Gratis.

Vemos los fines de semana, especialmente el domingo, día del Señor, que los estadios de llenan de gente, los autódromos no dan abasto para contener a todos los seguidores, y en definitiva todos los deportes y festejos de fin de semana se saturan de gente. Pero comprobamos también que muchas iglesias permanecen vacías o casi, siendo que Jesús no cobra entrada para que asistamos a Misa.

La gente está dispuesta a pagar fortunas para entrar a un estadio y ver a su equipo favorito, pero no es capaz de ir una hora a estar con el Señor, en la Santa Misa.

¡Cuántos que ahora mismo están en el infierno, prefirieron en vida ir al estadio mil veces antes que asistir a Misa! Y ahora se están lamentando porque su error es definitivo, fueron engañados por el Maligno, que les hizo apreciar lo que no es digno de apreciar, o que al menos hay que saber apreciar las cosas según su verdadero valor.

Nosotros, que todavía estamos vivos y que estamos leyendo este mensaje, no seamos insensatos y no sigamos a la mayoría, que como Esaú cambia un plato de lentejas por la primogenitura, es decir, que cambian un espectáculo deportivo o de otra clase por la asistencia a la Misa.

Es lógico que Jesús esté muy triste al ver los estadios atiborrados de gente, y sus templos desiertos.

Tomemos conciencia de que tenemos sólo esta vida para hacer méritos y salvarnos, pues ya lo ha dicho el Señor en el Evangelio que quien ame su vida en este mundo, quien quiera disfrutarla y pasarlo bien, olvidando lo principal que es la Vida eterna, perderá el Cielo.

Y no digamos que no hay que divertirse ni ver deporte o asistir a espectáculos. ¡Pero cada cosa en su lugar! ¿Cuántos de los que están en las tribunas de los estadios el domingo han asistido a Misa? Y sin embargo faltar a Misa sin motivo grave es pecado mortal. Y Satanás se ríe de los hombres, porque son como locos que ya no saben apreciar lo que tiene valor de lo que no lo tiene.