La verdadera batalla ‘no es contra la
carne’.
Habitualmente informamos sobre las
batallas que se suceden en el mundo a nivel de guerras, delitos, conflictos
étnicos, políticos, religiosos, batallas legales, etc., pero no hay que perder
de vista que todos tienen una base común, una batalla a nivel espiritual en los
invisible, entre el mal y el bien, que se reproduce inclusive dentro de
nosotros mismos.
Aquí traemos 5 cosas
principales que todo cristiano debe saber sobre la guerra espiritual.
1.
La guerra
espiritual se refiere a la lucha espiritual diaria entre el bien y el mal.
Satanás existe:
“el mal no es una
abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se
opone a Dios. El “diablo” (diá-bolos) es aquél que “se atraviesa” en el
designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo”. (Catecismo 2851)
Existen espíritus
malignos:
“Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 11-12).
En la guerra
espiritual, el campo de batalla es el terreno de nuestras almas. Tener un
conocimiento básico de la guerra espiritual es una parte importante de conocer
nuestra fe católica.
2.
Jesús ganó la
victoria sobre satanás, pero nuestra lucha no ha terminado.
Satanás ha sido
derrotado pero no destruido. El enemigo ya no es una amenaza para Jesús,
pero sigue siendo una amenaza para nosotros:
“La victoria sobre el
“príncipe de este mundo” (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en
la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es
el juicio de este mundo, y el príncipe de este mundo está “echado abajo” (Jn 12,
31; Ap 12, 11). “Él se lanza en persecución de la Mujer”
(cf Ap 12, 13-16), pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, “llena
de gracia” del Espíritu Santo es preservada del pecado y de la corrupción de la
muerte (Concepción inmaculada y Asunción de la santísima Madre de Dios, María,
siempre virgen). “Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra
al resto de sus hijos” (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia
oran: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 17. 20) ya que su Venida nos librará del
Maligno” (Catecismo 2853)
3.
El poder de satán
no es infinito como el de Dios.
Dios creó a todos los
ángeles, incluyendo al ángel lucifer, quien se convirtió en satanás después de
rebelarse contra Dios. Satanás es poderoso, pero sigue siendo una
criatura:
“Satanás, el seductor
del mundo entero” (Ap 12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la
muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota toda la creación
entera será “liberada del pecado y de la muerte” (Plegaria Eucarística IV,
123: Misal Romano). “Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca,
sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle.
Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del
Maligno”. (Catecismo 2852)
El poder de Satán no
es infinito, no es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu
puro, pero siempre criatura. Él no puede impedir la edificación del Reino
de Dios.
4.
No estamos
solos; Dios está con nosotros cuando soportamos las pruebas que vienen con
la guerra espiritual.
Dios Padre está con
nosotros. Jesucristo está con nosotros: “somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó” (Romanos 8:37).
El Espíritu Santo está
con nosotros. María, los ángeles, los santos y nuestros compañeros
miembros vivos del Cuerpo de Cristo están con nosotros.
El Señor ofrece la
gracia y la armadura espiritual:
“Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que seáis capaces de estar firmes contra las asechanzas
del diablo” (Efesios 6: 11) “Somos
más que vencedores en Cristo” (Romanos
8: 37).
Debido al poder de
Jesús, no debemos que tener miedo, pero debemos estar atentos:
“Sed sobrios y velad;
vuestro adversario el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien
devorar; resistirle, firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en la fe en todo
el mundo sufren los mismos sufrimientos” (1 Pedro 5: 6-11).
5.
La oración, los
sacramentos y sacramentales son medios eficaces de permanecer íntimamente
unidos a Dios y resistir la tentación, que es la táctica más común utilizada
por el enemigo en la guerra espiritual.
““No entrar en la
tentación” implica una decisión del corazón: “Porque donde esté tu
tesoro, allí también estará tu corazón [...] Nadie puede servir a dos señores”
(Mt 6, 21-24). “Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el
Espíritu” (Ga 5, 25). El Padre nos da la fuerza para este “dejarnos
conducir” por el Espíritu Santo. “No habéis sufrido tentación superior a la
medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados sobre
vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir
con éxito” (1 Co 10, 13). Pues bien, este combate y esta victoria sólo son
posibles con la oración. Por medio de su oración, Jesús es vencedor del
Tentador, desde el principio (cf Mt 4, 11) y en el último combate de
su agonía (cf Mt 26, 36-44)”. (Catecismo 2848-2489)
“Los siete sacramentos
corresponden todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida
cristiana: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe
de los cristianos” (Catecismo 1210)
“Los sacramentales no
confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por
la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con a ella.
“La liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace que, en los fieles
bien dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida [...] sean
santificados por la gracia divina que emana del misterio Pascual de la pasión,
muerte y resurrección de Cristo, de quien reciben su poder todos los
sacramentos y sacramentales, y que todo uso honesto de las cosas materiales
pueda estar ordenado a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios”
(SC61)”(Catecismo 1670)
No hay comentarios:
Publicar un comentario