30-06-2019
(Día de la Renovación de la Consagración de España al Corazón de Jesús)
Jesús:
Jesús, ¡estás Contento!
Sí. Lo estoy.
Veo todos estos corazones sinceros de mis hijos que hoy se congregan en el Cerro, el esfuerzo y el sacrificio que ha supuesto para tantos venir, y que ofrecen por España y como propiciación por sus pecados, y eso me agrada.
Muchas Congregaciones, muchos Movimientos, muchas Parroquias hacen su esfuerzo hoy, un día puntual y crucial.
Todo ese esfuerzo no quedará en vano, porque Yo lo tomo y, junto con mi Sacrificio, lo ofrezco al Padre.
Me agrada el esfuerzo organizativo de la Diócesis de Getafe, a veces no apoyado (seguido) por otras Diócesis, pero en su conjunto tan agradable a Mí.
Veo que, en muchos españoles, en la mayoría, hay buena voluntad, pero en la mayoría también, falláis en una cosa. Y es “el día después”.
Sois capaces de darlo todo en una especie de “descorchamiento” 1 de las botellas de champán, pero falláis en la organización de la constancia de ese esfuerzo y de ese ímpetu.
¿Por qué esto no persevera? Deberíais pensarlo.
¿Por qué, de este espíritu que hoy se respira en el Cerro y tan agradable a Mí, se encuentra tan poco luego, en vuestra vida “real”, en vuestra auténtica vida cotidiana, en vuestro día a día?
¿No sabéis que estáis ahogando vuestra esencia?
¿Por qué hoy mi Corazón también Sonríe con vosotros?
Porque estáis haciendo para lo qué habéis nacido: “Para alabar, honrar, amar y hacer reverencia a Dios Nuestro Señor”, como rezan tantas vidas de vuestros místicos y vuestros santos.
¿Por qué pretender dar la espalda y cerrar los ojos a vuestra realidad, que es ésta?: Gozosos en mi Presencia.
Hoy, ayer, estos días… múltiples confesiones, deseos sinceros de cambiar. ¡Eso me agrada, hijos míos!, ¡eso me agrada! ¿Será verdad?
¿Será verdad lo que oyen mis oídos y ven mis ojos? ¿Será verdad que el pueblo español venga verdaderamente a Mí?
¡Oh, reza y sacrifícate mucho hoy y todos estos días y siempre, para que esto suceda!
Mi Corazón se consume en Anhelos de la Hora de esta Consagración. 2
Mirad, ¡abro mis Brazos prontos para acogeros!
¡Venid a Mí! ¡Venid a Mí!
¡Cuántas acechanzas contra vosotros! ¡Cuántas trampas contra vosotros!
¡Pero vosotros sois mis hijos! ¡¡sois mis hijos!!
Sois mis hijos muy Amados, ¡queridos!, ¡decidme, por favor, que no os dejaréis vencer! ¡Decidme que les haréis frente!
Mirad, no poned la excusa en: “Es que nuestros Obispos no hacen, no nos dicen…”
¡Vosotros! ¡Vosotros!, ¿estáis dispuestos? Dejad de señalar a uno y otro lado y señalaos a vosotros mismos y a vuestro corazón.
¿Estáis dispuestos?
¿Desde cuándo el Pueblo español ha necesitado de otro para levantarse? ¿Es que no puede hacerlo por sí mismo?
Quisiera imaginarme, amados, una España Libre, Grande, en su pequeñez y sinceridad y humildad. Sí… quisiera imaginaros Grandes y Libres. Como lo que sois.
Si no sois así, no estáis haciendo caso a vuestra esencia y a vuestro ser.
Sois Grandes, porque vuestro corazón es generoso, es dadivoso y es amante. Amante de grandes gestas, amante de amplios horizontes y grandes conquistas. Soñador. Sacrificado por un ideal ardiente. Que, si os ponen un peligro, lo superáis; una meta difícil, os lanzáis aún con más ahínco.
Corazones hechos para grandes cosas. Que, en lo pequeño y enclenque, se amustian, se frenan y se paran. Se deprimen.
¡Grandes horizontes! ¡Grandes conquistas!
Esto es lo suyo.
Y Libre. Libre porque es el demonio el que no puede atacaros. Aventureros e independientes de los esquemas de los demás. Al servicio sólo de Quien merece la pena: Yo. ¡Dios!
“¡Dios es español!”, decía aquel. 3 Y no le falta razón. Los españoles sois de Dios. Y Dios es vuestro.
¡Yo Soy vuestro! ¡Tomadme! ¡Amadme!
Si sois esclavos de satanás, estáis renunciando también a vuestra más íntima esencia.
El español es de Dios.
Por eso, querida, ¡Deseo! ¡Anhelo! esta Consagración.
Mi Corazón se abre a vosotros, ¡entrad!, ¡entrad!
En este día de calor, habéis venido a estar Conmigo. Yo os lo agradezco, como también todos los pequeños y grandes sacrificios de cada una de las almas que hoy me habéis ofrecido por la Nación española.
Sabed, hijos míos, diles, que Yo los tomo y Yo los aplico en beneficio de ella, que tanta falta le hace.
¿Veis todos esos jóvenes? ¿Veis todas esas almas?
Están deseando ser dirigidas, ser conducidas. ¡Os esperan! Desean rumbo, tienen ansias de Dios. Os necesitan.
Personas mayores que sólo quieren sobresalir, personas mayores que ya tienen su rumbo hecho o los que miran por sus propios intereses, aunque sanos, esos no, no os necesitan. Ya están encarrilados y dirigidos.
Es la masa sin rumbo de la que está hecha la Nación Española, la que necesita sabios guías que guíen al único rumbo: Dios y la Vida en Dios.
Este Pueblo de místicos: se les roba la vida de unión esponsal mística conmigo.
Este Pueblo de guerreros: se le adocena en la comodidad y la sensualidad o el sentimentalismo hueco.
Entonces se ahoga su espíritu y muere.
¡Dadle “mística”! ¡Dadle batalla! Sin esto no conseguiréis moverle.
Una vida de unión muy fuerte a Mí.
Y una lucha sin fin por los valores del Evangelio.
Una lucha por implantar mi Reino en el mundo.
Estos son los dos fines de la Nación Española. Estas son sus dos misiones.
Olvidad esto, y no tendréis españoles.
Sin embargo, querida, Yo te digo. ¿Puedo hacer de tu Centro un lugar para ambas cosas?
Yo te suscito para esto.
Conducid a la masa ingente de personas que caminan sin rumbo.
Animad y enseñad a una Vida mística de unión profunda con el Corazón Eucarístico de Jesús.
Adiestrad guerreros para la lucha activa dentro del mundo, con las armas de la fe, para implantar, junto conmigo, mi Reinado.
Sí, querida, ¡es tan grande esto! ¡Te ves tan pequeña!
Sí.
Es que tú tan sólo tienes que decir Sí. El resto ya lo pongo Yo.
No. No están todos los Obispos de España, no. Sois un pueblo sin dirigentes. Los que os dirigen están abrumados por la responsabilidad en estos Tiempos recios.
¿Por qué estáis esperando de ellos las órdenes para amarme, lanzaros y trabajar por Mí? ¿No sabéis lo que tenéis que hacer?
Se sobreentiende en todo cristiano la entrega y consagración por el Evangelio.
¿Qué cosa obvia os tienen que decir?
¿A qué a daros permiso?
¿Me podéis decir, alguno de vosotros, que no acude al Sacrificio Perpetuo a diario “porque su Obispo no se lo dice”, “porque su párroco no le insiste? Me ponéis excusas indignas de vuestra estirpe. ¿Cómo os habéis adocenado? ¿Dónde está vuestro Amor a Mí?
Desde el Cielo Yo no me lo creo. ¿Vosotros os lo creéis?
Tenéis Congregaciones, tenéis Movimientos en donde escucho la misma excusa: “Mis dirigentes son malos”. “No nos ayudan”. “No nos mueven”.
¿Y vosotros? ¿A quién le sirve esta excusa?
Mirad, queridos, que Yo puedo hacer Maravillas con que sólo unos pocos me digáis sí, de allá donde vuestras Órdenes o lugares os representen.
Sí. ¿Por qué no dejar al pueblo español que en un variopinto mosaico me alabe y me honre con la originalidad que les caracteriza? ¿Por qué pretender uniformarlos en una sola manera de alabar y servir a Dios, si ellos me agradan así, siendo tan ricos en matices?
Pero con un mismo objetivo: Yo-Dios y Señor de sus corazones.
A veces pretendéis moverlos por donde no se puede.
Conocedlos y conoceos.
Y volved a vuestros orígenes.
Lo que aquí os digo os vale más que todos los planes Pastorales.
¿Y no queréis escuchar, queridos, que el Corazón de Jesús está Contento con lo hecho hoy y que espera mucho de vosotros?
Os lo repito: Dejad a los que no se pueden conducir y conducid a la enorme masa ingente de almas que espera su Camino en Mí.
Dejad lo que no se puede.
Id por lo que os espera y necesita.
Amada, quiero que tú les hables y les lleves este Mensaje de Esperanza a sus corazones.
Diles que me encuentro Abierto para ellos.
¡Diles que Yo perdono todo!
Diles que vengan a Mí.
¡Antes de que se arrepientan, ya no me acuerdo! 4 ¿No pueden ver mi Amor?
¡Que no tengan miedo!
¡Que no tengan miedo, y que vengan!
¡Aprovechad! ¡Aprovechad esta Consagración!
¡Cambiad de vida! ¡Cambiad!
Os habéis esforzado al venir hoy aquí. ¡Seguid esforzándoos!
Los jóvenes: ¡formad familias santas!
Los llamados a vocaciones consagradas: ¡responded con generosidad!
Sed los constructores de un Reino Nuevo.
Que nadie os asuste y desanime con noticias de catástrofes. ¡Mirad hacia lo Alto! Pensad en lo que os espera. El horizonte es grandioso.
Os espera la Paz.
Pacificad vuestros corazones primero y así seréis sembradores de la Paz en el mundo, poniéndola principalmente en vuestra Patria.
¿Por qué enfadarse cuando oís que “en España no hay Paz”, si no la hay?
¿Hay Paz en vuestras almas? ¿La hay en vuestras Comunidades? ¿Y en vuestro suelo? ¿Y en vuestras instituciones? ¿Os escandaliza tanto escuchar que los españoles estáis en guerra contra vosotros mismos?
Miraos bien. Es un “todo contra todos”. Poneos de acuerdo. Aunad intereses. No luchéis contra vuestros propios hermanos.
No os habéis mirado bien.
Haced una introspección sobre vosotros mismos y volved a Mí, volved a vuestros orígenes.
Si se viera entre vosotros verdadera Caridad, convenceríais hasta a las piedras. Así sois. Yo sabía muy bien qué hacía cuando os elegí.
¡Os elijo! ¡Os elijo nuevamente!
¡¡El Señor no ha revocado su elección!! Os sigo eligiendo como en la primera hora.
Y os Llamo. ¡Os Llamo!
¿Oís?
¿Oís mi Voz?
Oíd, oíd la Voz. La Voz del Amado que llama de nuevo a tu puerta, la puerta de tu corazón, y te dice:
“¿Me abres? Si me abres, entraré y cenaré contigo. 5 Y tú serás para Mí mi pueblo y Yo tu Dios”. 6
¡Oh! ¡Oh, Dios mío! (Lloro).
¡Dios mío! ¡Esto no se puede resistir!
¡Tengo que decírselo a todo el mundo!
(La Intensidad del Amor de Dios era grandísima. Jesús estaba tan Radiante de Amor y nos Ama tanto. Es más que estas Palabras. Es algo que lo comunicará el Espíritu Santo a la gente cuando lea esto. ¡Qué Grandiosidad! ¡Qué Amor Infinito!).
[1] Aquí no sé si esta es la palabra. Es el sentido.
[2] Todavía no había tenido lugar y Jesús la esperaba Anhelante de Amor.
[3] Se refiere a lo ocurrido en los Países Bajos en diciembre de 1585, conocido como “El milagro de Empel”. El 7 de diciembre, los Tercios españoles estaban acorralados en la desembocadura del río Escalda a merced de la flota holandesa. Un soldado español, cavando una trinchera, encontró una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Lo interpretaron como un “aviso divino”. Esa noche una fuerte helada inmovilizó a la armada holandesa y permitió a la infantería española asaltar a pie y vencer a los barcos rebeldes. Frente a la absoluta derrota holandesa, el Almirante Holak pronunció la famosa frase: “Parece que Dios es español”. Con esta ocasión la Inmaculada Concepción fue proclamada Patrona de los Tercios españoles y de la actual Infantería española.
[4] Así es su Perdón.
[5] Cfr. Ap 3,20.
[6] Cfr. Jr 32,38; Ez 36,28.
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