Angeles y hombres
01 En diversas ocasiones y bajo diferentes formas Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas,
02 hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio del Hijo, a quien hizo destinatario de todo, ya que por él dispuso las edades del mundo.
03 El es el resplandor de la Gloria de Dios y la impronta de su ser. El, cuya palabra poderosa mantiene el universo, también es el que purificó al mundo de sus pecados, y luego se sentó en los cielos, a la derecha del Dios de majestad.
04 Ahora, pues, él está tanto más por encima de los ángeles cuanto más excelente es el Nombre que recibió.
05 En efecto, ¿a qué ángel le dijo Dios jamás: Tú eres mi Hijo, yo te he dado la vida hoy? ¿Y de qué ángel dijo Dios: Yo seré para él un Padre y él será para mí un Hijo?
06 Al introducir al Primogénito en el mundo, dice: Que lo adoren todos los ángeles de Dios.
07 Tratándose de los ángeles, encontramos palabras como éstas: Dios envía a sus ángeles como espíritus, a sus servidores como llamas ardientes.
08 Al Hijo, en cambio, se le dice: Tu trono, oh Dios, permanece por siglos y siglos, y tu gobierno es gobierno de justicia.
09 Amas la justicia y aborreces la maldad; por eso, oh Dios, tu Dios te consagró con óleo de alegría, con preferencia a tus compañeros.
10 Y también leemos: Tú, Señor, en el principio pusiste la tierra sobre sus bases, y los cielos son obra de tus manos.
11 Ellos desaparecerán, pero tú permaneces. Serán para ti como un vestido viejo;
12 los doblarás como una capa, y los cambiarás. Pero tú eres siempre el mismo y tus años no terminarán jamás.
13 A ninguno de sus ángeles dijo Dios: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como tarima de tus pies.
14 Pues, ¿no son todos ellos espíritus de servicio? Y reciben una misión para bien de los que recibirán la salvación.
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