1. CONSAGRACIÓN PERFECTA Y TOTAL
121 Consiste, pues, esta devoción, en una entrega total a
la Santísima Virgen, para pertenecer, por medio de Ella,
totalmente a Jesucristo. Hay que entregarle:
1. el cuerpo con todos sus sentidos y miembros;
2. el alma con todas sus facultades;
3. los bienes exteriores -llamados de fortuna- presentes y
futuros;
4. los bienes interiores y espirituales, o sea, los méritos,
virtudes y buenas obras pasadas, presentes y futuras.
En dos palabras: cuanto tenemos, o podamos tener en el
futuro, en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la
gloria, sin reserva alguna –ni de un céntimo, ni de un
cabello, ni de la menor obra buena–, y esto por toda la
eternidad, y sin esperar por nuestra ofrenda y servicio más
recompensa que el honor de pertenecer a Jesucristo por
María y en María, aunque esta amable Señora no fuera
-como siempre lo es– la más generosa y agradecida de las
creaturas.
122 Conviene advertir que en las buenas obras que
hacemos hay un doble valor: la satisfacción y el mérito, o
sea, el valor satisfactorio o impetratorio y el valor meritorio.
El valor satisfactorio o impetratorio de una buena obra es
la misma obra buena en cuanto satisface por la pena debida
por el pecado u obtiene alguna nueva gracia. En cambio, el
valor meritorio o mérito es la misma obra buena, en cuanto
merece la gracia y la gloria eterna.
Ahora bien, en esta consagración de nosotros mismos a la
Santísima Virgen le entregamos todo el valor satisfactorio,
impetratorio y meritorio. Es decir, las satisfacciones y
méritos de todas nuestras buenas obras. Le entregamos
nuestros méritos, gracias y virtudes, no para que los
comunique a otros -porque nuestros méritos, gracias y virtudes, estrictamente hablando, son incomunicables;
únicamente Jesucristo, haciéndose fiador nuestro ante el
Padre, ha podido comunicarnos sus méritos-, sino para que
nos los conserve, aumente y embellezca, como veremos más
adelante91 . Le entregamos nuestras satisfacciones para que
las comunique a quien mejor le plazca y para mayor gloria
de Dios.
123 De donde se deduce que:
1. por esta devoción entregas a Jesucristo, de la manera
más perfecta –puesto que lo entregas por manos de
María–, todo cuanto le puedes dar y mucho más que por
las demás devociones, por las cuales le entregas solamente
parte de tu tiempo, de tus buenas obras, satisfacciones y
mortificaciones.
Por esta consagración le entregas y consagras todo, hasta
el derecho de disponer de tus bienes interiores y satisfacciones que cada día puedes ganar por tus buenas obras, lo
cual no se hace ni siquiera en las órdenes o institutos
religiosos. En éstos se dan a Dios los bienes de fortuna por
el voto de pobreza, los bienes del cuerpo por el voto de
castidad; la propia voluntad, por el voto de obediencia, y
algunas veces la libertad corporal, por el voto de clausura.
Pero no se entrega a Dios la libertad o el derecho de
disponer de las buenas obras, ni se despoja uno, cuanto es
posible, de lo más precioso y caro que posee el cristiano, a
saber: los méritos y satisfacciones.
124
2. Una persona que se consagra y entrega voluntariamente a Jesucristo por medio de María, no puede ya
disponer del valor de ninguna de sus buenas obras; todo
lo bueno que padece, piensa, dice y hace pertenece a María,
quien puede disponer de ello según la voluntad y mayor
gloria de su Hijo. Esta entrega, sin embargo, no perjudica en nada a las obligaciones del estado presente o futuro en que se encuentre la
persona; por ejemplo, los compromisos de un sacerdote,
que, por su oficio u otro motivo cualquiera, debe aplicar el
valor satisfactorio e impetratorio de la Santa Misa a un
particular. Porque no se hace esta consagración sino según
el orden establecido por Dios y los deberes del propio
estado.
125
3. Esta devoción nos consagra, al mismo tiempo, a la
Santísima Virgen y a Jesucristo. A la Santísima Virgen, como
al medio perfecto escogido por Jesucristo para unirse a
nosotros, y a nosotros con Él. A Nuestro Señor, como a
nuestra meta final, a quien debemos todo lo que somos, ya
que es nuestro Dios y Redentor.
91 Ver VD 146ss.
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