestros intereses! Buscad los intereses de Dios.466
Sí: alguno tiene hipotecado en todo esto su patrimonio familiar. Alguno tiene el
interés de su propia pobreza también volcado en esto. Falsos pobres, que lo son
porque no pueden acceder al dinero, no por verdadera elección de la pobreza
radical evangélica. Me gustaría veros con dinero, ¿qué no seríais? ¿Por qué juzgáis
tan duramente a los que lo poseen?, ¿y por qué os creéis mejores que ellos sólo por
ser pobres? La pobreza no es un valor absoluto. Absoluto lo es Cristo.
Y vosotros, ricos: ¿hacéis buen uso de ello dándolo a los pobres? ¿O buscáis sólo
cómo enriqueceos, aun a costa de la mentira y poniendo a mi Iglesia como fondo de
vuestras propias ganancias?
Amados, mi Cuerpo se encuentra lacerado por vuestras divisiones. Llegará un día
en que caminaréis unidos. Pero para que esto llegue, deberéis pasar por muchos
sufrimientos y tribulaciones. Tantos, porque no estáis dispuestos a convertiros y a
cambiar vuestro corazón.
Difícil lo es para Mí y Dolor inmenso causáis en mi Corazón al veros tan dispersos,
tan divididos y tan empecinados en vuestra división. Que, pese a que Yo os llamo a
la Unión, vosotros declináis esta invitación y preferís seguir según vuestros planes
para la unión, que estimáis llegará según vosotros os lo habéis propuesto y según
vuestros planes.
Primero: ¡no reíros del hermano! Vuestro hermano, con su manera de ser, sus
defectos y sus virtudes, es otro igual a vosotros en el camino a conseguir la
santidad y otro hijo de Dios, en Jesucristo.
Igual en dignidad a vosotros. ¿Por qué menospreciar sus Caminos para ir a la
Gracia y ridiculizar sus logros? No son los vuestros. No son vuestras maneras.
¡Pero, hermana! ¡La Iglesia es grande y alberga a un gran número de hijos!
Si os amarais, acogeríais todas las diferencias como un Don inmenso de Dios, y
una riqueza. Veríais en ello la impronta del Creador, que es Infinito y tiene infinitas
formas de manifestarse en vosotros.
Segundo: ¡no humilléis al hermano! Si, por la causa que sea, vuestro proyecto sale
por encima del suyo, no se lo restreguéis por la cara y no le arrinconéis y pisoteéis,
entre gritos de victoria. Es tu hermano, no tu enemigo. Pensad que aun los mejores proyectos, pueden caer en un día.
Hija: y a ti no te quiero para nada que no sea el Corazón de Cristo. El Proyecto del
Corazón de Cristo.
¡Y aun cuando ninguno de entre vosotros, a los que os llamo, entendiera! , que
sepas, hija mía, ¡que sepáis!, ¡que el Proyecto de Cristo saldrá, saldrá a relucir! ¡Y
Triunfará! ¡Oh, banderas que se alzan para luchar entre vosotros! NO, ¡NO!, ¡NO!, ¡NO!
¡En España hay tantos buenos! ¡Tantas Obras buenas!
Dios mío: ¿por qué no me
concedes salvarles?
(Vi a la Virgen suplicando ante Dios por nosotros)
(Anteriormente había visto que se alzaban banderas diferentes. Y a diferentes
personas dentro de la Iglesia, alzando sus propias banderas. Con cara de
desprecio ante los demás y de orgullo por lo suyo y por sí mismos. Y pensando
que van a ganar no sé qué batalla. Y son como pequeños grupos. Imagínate
una manifestación, mucha gente en el mismo sitio, pero por grupillos y con
banderas diferentes. Pretenden moverse. Unos dicen: “¡Por aquí!”, otros,
“¡por aquí!” otros “¡por aquí!”, y el resultado es una gran masa que se
golpea entre ella al intentar avanzar en diferentes direcciones con fuerza. No
avanza. Y se hace daño. Un caos)
No necesitáis ejército enemigo, pues entre vosotros, os estáis destruyendo.
Ve ahora a atender a los tuyos. Es hora de cenar. Y de hacer la oración familiar.
Vuela en su ayuda. Te necesitan.
Y te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
466 Cfr. Mt 6,33.
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